EL ÁNGEL DEL JARDÍN

Hoy os traigo unos de esos lugares que a día de hoy se mantiene en nuestra ciudad y que guarda un poquito de nuestra historia.
Se trata de un pequeño vivero urbano que se encuentra en el nacimiento de la calle Huertas (concretamente en el número dos en su esquina con la calle San Sebastián) y que visualmente choca con la zona turística y de copas en la que se ubica.
Este vivero recibe el nombre de El Ángel del jardín, y lleva entre nosotros, en diferentes estados y nombres, desde 1889.
Este solar fue en su día el cementerio de la cercana iglesia de San Sebastián y tan sólo la presencia en él de un ciprés y un olivo, nos podrían desvelar hoy en día su pasado.

En este cementerio tuvo lugar una de las historias de amor más lúgubres de nuestra historia y es que, tal y como nos contó el propio José Cadalso en su obra "Noche lúgubres" el autor acudió a dicho cementerio para intentar desenterrar a su amada.
La historia tiene lugar en los primeros años del 1770, cuando en Madrid triunfa la actriz María Ignacia Ibañez, hija del escritor José Ibañez. La muchacha que al parecer tenía una belleza sin igual y una rubia cabellera que embelesaba a todo Madrid, tenía fama de rompecorazones y de tener su camerino y la salida  de los teatros en donde actuaba, repleta de seguidores y enamorados que la agasajaban con toda clase de regalos y presentes.
Uno de estos enamorados, era el escritor José Cadalso que estaba muy en boga en aquella época. Al parecer el famoso escritor, si recibía compensación amorosa por parte de la actriz, por lo que formaban una de las parejas más célebres del momento, lo cual hacía que la carrera de ambos estuviera más presente en las tertulias y conversaciones de la época.
Pero por desgracia, el amor no les duró demasiado y la pobre María fallecía de tifus el 22 de Abril de 1772 dándole santa sepultura en el cementerio de la iglesia de San Sebastián.
El escritor loco de amor acudía a hablar con su amada y se quedaba allí sentado en lo que hoy es esta precios floristería, hablando con su amada hasta que el párroco, se veía obligado a pedirle que se marchara cada día.
El escritor, que no puede pasar más tiempo separado de su amada, y que incluso llega a tener episodios en los que se cree en presencia suya,  soborna al párroco para que este le ayude a desenterrar el cuerpo de su amada, y así poder pasar los días y las noches noches en su compañía, cosa a la que el párroco, que de fondos no andaba muy boyante,  accede tras el mucho insistir del amado.
Una noche compinchados ambos, comienzan a desenterrar el cuerpo de María, pero antes de que pudieran lograrlo intervienen los guardia del Conde de Aranda, quienes le detienen y le dan el alto.
En presencia ya del Conde, este le intenta convencer de que abandone su locura, por el bien de las letras y de su propia vida, que estaba avocada a la más absoluta de las locuras, pero viendo que el pobre José no podrá por si mismo olvidarse de su amada, lo dispone para que éste abandone Madrid y sea enviado a Salamanca.
Finalmente el bueno de Cadalso fallecería en septiembre de 1782, sin haber podido olvidar a su María, pero habiendo al menos dejado su cuerpo en el cementerio descansando por los restos.
Y hasta aquí esta bella aunque alocada locura de amor, seguro que recordaréis esta historia si volvéis a pasar por dicho vivero de camino a vuestras correrías nocturnas por la calle Huertas. 
Un rincón que sin duda permanece en el tiempo, digno de detenerse a ser disfrutado.
Os recomiendo pasaros por allí y disfrutar del encanto que se respira en su interior.


Imagen tomada de la web del propio jardín
Entre ambas fotografías se pueden ver variaciones en la estructura de la iglesia, estos se deben a que en la noche del 19 al 20 de Noviembre del 36, una bomba de la aviación destruyó gran parte de la iglesia dejándola semi derruida y teniendo que ser reconstruida. En cambio, el Jardín y la casa posterior, parece como si se hubieran mantenido intactas bajo el correr de los años.




¿SABRÍAIS QUÉ ES ESTE DOCUMENTO?

Como muchos supongo habréis supuesto, se trata de la primera instantánea de la que se tiene conocimiento de Madrid, es un daguerrotipo, que era la primera técnica utilizada para la reproducción fotográfica. Su fecha esta datada en 1854 aunque la poca historia que hay sobre ella y que no es demasiado nítida, hace que los profesionales la varíen entre el 1850 y el 1860.
Se trata de esta pequeña imagen de  unos cuantos tejados, lo que se intuye como un andamio de construcción y lo que parece según los historiadores, podría tratarse de la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis en la calle del Carmen.
Según se cree, la imagen fue tomada desde una azotea de la calle Arenal aunque hay otras opiniones que mantienen que se tiró desde el  luminoso del Tío Pepe. 
Su actual dueño la adquirió en una subasta tras alcanzar la nada desdeñable cifra de 32.000€.
No está mal para este pedazo de historia que, como gran parte de ella, ha llegado a nosotros falta de nitidez pero con todo su encanto y misterio.


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EL EDIFICIO CARRIÓN.

Este edificio es sin duda uno de los iconos de nuestra Gran Vía y por ende de nuestra ciudad.
Se edificó entre los años 1931 y 1933 y aunque nuestra memoria nos haga pensar que siempre ha formado parte de él el logotipo de Schweppes, lo cierto es que no siempre ha sido así, anteriormente había un luminoso de la marca de tabaco Camel. La licencia para colocar el luminoso de Schweppes se dio en Agosto de 1972 pero no se otorgó definitivamente hasta Septiembre de ese mismo año, tras tener que pagar la marca las 3750 pesetas que el Ayuntamiento le cobró en concepto de pago por los derechos de ubicación 
En el proyecto inicial el edificio tenía 64 apartamentos, un hotel, una cafetería, un bar, un restaurante una fábrica de agua de Seltz, varias oficinas oficinas, dos salas de fiesta y el cine Capitol que tenía un aforo para 2000 personas (no me preguntéis como, pero así figura en los archivos).
Además el edificio mantiene el privilegio de ser el primer edificio de la ciudad que tenía aire acondicionado, cuya maquinaria ocupaba una habitación entera y fue toda una revelación para la época.
El nombre que tiene se debe a su promotor D. Enrique Carrión.

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EL PRINCIPE DE VERGARA.

Es difícil encontrar un madrileño que no haya pasado alguna vez por la calle Príncipe de Vergara, pero más complicado es encontrar alguien que sepa su nombre o a qué debe el honor de dar nombre a tan famosa calle.
Pues bien el Príncipe de Vergara no es otro que Joaquín Baldomero Fernández Espartero, más conocido por el General Espartero.
La fama de Baldomero se inició cuando se enroló como voluntario en la guerra con los franceses, de allí cruzo el charco para hacer las Américas donde llego hasta el rango de Brigadier. A su regreso a España tras la muerte de Fernando VII pasó a ser capitán del ejército cristino en defensa de Isabel II que luchaba contra los carlistas. En 1839 junto con Rafael Maroto, protagonizó el famoso "Abrazo de Vergara" mediante el que se puso fin a la guerra de los Siete Años entre ambos bandos.
Llegó a ser regente de España en dos ocasiones y en 1870 llegó a tener grandes y poderosos seguidores que apostaron por que fuera suya la corona española. Prácticamente fue protagonista en todas las disputas militares del siglo XIX, lo cual le llevó a atesorar distintos títulos y honores.
Pero aunque su título nos ha llegado hasta nuestros días, debido a sus grandes hazañas que da nombre a su calle con más fuerza que su propio nombre, lo que si que ha perdurado durante la historia han sido los atributos de su caballo. 
Es popularmente conocido el dicho "Tienes más huevos que el caballo del Espartero" la cual se utiliza para alabar la valentía de alguien, y que en verdad se refiere literalmente a los atributos del equino en la estatua que el susodicho y el  General posee en la esquina de la Calle Alcalá con O`donell. Dejando de lado si estos se merecen o no tanto renombre, en cuestión de medidas me declaro incompetente para el juicio, el caso es que así han quedado en nuestro recuerdo cultural y es una expresión muy popular que segurente has utilizado sin saber a que caballo y a que General se refiere.
El último tributo que se conoce al caballo y por consiguiente a su montura, se lo hizo el grupo Mecano, quienes escribieron una canción, la cual nunca llegó a publicarse, sobre el punto de vista del caballo de los famosísimos atributos y las cosas que ocurrían frente a su mirada.

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EL FAMOSO PERRO PACO.

Hoy vamos a hablar de un famosísimo madrileño el cuál no conserva su mérito en el arte de las letras, ni tiene una calle a la que su historia rememora. Su mérito no es otro que el de ser un perro, sin duda uno de los animales más célebres que ha sido vecino de Madrid, este no es otro que el Perro Paco.
La historia comienza en Octubre de 1879 cuando un perro vagabundo decidió entrar en uno de los restaurantes más prestigiosos de Madrid, el Café Fornos, que se encontraba en el cruce de la calle Alcalá con la calle de la Virgen de los Peligros. El caso es que el chucho se coló en el restaurante y resultó simpático al Marques de Bogaraya que estaba comiendo en una de las mesas y lo bautizó con el nombre de Paco, pues aquel día se celebraba la festividad de San Francisco de Asís.
El Marques y el perro comenzaron a hacerse inseparables y como el Marqués era un asiduo al Fornos, éste se pasaba tan frecuentemente a visitar a su generoso amigo, que llegó un momento en que prácticamente el perro era un empleado más de este Café que nunca cerraba, por lo que el perro entre la calle y un distinguido lugar caliente con comida, no tuvo ninguna duda de donde ubicar su nuevo hogar.
La relación fue creciendo y Paco comenzó a acompañar al Marqués al Teatro, a los toros y a cualquier otro lugar donde este quisiera ir. No existía en Madrid portero o conserje que tuviera los bemoles suficientes de negarle la entrada, con lo que los madrileños comenzaron a convertirse en una especie de Paquíbiebers que hubieran invadido de followers el twitter del perro de haber existido en la época. Se escribieron canciones sobre él perro Paco, los diarios escribían sobre su presencia en los eventos como si hubiera acudido alguien de la realeza e incluso un diario bajo el nombre de “El Perro Paco” presumía de contener las opiniones del can sobre política, arte, cultura etc…
Sin duda era el perro que mejor vivía de la capital, hasta que un 21 de Junio de 1882 fue a los toros a ver un funesto espectáculo, el novillero estaba haciendo tan mala faena que Paco se lanzó al ruedo para abroncarle personalmente. El novillero herido en su orgullo lo atravesó con su espada y aunque se le dieron todas las atenciones posibles, Paco no pudo aguantar las heridas y falleció.
La noticia fue un auténtico mazazo en el corazón de los madrileños que lo lloraron por las calles, se habló de él en cualquier diario o tertulia, llegó a mencionársele en el Ateneo y en las propias Cortes e incluso se pensó en crear un museo de animales célebres en su honor, el cual finalmente terminó siendo un museo taurino con la presencia de Paco disecado. 
Finalmente cuando el museo cerró se enterró a Paco en una tumba anónima dentro del Parque del Retiro, para que este no nos abandonara nunca y pudiera seguir disfrutando del cariño desinteresado de todos sus vecinos.
Del torero, nunca más se supo, por lo que pagó con se acero el fin de su carrera.

Tertulia de 1895 en el Café Fornos presidida por Vital Aza.
(Fuente ABC)




Documento con la Polka al Perro Paco
(Fuente todocolección)

 


LOS LEONES DE LAS CORTES

Si preguntamos a cualquier español que nos indique una escultura de bronce de nuestra ciudad, en la inmensa mayoría de los casos, la elección elegida sería la de los leones de las cortes.
Sin embargo estos leones aunque no todo el mundo lo sepa, no siempre tuvieron este aspecto, ni tuvieron la fama que hoy en día tienen.
En un inicio las cortes tuvieron como única ornamentación dos farolas. Como quedaba un tanto soso, encargaron a Ponciano Ponzano que hiciera alguna escultura para presidir la entrada que le diera una mayor presencia y estuviera a la altura del edificio que presidían. Este decidió hacer dos leones de largas melenas los cuales realizó en yeso y los enlució con pintura de bronce. Pero en menos de un año, como era de esperar, estos empezaron a deteriorarse por el clima y los arañazos que los propios madrileños hacían sobre ellos a su paso. Se solicitó al propio Ponzano que los fundiera en Bronce, pero este, entre que se encontraba en la cima de su carrera y que el estado no había respondido a sus pagos, como a él le hubiera gustado por otros encargos, dio un precio totalmente desorbitado, viéndose el Gobierno obligado a rechazarlo de inmediato.
Por ello se dio el encargo a José Bellver, tío de Ricardo Bellver que fue quién realizó la escultura del Ángel Caído del Retiro. Este realizó dos leones de piedra, pero eran tan poco lucidos que el Estado los vendió y hoy pueden verse en la puerta del jardín de Monforte de Valencia.
Se retomó entonces la idea de volver a fundir en bronce los dos leones de yeso de Ponzano, pero el problema era que en aquel entonces no había grandes fundiciones artísticas en España. La idea de fundir los representantes primeros de nuestras cortes fuera de España, fue rechazada de inmediato por la Reina Isabel II, por lo que se pidió ayuda a la fundición del ejército de Sevilla para ver si era viable.
En dicha fundición, aunque no estaban acostumbrados a realizar esta serie de trabajos, dado que sólo hacían trabajos de armamento, tras varias pruebas consiguieron hallar la aleación idónea para el trabajo. Como el presupuesto y el bronce eran escasos en la época, se decidieron coger para el trabajo, unos cañones recaudados en la guerra de Wad-Ras contra el ejército de marruecos, los cuales se fundieron junto con una de las lleves de bronce de la ciudad de Tetuan. Durante estas pruebas de aleaciones, Ponzano llegó a un acuerdo con la corona para rehacer un poco el diseño y colaborar en los trabajos, con lo que colocó una de las patas de cada león sobre una bola y tras otras muchas tantas discusiones y quejas, sobre si los leones deberían volver a la puerta de las cortes y lo inadecuado de la procedencia del bronce que los enlucía, por fin en 1872, siete años después de su fundición en Sevilla fueron colocados en las puertas de las cortes hasta nuestros días.

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Así fotografíó Jean Laurent a los actuales Leones de las Cortes está tomada en el recinto de la Real Fábrica de Artillería de Sevilla.

Los leones en primer plano con su aspecto más fiero. 
(Fotografía propiedad de @madridnube)


Leones de yeso de Ponzano en la puerta de las cortes
  
Leones de piedra de Bellver en la puerta del jardín de Montalban en Valencia

Leones de las cortes fundidos con el bronce de los cañones de la guerra de marruecos.


UNA DE ESPÍAS.

Madrid, tras la segunda guerra mundial, dada la postura “neutral” que mantuvimos durante la misma, se convirtió en un lugar perfecto tanto como puerta de salida de los mandos Nazis hacia América, como de control por parte de las fuerzas aliadas de la correcta salida de dichos mandos hacia un exilio “consentido”.
Por ello no era de extrañar ver a altos mandos de ambas fuerzas pasearse por las calles de Madrid, codeándose con la jet set madrileña y abarrotando las habitaciones del Hotel Ritz.
En esta época (año 1931) una distinguida dama irlandesa llamada Margaret Kearney Taylor pensó que en Madrid no existía ninguna casa de Té a la altura de las que existían en Londres y en otras muchas capitales Europeas, por lo que con la ayuda de sus influyentes amigos, entre ellos el abuelo de los actuales dueños, decidió con mucho ojo abrir las puertas del Salón de Té Embassy, digo con muy buen ojo, pues lo situó en la Castellana nº 12 en un punto muy cercano tanto de la Embajada Alemana (Castellana nº 4), como de la inglesa (Fernando el Santo nº 16) y el Hotel Ritz (Plaza de la Lealtad nº 5).
Esta ubicación y lo selecto de su propuesta, convirtieron dicho salón en uno de los puntos de reunión donde se forjó el futuro de Europa y entre sus cuatro paredes se llevaron a cabo reuniones de espionaje, complots y vaya usted a saber, que otras muchas cosas de las que no nos habremos enterado.
Hoy en día el salón sigue abierto al público como pastelería, restaurante y cafetería, y es un punto de asistencia más que digno para todo aquél que bajo un delicioso café quiera dejar volar su imaginación sintiéndose un espía de los de antaño.

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Foto del archivo de la web del propio Salón.