LA PLAZA DE LA CEBADA.

La Plaza de la Cebada, situada en el concurrido barrio de La Latina, es una de las plazas más antiguas de Madrid, hoy en día está prácticamente ocupada por su Mercado, dicho mercado ocupa esta ubicación desde el siglo XVIII aunque ya desde el siglo XVI se tiene conocimiento de la ocupación de la plaza por vendedores que situaban sus puestos en dicha plaza para vender sus alimentos. En 1958 se instaló el actual mercado mucho más colorido que sus predecesores.
El nombre de la plaza viene dado ya que en la calle cercana del mismo nombre, se separaba la paja del grano de cebada para utilizarla como forraje para los caballos. Con toda seguridad el grano se vendía en la plaza en los citados puestos callejeros junto con verduras, legumbres y tocino y el forraje era enviado entre otros lugares a las caballerizas reales.
También en ella se instaló una de las fuentes que servía de suministro de Agua a los madrileños. Esta se conocía como la Fuente de la Abundancia y abasteció de agua a los madrileños hasta el 27 de marzo de 1840 en que se inició su demolición.
Pero la Plaza también tiene su lado oscuro ya que durante años fue escenario de diversas ejecuciones públicas. En ella dieron su último respiro diversos maleantes y bandidos como son el célebre Luis Candelas y Pedro Chico. En la época de Fernando VII rara era la semana en la que no se instalaba en el centro da la plaza su patíbulo y las iglesias de San Millán y Nuestra señora de Gracias avisaban a los vecinos con sus campanas el desenlace definitivo de los reos.
La Plaza durante los años de la República se denominó la Plaza de Riego, en homenaje al militar y político Manuel del Riego defensor de la constitución de 1808 ante el gobierno de Fernando VII, pero lo cierto es que aunque en ella sí se ajustició al héroe nacional, para asombro de los madrileños este no se mostró frente a su desenlace con la misma valentía que había demostrado durante su vida militar y política.
Por suerte estos espectáculos en nuestros días son vistos como una auténtica locura, cosa que no pasaba en aquellos días, donde poder presidir una ejecución desde alguno de los balcones de la Plaza, estaba a la altura de poder presidir una corrida de toros en la Plaza Mayor.

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 Plaza de la Carros al fondo se ve la Plaza de la Cebada foto de 1925.


 Fuente de la Abundancia en la Plaza de la Cebada

 Mercado de la Cebada

 Plaza de la Cebada en el Plano de Texeira.

Imagen de la Plaza y su mercado

EL RATONCITO PEREZ.

Hace un tiempo, al hablar sobre la calle Arenalcomentamos que sin duda alguna su vecino más famoso era el Ratoncito Pérez, si, si has leído bien, el Ratoncito Pérez vive en esta calle, en concreto en la primera planta del número ocho de dicha calle, pero vamos a ver el motivo.

La historia se remonta a 1886 cuando María Cristina tras la muerte de Alfonso XII regentaba el país en espera de que Alfonso XIII fuera coronado al cumplir los dieciséis años.

El futuro Rey fuera por la muerte de su padre o por su delicada salud, vivió consentido por su mamá, la cuál era capaz de cualquier cosa por conseguir que el niño no derramara una lágrima.

Al cumplir los ocho años de edad ocurrió un suceso que estuvo a punto de desestabilizar los cimientos de la casa real, ALFONSO PERDIÓ UN DIENTEEEE, el niño se preocupó sobre manera por el estado de su sonrisa y por el que su cuerpo se cayera a trozos sin que su madre hiciera nada al respecto. Por ello su madre pidió al Padre Luis Coloma, que era un célebre novelista de la época, que escribiera algo que hiciera que el niño desdramatizara el hecho.

El Padre Coloma que además de ser escritor era profesor (entre otros niños dio clase a Ortega y Gasset) sacó todo su arte del tintero y compuso un cuento de un ratón que acompaña al rey Buby (así era como la reina llamaba al futuro Rey) tras este caérsele un diente.

El ratón en el cuento vive en una caja de galletas Hurley, detrás de un montículo de queso Gruyere en la pastelería Carlos Prast, la cual se encontraba en la Calle Arenal número ocho.

En el cuento original que tiene unas 13 páginas, el ratón y Buby corren una serie de aventuras las cuales consiguieron que el Rey no sólo se olvidara de su preocupación por el diente, también le dio una serie de lecciones morales, con las que el futuro Rey y su madre regente quedaron encantados de por vida.

Aunque la inmensa mayoría de los viandantes lo desconozcan en la primera planta de la Calle Arenal número ocho, continua estando la casa del Ratoncito Pérez, cuyo casa a día de hoy se ha convertido en un Museo en el que se pueden ver varios objetos y curiosidades del célebre ratoncito. Si tenéis niños pequeños (recomendado a partir de 5 años) y pasáis por el lugar, no dudéis en subir a visitarlo seguro que pasáis un rato entretenido y vuestros hijos comenzarán a entrar en la historia de su ciudad con esta historia que seguro que los encanta.

http://www.casamuseoratonperez.es/

Imágenes obtenidas de la propia web de la casa museo


Poema Miguel Hernández

Las puertas son del cielo
las puertas de Madrid.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir.

El pueblo está en las calles
como una hiriente llave.
La tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares.

Ay río Manzanares
sin otro manzanar
que un pueblo que te hace
tan grande como el mar.

Miguel Hernández

EL ÁNGEL CAÍDO

Durante mucho tiempo Madrid mantuvo el honor (o no, según quién lo juzgue) de ser la única ciudad del mundo que poseía una escultura del ángel caído. Esta escultura fue creada en yeso por Ricardo Bellver en 1877 y con ella ganó al año siguiente la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En un primer momento, la escultura fue comprada por el estado por 4500 pesetas, con la idea de mandarla a la Exposición Universal de 1878 por lo que el propio Bellver tuvo que realizar una réplica en bronce, ya que en dicha exposición, sólo se admitían obras en mármol y bronce. Para ello se utilizó la obra original para crear el necesario molde sobre el que realizarla en el actual estado. 
En 1879 el director del Museo Nacional decidió que la escultura debía exhibirse en público, no sin un gran revuelo del puritanismo de la época, que entendía como una blasfemia el dar un puesto de honor en la ciudad a Lucifer.
Finalmente en 1880 Francisco Jareño diseño el pedestal sobre el que está expuesta en el parque del Retiro desde el 29 de abril de ese año, convirtiéndose durante años en la única escultura de cuerpo completo de todo el mundo que representaba a Lucifer. 
Más tarde se descubrió que en Milán también tenían un homólogo en el monumento al Traforo del Freju, claro que esta no conserva una extrañísima característica y es que la obra del Retiro, subida en su pedestal, se encuentra según los expertos a 666 metros de altura sobre el nivel del mar. Precioso número para los amantes a las cábalas satánicas... que cada uno decida si esta característica es humana, divina o demoníaca.
Muchos años después, otro ángel caído, cayó en Madrid, estrellándose contra una azotea de la Calle de los Milaneses, cerca de la Calle Mayor, dejando a Madrid como la única cuidad del mundo con dos esculturas públicas del denostado ángel, aunque éste último es más un accidente aéreo que un ángel caído a los infiernos.

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Ángel Caído del Retiro



Ángel Caído de la Calle Milaneses (Andrés Lozano Bojados)


Foto del archivo de ABC


VÁMONOS AL PRADO!!!

A cualquiera que le digas en Madrid “Vámonos al Prado” entenderá sin duda que vas al mejor museo de nuestra ciudad y uno de los más imponentes museos pictóricos del mundo, pero hoy no vamos a hablar de este Prado, lo dejaremos para otro día, hoy vamos a hablar del Paseo, del Paseo del Prado, una de las calles con mayor repertorio cultural del planeta. En él, además del Museo del Prado, que fue convertida en pinacoteca por Fernando VII hacia el 1819 y cuyo edificio es obra de Juan Rivera, se encuentran el Museo Thyssen, el Museo Reina Sofía, el Centro Cultural Caixa Forum, el Jardín Botánico y la cuesta de Moyano; prácticamente imposible reunir en tan corto espacio un catálogo cultural más variado, atractivo e impresionante.
Pero el precioso y culto Paseo de hoy en día, poco tiene que ver con el que era en tiempos de Felipe II cuando este le dio el nombre que hoy en día mantiene. Por aquel entonces, al rey le gustaba dar paseos por dicha Alameda y mandó construir un precioso estanque en el que se representaban obrillas de teatro sobre un tablao flotante y las cuales no siempre terminaban todo lo secas que sus intérpretes deseaban. Junto con estas obrillas de teatro, dicha Alameda también era el lugar elegido por los madrileños para todo tipo de intrigas, duelos y resolución de conflictos, así como para bajo su escasa luz tener todo tipo de desenlaces amorosos. En otras palabras, el Prado, era el picadero preferido de Madrid y era raro que no tuviera allí lugar, en el interior de un carruaje furtivo, cualquier desenlace amoroso iniciado en la Villa y Corte.
 “…al anochecer iré
al Prado, al coche arrimado;
luego, en la calle embozado:
ved si advierte bien mi amor
horas de calle Mayor,
misa, reja, coche y Prado.
Llegó a escribir Calderón en boca de uno de sus personajes en la obra “Hombre pobre, todo es trazas”.   
Quizá, los protagonistas de estos lances furtivos, no pensaron nunca que como testigo de sus amores y correrías, el tiempo erigiría tan impresionante Paseo, pero así ha querido el tiempo que fuera y hoy podemos disfrutar de los placeres de este Paseo, aunque sea en términos bien distintos a los de antaño.

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Alameda del Paseo del Prado 


 Fuente de Neptuno a principios del siglo XX

 La fuente de Neptuno también fue protegida durante la Guerra Civil.

 Paseo del Prado y Neptuno hacia 1820.



Fiesta en el Jardín Botánico de Luis Paret Alcazar.


EL RASTRO

Creo que no ha existido Madrileño que no haya pasado un domingo mañanero en el rastrillo más famoso del país, pero el nombre del Rastro no está relacionado directamente con el rastrillo, no, su nombre viene de un rastro muchísimo más desagradable.
El nombre de EL RASTRO viene dado pues la calle en la que se ubica dicho mercadillo es en la Rivera de Curtidores, esta se llama así pues en este lugar se aglutinaban los artesanos curtidores de aquel Madrid antiguo. Según los registros de la época en aquel Madrid existían dos mataderos municipales, el primero sito en la Plaza Clara del Rey y el segundo en la ribera de Manzanares. Pues bien el nombre del Rastro viene del reguero de sangre con el que los animales aún sin desollar pintaban la calle en su macabro viaje desde dichos mataderos hasta la citada ribera en la que los curtidores convertían su piel en toda clase de artesanales creaciones.
Posteriormente, cuando el mercadillo comenzó a celebrarse en la plazuela del Rastro, los madrileños indicaban a quienes desconocían su ubicación diciendo "Es fácil llegar, tú sigue el rastro" de ahí que el nombre haya quedado durante todo este tiempo, y aunque la plazuela desapareciera, el mercadillo esperemos que siga por muchos años más con tal original nombre.
Sin desmentir lo anteriormente explicado, dado que ha llegado a nuestros días documentado por escritores como Cervantes o Covarrubias, algunos famosos historiadores también añaden que el término rastro, también se refiere a lo que entonces eran las afueras de la ciudad, donde terminaba la jurisdicción de los alcaldes de la corte o alcaldes del rastro, como se los denominaba, dado que fuera de sus jurisdicciones se perdía el rastro de los criminales y malhechores.

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FOTOGRAFÍAS (MADRID GUERRA CIVIL)


Hoy no os dejo ningún texto escrito, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, aquí tenéis mi selección de fotografías de Madrid durante la Guerra Civil.

Unos chicos sacan a la Diosa de sus protecciones.

La Cibeles protegida en su encierro.

Otra toma de la Cibeles protegida-

Desenterrando a la Diosa. Tras una guerra el más divertido de los juegos

Madrileños protegiéndose en el Metro de los bombardeos.

Facultad de Filosofía y Letras de la universidad Central (Complutense).

La Gran Vía siendo bombardeada.

Plaza Mayor preparándose para los bombardeos.


Puerta de Alcalá durante la guerra.

 La Puerta de Toledo observa como cavan trincheras.

 Día a día durante una guerra.

Una bomba llega hasta el Metro.

Milicias Republicanas desfilando por Madrid.

Uno de los muchos edificio bombardeados en nuestras calles.

Niñas protegidas bajo un arco de mampostería.

LA BIBLIOTECA NACIONAL

El paseo de Recoletos es sin duda el jardín público, más antiguo de Madrid. 
Va desde la plaza de Cibeles a la plaza de Colón y forma junto al paseo del Prado y a la Castellana la columna vertebral de nuestra ciudad en su estado actual.
Debe su nombre a un famoso convento de agustinos recoletos que se hallaba en el siglo XVII y que tenía el pintoresco nombre de Convento Copacabana.
En el solar de lo que entonces era dicho convento, hoy se erige para orgullo de nuestra lengua la biblioteca nacional, donde desde su fundación en 1895, tienen el honor de conservar un ejemplar de todos y cada uno de los libros que se escriben en nuestro país. Aún continúa vigente esta norma con el Deposito Legal, por la que cualquier escritor al registrar su obra está obligado a entregar un ejemplar en depósito para la Biblioteca Nacional.
En ella a día de hoy se conservan más de 26 millones de libros y es con mucho una de las joyas de nuestra ciudad a la que habitualmente no se le da la importancia y majestuosidad que debiera. En ella se conservan por ejemplo el texto original del Cantar del Mio Cid, la primera edición del Quijote, dos códices de Leonardo da Vinci, un códice de la divina Comedia de Dante o un manuscrito con la minúscula letra de Borges que fue adquirida en una subasta por 19.000 libras esterlinas y que la manía del escritor de destruir sus hojas manuscritas la ha convertido en una rareza extremadamente valiosa.
Desde aquí nuestro pequeño homenaje del día a este paseo y a la Biblioteca Nacional cuya labor de conservación de nuestra lengua y nuestro legado escrito no estará nunca suficientemente reconocido.
Mi recomendación, visitarla, es un lujo de nuestra ciudad.



Fotos propias año 2015.

Convento Copacabana de los agustinos recoletos

Paseo de Recoletos con dos carriles para coches y uno central para los carruajes.