Dormir bajo el
Ángel. Esta frase se ha utilizado siempre
para referirse a que alguien ha dormido esa noche en la cárcel, por lo que
tampoco es una frase muy usada en determinados ambientes. El origen de la misma viene del siglo XVII cuando en Madrid, la
cárcel, era el Palacio de Santa Cruz, lo
que hoy es el Ministerio de Asuntos Exteriores. Si nos fijamos en el edificio, aún hoy está coronado por un ángel en su parte central, el cual vigila y
custodia quien entra y sale del edificio, de ahí que los ladrones y maleantes
de la ciudad durmieran bajo el Ángel cuando eran arrestados.
¡Vecinas! ¡Los
de la luz! Esta expresión
no es un refrán o algo similar, pero hoy sería tan impensable que me ha
parecido oportuno incluirla.
Realmente esta expresión era es un grito, un grito que
las vecinas de las corralas y los patios interiores, gritaban cada mes cuando
por allí aparecía el cobrador del recibo de la luz. Como una especie de pacto
no escrito, la primera vecina que era cazada por el cobrador, debía salir para
avisar a sus vecinas que éste andaba por el edificio. Instantáneamente todas
las vecinas enmudecían y hacían como que no había nadie en la casa, con el fin
de que su recibo pasara de largo e intentar demorar un poco el costoso pago de
las obligaciones que tan duro se hizo en determinadas épocas.
El perro del
hortelano que ni come ni deja comer. Esta frase se
usa para referirse a alguien que ni disfruta de una cosa ni deja que otros se
beneficien de ella. La frase está muy bien traída pues los perros no son
vegetarianos, por el que son un perfecto guardián de las cosechas del
hortelano, ya que ni harán cuenta de ellas, ni permitirán que otros animales se
las beneficien. Normalmente la frase se atribuye a Lope de Vega, ya que este
escribió una soberbia obra en 1618 con este título, que a buen seguro la hizo
mucho más conocida, pero lo cierto es que no es suya, ya que este la tomo de un
relato corto mucho más antiguo de donde la sacó como título para su obra.
Meterse en
camisas de once varas. Expresión que
se usa para indicar que alguien se está cargando con problemas que no son suyos
o que podía haber evitado.
La expresión viene de la Edad Media. Por aquel,
entonces cuando un padre quería adoptar a un niño, cumplía una especie de rito
por el que se simulaba una especie de segundo parto del chiquillo. Para ello se
usaba una camisa muy grande, en la que el progenitor, con ella puesta, metía al
chico dentro de la camisa y debía sacarlo por el cuello de la misma. Obviamente esa camisa debía ser excesivamente grande
pues padre y niño debían entrar dentro de ella, y como exageración, se decía
que la medida de la camisa era de once varas, cosa del todo imposible, pues
estaríamos hablando de una camisa de más de 9 metros, que ya sea en cualquiera
de sus medidas, parece una medida totalmente desproporcionada para el ritual.
Preciosa fotografía de Catalá Roca con las vecinas asomadas al patio de una corrala.