CINE DORÉ

Hoy vamos a viajar en el tiempo desde el cine Doré, que está considerado el cine más antiguo de Madrid. Abrió sus puertas en diciembre de 1912 y aunque su fachada actual es de 1923, como podemos ver en esta ventana en el tiempo ha tenido tiempos en los que no lucía tan carismática como en la actualidad. Espero que os guste este pequeño homenaje


Fotografía antigua: 1963 autor desconocido Fuente (Beatriz Álvarez Sáez)
Fotografía moderna: 2017 Sergio Moreno

CALLE ATOCHA.

Fotografía antigua:1952 Autor desconocido Fuente (Fotos Antiguas de Madrid)
Fotografía moderna: 2017 Sergio Moreno

¡¡¡¡VAMONOS DE PUTAS!!!!

No os alarmeis ante el título, que no se trata de hacer ningún reclamo para que acudamos en comanda a buscar meretrices, ni nada por el estilo. Pero lo que sí es cierto, es que nos guste o no, seamos más reprimidos o más liberales, lo cierto es que las mancebías y sus moradoras llevan poblando Madrid desde que el mundo es mundo, o al menos desde que el gato es gato.
Vamos a hacer un pequeño recorrido a los siglos XVII y XVIII en los que la prostitución en Madrid comenzó a tener una legislación al respecto, y aunque hoy en día nos pueda parecer una locura, todo estaba más o menos "reglado", o al menos ordenado bajo unas normas que no en todos los casos estaban escritas pero que eran de obligado cumplimiento.
En aquella época existían en Madrid cuatro tipos de meretrices: en primer lugar estaban la clase más baja, que se las conocía como cantoneras. Eran chicas que se apostaban en las calles y que obligatoriamente tenían que cumplir tres requisitos: ser huérfanas o abandonadas por sus progenitores, haber cumplido los doce años y no poseer oficio alguno como sustento. Si cumplían estos requisitos debían pasar una inspección médica para verificar que había sido desvirgada antes de iniciarse en dicha labor y tras pasar dicho examen médico y el obligatorio intento de sacarle de la cabeza semejante modo de vida, si la chica continuaba en disposición, se le otorgaba su licencia para que quedara registrada.
Estaréis pensando que qué estupidez, que la mayoría no haría nada y ejercería igualmente, pero el caso es que era beneficioso para ellas, primero pues así se libraban de que las autoridades las molestaran (al menos sobre el papel, que vaya uno a saber qué ocurría luego en las calles cuando se encontraban con la autoridad) y lo segundo pues durante la cuaresma tenían prohibido ejercer su actividad, por lo que el Concejo las daba pequeñas limosnas para que pudieran mal vivir durante este periodo de tiempo y no cayeran, ni llevaran a nadie a la tentación. De ahí la expresión andar como puta por cuaresma...
El segundo tipo eran las mantenidas, que si bien si tenían que cumplir los mismos requisitos que las cantoneras, perdían el derecho a la limosna del Concejo debido a que tenían un protector bajo el que trabajaban y que era encargado de su sustento durante la cuaresma. Vamos un chulo de toda la vida.
El tercer tipo eran las chicas de mancebía, que normalmente ya habían sido chicas de calle (ya fueran cantoneras o mantenidas) y que huyendo de las inclemencias del tiempo, ejercían en un local al que normalmente acudían las capas más altas y adineradas del Madrid de entonces. Se sabe que grandes reyes, reinas e infantes de nuestra corona han sido fija clientela de dichos locales, pero no seré yo el que revele sus nombres, que ya la historia se ha encargado en ir contando sus vicios y andanzas.
Y por último estaban las tusonas, que normalmente eran mujeres de familia (con y sin marido) que ejercían dicho arte en el interior de sus propias casas, normalmente con el fin de mantener a su familia. Estas no tenían ningún tipo de regulación y existían de todo tipo, capa social y emolumento, pues su actividad podía ser fija o eventual y al ser siempre de puertas para dentro y de boca en boca (nunca mejor dicho) era difícil tenerlas regladas.
Su clientela era normalmente de alta cuna, hasta el punto de que su nombre tusonas provenía de toisonas es decir, las mujeres que se acostaban con los hombres del Toisón y está era una condecoración a disposición de muy poquita gente por lo que se daba a entender que del mismo modo las tusonas eran igualmente exclusivas.
Como podéis ver su actividad estaba bastante regulada, estaban registradas y las mancebías debían pagar un impuesto para mantener su negocio abierto. También eran responsables tanto de la limpieza como de que no se generaran disturbios por el ejercicio de su profesión y podían ser sancionadas tanto por conflictos con otras trabajadoras como por disputas con clientes que alteraran el orden público, que ya se sabe que en este país es mejor ser puta que escandalosa.
Es cierto que existieron leyes en la primera mitad del siglo XVII que prohibieron su ejercicio, pero era algo tan complicado de abolir ya, dado el gran número de mujeres que dependían de ello para subsistir, y que como hemos dicho la corona era una gran defensora de su labor, que nunca se llegaron a ejercer con mano férrea. Lo máximo que lograban era cerrar alguna mancebía de vez en cuando para acallar las voces de los diurnos puritanos, o para conseguir que modificaran su vestuario y que así no fueran confundidas por el resto de las damas de bien.
Imaginaros el poco caso que se hizo a aquellas leyes, que según el censo de 1730 en Madrid había autorizados más de ochenta mancebías en el interior de la Villa y más de 3000 prostitutas regladas. Un dato nada desdeñable para una población que por aquel no llegaba a los 200.000 habitantes.
Y es que ya lo decía el dicho, “En Huertas, más putas que puertas”


Grabado en la Casa de los Vatti en Pompeya (Siglo I D.C)

ATOCHA

En el año 1987 se iniciaron las obras de remodelación de la estación de Atocha, las cuales nos dejaron esta impresionante vista del subsuelo madrileño. Hoy le rendimos homenaje con esta ventana el el tiempo a esta preciosa fotografía de Torroja Ingeniería que nos inmortalizó para la posteridad esta preciosa imagen.


Fotografía antigua: 1987 TORROJA INGENIERIA
Fotografía nueva: 2017 Sergio Moreno.

LA FAENA MÁS EXTRAÑA DE MADRID.

Muchas han sido las corridas que se han realizado en la Plaza de toros de las Ventas o en Vista Alegre, muchas fueron también las que se realizaron en la misma Plaza Mayor, que durante un tiempo fue utilizada como coso taurino pero hasta la fecha la corrida de toros más extraña de la que tenemos constancia ocurrió el 23 de enero de 1928 en la mismísima Gran Vía.
Aquella mañana, durante su traslado hasta el matadero de Legazpi, un toro y una vaca decidieron dar un  paseo por las calles de Madrid, así que a la altura de Virgen del Puerto se desviaron por la Cuesta de San Vicente, pasando por Leganitos, Plaza de España, Corredera de San Pablo, para terminar en la Gran Vía, que aún se encontraba en obras.
Ni que decir tiene el revuelo que se montaba por las calles a su paso. Hasta tres heridos por asta dejo el toro en su encuentro con los viandantes. La vaca fue más sencilla de detener pues además de su talante más dócil, llevaba una cuerda en su cuello lo que facilitó su captura sobremanera.
Pero el toro, como comentábamos no tenía intención alguna de parar su correría y embestía todo cuanto se encontraba a su paso. Por suerte un torero de nombre Diego Mazquiarán, apodado ‘Fortuna’, se encontraba en la calle Gran Vía y no dudó en realizar en plena calle, la faena de su vida.
‘Fortuna’ se quito su abrigo usándolo como capote para lidiar al toro,de repente las aceras y balcones de la calle se fueron llenando de gente que salía de su aterrado escondite para no perderse lo que estaba sucediendo. Al torero le trajeron una espada del Casino Militar pero ‘Fortuna’ lo desechó por dudar de que sirviera para dar muerte al bravo animal, así que pidió que alguien se acercarse a su casa, que se encontraba en la Calle Valverde, para que le trajeran su propio estoque de matar.
Ya con su propio acero en mano, el torero se decidió a entrar a matar mientras el gentío enmudecia ante el espectaculo. Aunque la suerte no fue del todo certera, sirvió para que el animal quedara indefenso y cuando el torero usó su descabello para dar fin al temido animal, la Gran Vía se convirtió en una fiesta y el torero fue aclamado como al héroe del día, recibiendo toda clase de clamores. El maestro fue llevado a hombros hasta el Café Regina en la cercana Calle de Alcalá donde el torero y sus acompañantes pudieron disfrutar a cuenta de la ciudad de todo cuanto decidieron consumir.
Ese mismo año fue uno de los toreros más contratados del país pudiendo demostrar su arte, en casi una veintena de corridas aumentando con ello su caché y la retribución que su valerosa acción pública le trajo a cuenta.





Fotografías antiguas Pepe Campua 23 de Enero de 1928
Fotografías modernas Sergio Moreno 21 de enero de 2017.













BALDOMERA LARRA.

Conocido es el fin que tuvieron los días del célebre autor Mariano José de Larra debido a sus males de amores, pero lo que igual muchos no sabéis, es que si hubiera vivido se hubiera muerto de vergüenza ante los inventitos de su hija Baldomera.
La moza de agraciado nombre tenía cinco años cuando faltó su padre, y ya fuera por la falta de una figura paterna, por que la chiquilla tenía querencia por lo ajeno o por que su marido, miembro de la Casa Real siguió los pasos de Alfonso XII cuando este abondonó el país dejándola con dos criaturas, el caso es que “La Patillas” (así se la conocía por su peinado) inventó como medio de subsistencia lo que más tarde se ha venido a conocer como la estafa piramidal.
El invento que os sonará pues era la base de la estafa del Fórum filatélico, que tan sonados y catastróficos resultados ha tenido para muchos no hace demasiado, consistía en ofrecer rentabilidades muy superiores a las que se ofrezcan en cada época, utilizando el dinero de los nuevos incautos para ir pagando a los que se vengan dando de baja, mientras se consigan más incautos de los que salen, todo parece ir de rositas, pero en el momento que la pirámide se invierte, se descubre todo el pastel, y siempre se quedan un gran número de personas sin cobrar ni la rentabilidad prometida, ni el dinero invertido.
Pues bien eso es precisamente lo que puso en marcha Baldomera, creo la que fue famosa en Madrid como la Caja de Imposiciones, en la que ofrecía rentabilidades que se movían entre un 30% y un 100% de rentabilidad mensual.
Se valora que más de 5000 madrileños cayeron en el engaño y que la moza llegó a poseer una fortuna de más de 20 millones de reales.
En diciembre de 1876, se destapó la estafa de la que muchos llamaban la madre de los pobres (la mayoría de sus clientes eran de bajo nivel económico), con lo que Baldomera cogió todo lo que pudo y salió escopetada para Francia dejando arruinadas a muchísimas familias. Dos años después fue apresada y condenada a seis años de cárcel.
Parece que tras su salida emigró a las américas poniendo tierra de por medio con los muchos madrileños estafados, que imagino que se sentirían mal compensados por una condena tan corta para alguien cuyos actos había arruinado a los más desprotegidos de sus vecinos.
Aunque algo más viejo que la tos, no olvidéis nunca, nadie da duros a peseta.



EDIFICIO CARRION

En 1931 el Marqués de Melín, Don Enrique Carrión y Vecín, decide sacar concurso para adjudicar la construcción de un edificio bajo su nombre, en los terrenos que poseía sobre los que se estaba proyectando el tercer tramo de la reforma de la Gran Vía Madrileña.
Para el trabajo se invitó a seis arquitectos los cuales realizaron sus propios montajes, maquetas y diseño para presentarlos al concurso. Pues bien hoy os traigo esta ventana en el tiempo sobre uno de los fotomontajes que se realizaron dentro del proyecto de Emilio Paramés con J. Rodriguez Cano, el cual nunca llegó a realizarse. Para mi ha supuesto un nuevo reto, pues nunca había tenido la oportunidad de hacer una ventana para volver al pasado de lo que nunca jamás existió.
Espero que os guste esta mezcla de viaje al pasado de lo que pudo haber sido y no fue.


Fotografía antigua: Diego Gonzalez Ragel 1931 (Fuente Historias Matritenses)
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2016.