CALLE DE LA ABADA.

Muchos reconocerán a simple vista esta callecilla por las que muchos hemos pasado, pero que casi ninguno conoce, ni su nombre, ni su historia, las cuales están directamente ligadas. Para los que no caigan o no la identifiquen, esta calle va desde la Gran vía hasta la plaza del Carmen y su nombre es el de Calle de la Abada.
Existen varias leyendas sobre el origen de su nombre pero todas están directamente ligadas por lo que vamos a comentarlas.
La más extendida cuenta que unos titiriteros portugueses llegaron a Madrid y decidieron dejar pastar a un rinoceronte que traían para su espectáculo, dentro de un cercado en los pastos que ahora dan lugar a esa calle y que en tiempos eran las eras de un convento.
En cierta ocasión un muchacho bastante graciosete que trabajaba en el horno de la Mata, decidió dar de comer un pan abrasando al animal. El rinoceronte, bien por estar poco acostumbrado a estas bromas, bien por el ardor de estómago, que no mata pero incomoda, la emprendió con el chico mandándolo para el otro barrio.
Otras versiones de la historia cuentas que el rinoceronte fue un regalo del gobernador de Java, pero o bien el animal duró un siglo o se trata de historias distintas con dos rinocerontes.
También en otra versión de la historia el animal se escapa, dando muerte en su huida a varias personas.
Fuera como fuese la calle se quedó con el nombre de Abada dado que es como se llama en portugués al rinoceronte hembra.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.



Fotografías propias





ASÍ SE LAS PONÍAN A...

Esta frase muchos la habrán terminado con "...Felipe II" y otros con "...Fernando VII", espero que hayan sido la mayoría los que hayan optado por esta segunda opción.
Es un error bastante común el confundir un rey con el otro como protagonista de esta frase, pero la realidad es que la frase se refiere, y siempre se ha referido al rey Fernando VII.
Este rey seguramente fue el rey más decepcionante de nuestra historia, primero se le conoció como "Fernando el Deseado" después pasó a ser "El Rey Felón" y por último se le dio el nombre de el "Tigrekan"  queriendo aludir con esta fantasía verbal que su despotismo era similar al de los sátrapas de occidente, famosos por su apego al poder y sus pocos escrúpulos para eliminar cualquiera que supusiera un estorbo.
Fernando, aparte de ganarse la enemistad de todo su pueblo (pelotas y lameculos aparte, que de esos, por desgracia, siempre hemos tenido cantera) era muy aficionado al billar, y aunque jugaba casi tan mal como gobernaba, tenía muy mal perder, motivo por el cual todos sus contrincantes tenían que hacer verdaderos esfuerzos por conseguir que, tan mal jugador, les ganara sin que éste lo notara demasiado, cosa que de igual manera también hubiera enfadado al prenda.
Con el tiempo, se comenzó a utilizar esta expresión para aludir cuando a alguien se le facilita sobremanera el que realice su labor, honrando así, a los sufridos vencidos en manos del taco de tan pésimo monarca y billarista.
Pero esta anécdota no solo da origen a esta expresión, sino que además, dado que a las bolas de billar por aquel entonces también se las conocía como pelotas, pues también origina el que los amiguetes de partida que se dejan vencer,  reciban este gentil apodo, por lo que por el precio de una anécdota se lleva uno el origen de dos expresiones. ¡¡¡Ahí es ná!!!
En Madrid que yo conozca, únicamente hay una estatua en honor que rinda homenaje a Fernando VII, la cual se encuentra en la calle Toledo y es conocida por los madrileños con el sobrenombre de "La Fuentecilla". Dicha estatua ni siquiera representa al citado Rey al que homenajea y fue erigida por el Conde de Moctezuma que fue entre 1814 y 1816 corregidor de Madrid, para deshonra de los madrileños o recuerdo de todos de tan negra figura. La Puerta de Toledo (e incluso la Plaza del Rey), en un principio también se erigió en honor del deseado monarca como se indica en la placa que la viste "A Fernando VII, rey de los españoles, recobrado tras ser liberados la tiranía de los franceses, el concejo le dedica este monumento de fe, alegría y victoria" pero con el tiempo, era tanto el amor de los madrileños por su Puerta y tanto el odio que se tenía por el monarca, que se terminó por convertir el monumento que honraba su vida, en el monumento que popularmente nos recuerde su caída.




CALLE ARENAL

Hoy vamos a pasear un rato por esta conocida calle del Arenal, que mantiene el orgullo de ser de las pocas calles de nuestra ciudad, que ha mantenido su nombre desde su inicio. Esto se debe a que su nombre procede del material que en principio componía esta calle y que se transformaba en barro en épocas de lluvia. Este material comenzó a taparse con los restos de aplanar otras calles como las de Jacometrezo y alguna otra adyacente. Hasta que el 3 de Febrero de 1896 algún iluminado del Ayuntamiento, de los muchos que han regido esta Villa y Corte, decidió que el material idóneo para esta calle, con el fin de eliminar el ruido de las ruedas de los carros hacían contra los escombros utilizados para aposentar sus arenas, no era otro que el corcho, por lo que se pavimentó esta avenida de dicho material. Esta genial idea, como no podía ser de otra manera, sólo duró hasta el primer día de lluvia, con las que se hizo migajas y se percataron que la idea, igual no estaba del todo lograda.
Esta calle fue testigo el 18 de Julio de 1872 del intento de asesinato de Amadeo Saboya, en ella también vivieron los músicos Ruperto Chapi en el n° 20 y Albéniz en el 26, además del torero Frascuelo en el n° 22 cuyo entierro conmocionó al Madrid de finales del XIX.
Pero si hay un edificio que guarda historia en esta calle, además de los palacetes donde lo más noble de Madrid residía como el palacio de Gavíria en el número 9 de la calle, es la Parroquia de San Ginés, donde aún hoy en día, los Sábados, puede visitarse la genial obra del Greco «La expulsión de los mercaderes del templo» y donde fue bautizado Quevedo, se casó Lope de Vega y falleció Tomas de Vitoria.
Otros interesantes edificios de la calle Arenal, son el mítico Teatro Eslava, convertido en nuestros días en una de las discotecas más famosas de la ciudad en el número 11 de la calle y en el número 8 reside el más famoso de los vecinos de esta calle, que no es otros que el ratoncito Pérez, el cual tiene su casa y museo en la primera planta de este número, no está mal el paseo de hoy, tras varios siglos de anécdotas, creo que nos hemos merecido parar a tomar un chocolate en la mítica chocolatería de San Ginés.

Amanece en Arenal, a la hora de los fantasmas.






Recorte del Diario EL MOTIN del 3 de Febrero de 1896 
(Fuente BNE Digital)

LA CASA CORDERO.

Seguro que alguna vez habéis comido en el McDonald's de la calle Mayor o habéis jugado de críos en los recreativos de al lado ¿Pero conocéis la leyenda de este edificio?
Pues bien, este edificio se llama Cordero, en recuerdo de su primer propietario el cual según algunas versiones consiguió el edificio de manera poco usual.
Cuenta la leyenda que cuando se creó la lotería esta no era más que un mero método de recaudar dinero paralelo a los impuestos que ya existían (bueno como ahora más o menos). Éste consistía en una combinación numérica prácticamente imposible de que tocara, la cual daba al ganador una importante suma de dinero que atraía a los incautos a dejarse sus ahorros ante la posibilidad de conseguir tal botín.
Pues bien, el mencionado Santiago Cordero, en un ataque de suerte desmesurada, acertó dicha combinación y desde el gobierno de la reina Isabel II, al verse en el brete de tener que pagar un premio que hubiera quebrado las ya maltrechas arcas públicas, le ofrecieron la propiedad de este lujoso edificio, como alternativa al pago de dicho premio, bueno realmente le ofrecieron el solar del convento que recientemente se había demolido, para que él, a cargo de las arcas públicas, edificase allí lo que quisiera.
Ésta es una de las hipótesis, otra es que cobró el premio y simplemente compró el solar en el que había estado un convento y construyó el edificio con el dinero del mismo, pero esta es menos romántica y nos deja sin una anécdota que al menos a mí me parece bien divertida aunque es muy probable que no sea cierta.
Fuera como fuese la anécdota del premio, lo cierto es que la casa fue diseñada por Juan José Sánchez Pescador en 1842 y en un inicio se dedicó casi en exclusiva al uso de viviendas, cosa que era poco habitual en la época y que seguramente la convirtió en el primer edificio de viviendas de Madrid.
Después y hasta 1954 se alquiló la primera planta integra al Gran Bazar de la Unión, que era un bazar muy famoso de la época, por sus económicos precios, seguramente fue el primer gran bazar de Madrid en el que se fijaba un precio bajo de inicio exento de regateo, en vez de inflar un poco el precio para que los madrileños desarrollaran sus artes negociadoras.
En el edificio también estuvo albergado desde 1875 el Café Comercio, el cuál más tarde pasaría a ser el célebre Café Lisboa.
También este edifico vivió el inicio de la telefonía, ya que desde 1887 hasta 1926, se instauró en él, el llamado kiosko del teléfono, que fue la primera central telefónica comercial de Madrid.
Por último, por desgracia tenemos que terminar con la más fatídica anécdota que ha vivido el edificio, y es que el 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA mediante una bomba colocada en otra cafetería del edificio asesinó a 13 personas e hirió a más de setenta, en el que se conocería como el atentado de la Calle del Correo.
Fuera como fuese la leyenda sobre su inicio, y omitiendo la catástrofe del atentado, no me negaréis que el edificio ha sido toda una revolución de nuestra ciudad.

 Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.


Imagenes propias 2017.

UN FUTBOLIN MUY CASTIZO

Existen diversas historias y procedencias de cómo, quién y donde se inventó el futbolín, pero nosotros vamos a contar ésta que está contada por su propio protagonista, es la que más datos conserva y que además está vinculada a la ciudad de Madrid.
En Madrid en el año 1936, en pleno estallido de la Guerra Civil, vivía un poeta al que todos conocían por Finisterre (por su lugar de procedencia) y que respondía al nombre de Alejandro Campos Ramirez.
En Noviembre de ese mismo año las tropas del Generalísimo bombardearon la ciudad de Madrid. Alejandro fue hospitalizado y casi pierde la vida en uno de tantos bombardeos. En el hospital Alejandro comenzó a observar el comportamiento de los chiquillos que se encontraban hospitalizados.
Alejandro fue trasladado a Barcelona y al mejorar de su convalecencia, se le asignó la labor de dar clase a los niños del hospital. Este se percató que la mayoría de los pacientes estaban muy aburridos, sobre todo los niños mayores que estaban más interesados en el fútbol que en la lectura, la poesía o la escritura. También se dio cuenta que aunque muchos habían perdido la posibilidad de volver a jugarlo, debido a sus heridas, estos seguían hablando de él con el mismo fervor y devoción que antes de perder su posibilidad de jugarlo.
Entonces "El Finisterre", que era dado a las manualidades y que ya había creado varios inventos caseros, con la ayuda de un amigo carpintero suyo, diseño y creo el primer futbolín, el cuál fue un éxito inmediato entre la chiquillería del hospital.
Posteriormente patentó el invento en Barcelona pero debido a aquella fuga de cerebros que sufrió nuestro país tras la guerra civil, se vio obligado a emigrar a Francia y después a Sudamérica.
En Guatemala, perfeccionó su invento y comenzó a distribuirlo pero sus ideas políticas, lo llevaron a emigrar de nuevo a EEUU. Allí el tema de los juegos de azar estaba bastante controlado por la mafia, motivo por el que Alejandro dejó su idea aparcada, sufriendo desde la distancia como su juego era pirateado en México y el sin un duro, veía como otros se beneficiaban de su juego en la distancia.
Alejandro dio por imposible el recuperar cualquier alegría de aquel juego, hasta que en los años 60 al regresar a España, descubrió que aquél pasatiempos que había creado para los niños del hospital, durante su ausencia, se había convertido en el pasatiempo preferido de los madrileños y que no existía cantina, que se preciase de ser un buen bar de barrio, que no poseyera uno de sus maravillosos juguetes.  
Alejandro finalmente falleció en España en el año 2007 a los 88 años. 
Sirva este escrito como reconocimiento a su invento que tantas horas de disfrute nos ha dejado. Eso sí... sin media ni hueco, por favor.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.

Hubo un tiempo en que el futbolín no entendía de sexos, condiciones, ni momento. 
En cualquier lugar que hubiera un futbolín, se llenaba al instante de parejas.

En Madrid el futbolín debía ser de madera para poder jugarse bien, 
los de metal nunca fueron lo mismo.

Alejandro posando junto a su invento. 
(Fuente ABC)

LA CASA DE TÓCAME ROQUE

¿Quién no ha expresado alguna vez que, esto o aquello, parece la casa de tócame Roque? Pero ¿sabías que dicha casa se sitúa en la calle Barquillo?
Exactamente en la confluencia de la calle Barquillo con la calle Belén, se sitúa un edificio sobre la demolida corrala en la que Don Ramón de la Cruz reflejó en su obra "La Petra y la Juana" los enfrentamientos de las 72 familias en su mayoría de chisperos* se enmarañaban en múltiples revueltas y trifulcas. 
Sin embargo aunque existen varias teorías, todo apunta a que el nombre de la corrala tiene su origen en un incidente más fraternal que vecinal.
Al parecer el edificio fue heredado por dos hermanos sin un testamento que dejara claro para cuál de los dos era la propiedad del mismo. "Tócame a mi" decía uno de ellos, "Tócame a mi" decía el otro que respondía por el nombre de Roque. La discusión fue subiendo de tono hasta el punto de que en toda la calle sólo se escuchaba los gritos de uno y otro adjudicándose la propiedad del edificio, hasta el punto que ya quedó para el resto de vecinos con el nombre de la casa de tócame Roque, y se mantuvo su leyenda aludiendo bajo ese mismo enunciado a cualquier casa que suponga una algarabía o resulte ingobernable.
Además este edificio ha sufrido otra anécdota, que cuenta que el 20 de junio de 1912 un tranvía volcaba chocando contra este edificio, en el accidente falleció una persona y otras 10 resultaron heridas. Más abajo os dejo unas fotografías realizadas por Salazar y rescatadas de la revista Mundo Gráfico.
Por último el edificio originario fue mandado derribar por el consistorio el 23 de agosto de 1849 aunque su leyenda quedaría vinculada para siempre a esta esquina y nuestro vocabulario.

*CHISPERO: Durante el siglo XIX en Madrid existían tres guetos, Los Manolos que dominaban el barrio de Lavapies; Los Majos, que habitaban en el barrio de Maravillas y que es su mayoría eran artesanos, carpinteros y zapateros  y los Chisperos que residían en la calle Barquillo y sus aledaños y que en su mayoría eran herreros. Si quieres saber más sobre ellos te dejo esta entrada 




Fotografías del accidente del tranvía tomadas por Salazar para la revista Mundo Gráfico 

CALLE DEL CODO

Una calle nunca puede elegir el motivo por el que pasará a la historia, y aunque es habitual que su historia suela estar unido al de algún famoso, el motivo no siempre es todo lo decoroso que uno desearía.
Este es el caso de la calle del codo, que sin comerlo ni beberlo ha pasado a la historia por ser el lugar preferido donde Quevedo se paraba a descansar su vejiga.
Por aquel, entonces era habitual que desde las ventanas de las casas se vaciaran los orinales al grito de "Agua vaaa" y que los Madrileños orinaran en las esquinas sin ningún tipo de disimulo.
Pues bien, dado que el tufillo de las calles era importante, la corona, decidió colocar una serie de cruces en los lugares más orinados por los viandantes, con un cartel anunciando que "Donde hay una cruz no se orina".
Una vecina de la citada calle del codo, cansada de que Don Francisco parara a miccionar cada día en la esquina que da nombre a la calle (se llama así por su forma acodada), solicitó que colocaran en su portal una cruz con el citado cartelito. Lejos de solucionarse el problema, para su sorpresa, al día siguiente amaneció una pintada con el siguiente texto, escrito del puño y letra del propio Quevedo. "Y donde se orina no se ponen cruces".
En fin, es triste pero a la pobre calle del codo, no se le conocen muchos más méritos que el de haber sido receptor de tan guarra y célebre anécdota. Al menos sigue siendo una de las calles más bucólicas y encantadoras para aquellos que les guste callejear alejándose del recorrido turístico.
Otra de las curiosidades que la calle encierra, es que para la mayoría es recordada pues en ella se hacían los exámenes de mecanografía, por lo que no guarda un grato recuerdo para muchos.
Por último, señalaros, que su entrada es por lo menos para mi, la entrada de calle más estrecha de todo Madrid, por lo que cuando entréis en ella, no olvidéis mirar hacía arriba y ver como parece que los edificios que le dan paso van a llegar a tocarse en su extremo.





Imágenes propias