Vamos a darnos un paseo hoy por la Cuesta de Moyano, bueno en realidad por la calle Claudio Moyano, que es su verdadero nombre aunque muchos lo conozcan.
La calle mantiene su nombre en memoria de este político, que aunque es bastante desconocido para el madrileño de a pie, le debemos la ley de instrucción pública del 17 de Julio de 1857, que trajo el desarrollo de la educación en nuestro país y sin cuya existencia nuestro progreso cultural, ya de por si mermado por la posterior guerra, se hubiera visto debilitado mucho más de lo que a día de hoy ha llegado a nuestros días. De alguna manera es tras esta ley cuando se “profesionaliza” la educación en nuestro país.
La popularidad de la Cuesta, data de principios del siglo XX cuando sobre cajones de madera, los libreros se situaban en este emplazamiento y sus inmediaciones, para ofrecer sus libros usados y toda clase de revistas de la época.
En 1925 un grupo de ellos solicitó al Ayuntamiento un enclave fijo en el que celebrar la feria del libro, a lo que éste accedió con la construcción de 30 casetas en la Cuesta de Moyano, fijando así el lugar predilecto paro los madrileños amantes del libro antiguo.
Estas casetas tenían la peculiaridad de que en ellas no se podía instalar ningún aparato, calefacción o iluminación ya que por miedo a que un accidente provocara una catástrofe se decidió limitar, y que la titularidad del puesto no podía ser subarrendada, por lo que aunque era una ventaja a estar en la intemperie vendiendo los libros, digamos que no era ninguna gozada que les permitiera continuar la tradición de estos garantes de nuestra cultura, que generación tras generación han mantenido viva.
En 2004 ocurrió un triste incendio que obligó a trasladarse las casetas de manera temporal hasta la verja del Jardín Botánico, pero se aprovechó este triste accidente para en Abril de 2007 reabrirse en su lugar original, ya con unas casetas más acomodadas (tampoco ningún lujo) pero con acceso a la luz eléctrica y con una calle ya peatonalizada. Esta nueva apertura se realizó bajo la supervisión de sus guardianes Claudio Moyano, Pio Baroja y Azorín que con sus monumentos allí instalados, presidían la entrada a la calle y mantenían de algún modo sus costumbres ya que en vida, era bastante común verles por el mercadillo de libros inicial.
Los actuales ocupantes continúan siendo libreros de toda la vida, o hijos y nietos de libreros, por lo que si tiene una pregunta sobre determinado libro o determinado dato histórico, no existe un mejor lugar en el que preguntar.
Desde esta entrada, les rendimos el homenaje que creemos que se merecen por traer a nuestros días, muchos de los secretos que aquí os contamos y una parte de la historia de nuestra ciudad que no debe perderse jamás.
Por último, hay una curiosidad respecto a la feria del libro, y es que en un inicio como os contaba se eligió la fecha del 7 de octubre para su celebración, ya que se pensaba que esta era la fecha de nacimiento de Cervantes, después en 1930 se decidió cambiar al 23 de abril, fecha de la muerte del autor, pero también se cometió otro ligero error de documentación ya que esta es la fecha de su entierro puesto que el genio de las letras había fallecido en realidad el día 22.
La calle mantiene su nombre en memoria de este político, que aunque es bastante desconocido para el madrileño de a pie, le debemos la ley de instrucción pública del 17 de Julio de 1857, que trajo el desarrollo de la educación en nuestro país y sin cuya existencia nuestro progreso cultural, ya de por si mermado por la posterior guerra, se hubiera visto debilitado mucho más de lo que a día de hoy ha llegado a nuestros días. De alguna manera es tras esta ley cuando se “profesionaliza” la educación en nuestro país.
La popularidad de la Cuesta, data de principios del siglo XX cuando sobre cajones de madera, los libreros se situaban en este emplazamiento y sus inmediaciones, para ofrecer sus libros usados y toda clase de revistas de la época.
En 1925 un grupo de ellos solicitó al Ayuntamiento un enclave fijo en el que celebrar la feria del libro, a lo que éste accedió con la construcción de 30 casetas en la Cuesta de Moyano, fijando así el lugar predilecto paro los madrileños amantes del libro antiguo.
Estas casetas tenían la peculiaridad de que en ellas no se podía instalar ningún aparato, calefacción o iluminación ya que por miedo a que un accidente provocara una catástrofe se decidió limitar, y que la titularidad del puesto no podía ser subarrendada, por lo que aunque era una ventaja a estar en la intemperie vendiendo los libros, digamos que no era ninguna gozada que les permitiera continuar la tradición de estos garantes de nuestra cultura, que generación tras generación han mantenido viva.
En 2004 ocurrió un triste incendio que obligó a trasladarse las casetas de manera temporal hasta la verja del Jardín Botánico, pero se aprovechó este triste accidente para en Abril de 2007 reabrirse en su lugar original, ya con unas casetas más acomodadas (tampoco ningún lujo) pero con acceso a la luz eléctrica y con una calle ya peatonalizada. Esta nueva apertura se realizó bajo la supervisión de sus guardianes Claudio Moyano, Pio Baroja y Azorín que con sus monumentos allí instalados, presidían la entrada a la calle y mantenían de algún modo sus costumbres ya que en vida, era bastante común verles por el mercadillo de libros inicial.
Los actuales ocupantes continúan siendo libreros de toda la vida, o hijos y nietos de libreros, por lo que si tiene una pregunta sobre determinado libro o determinado dato histórico, no existe un mejor lugar en el que preguntar.
Desde esta entrada, les rendimos el homenaje que creemos que se merecen por traer a nuestros días, muchos de los secretos que aquí os contamos y una parte de la historia de nuestra ciudad que no debe perderse jamás.
Por último, hay una curiosidad respecto a la feria del libro, y es que en un inicio como os contaba se eligió la fecha del 7 de octubre para su celebración, ya que se pensaba que esta era la fecha de nacimiento de Cervantes, después en 1930 se decidió cambiar al 23 de abril, fecha de la muerte del autor, pero también se cometió otro ligero error de documentación ya que esta es la fecha de su entierro puesto que el genio de las letras había fallecido en realidad el día 22.
Fuente bauldeloslibrosasombrosos
Fuente Ediciones La Librería.
Fuente Madridsingular
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