Existen diversas historias y procedencias de cómo,
quién y donde se inventó el futbolín, pero nosotros vamos a contar ésta que
está contada por su propio protagonista, es la que más datos conserva y que
además está vinculada a la ciudad de Madrid.
En Madrid en el año 1936, en pleno estallido de la
Guerra Civil, vivía un poeta al que todos conocían por Finisterre (por su lugar
de procedencia) y que respondía al nombre de Alejandro Campos Ramirez.
En Noviembre de ese mismo año las tropas del
Generalísimo bombardearon la ciudad de Madrid. Alejandro fue hospitalizado y
casi pierde la vida en uno de tantos bombardeos. En el hospital Alejandro comenzó a observar el comportamiento de los chiquillos que se encontraban hospitalizados.
Alejandro fue trasladado a Barcelona y al mejorar de
su convalecencia, se le asignó la labor de dar clase a los niños del hospital. Este se percató que la mayoría de los pacientes estaban muy aburridos, sobre
todo los niños mayores que estaban más interesados en el fútbol que en la
lectura, la poesía o la escritura. También se dio cuenta que aunque muchos
habían perdido la posibilidad de volver a jugarlo, debido a sus heridas, estos
seguían hablando de él con el mismo fervor y devoción que antes de perder su posibilidad de jugarlo.
Entonces "El Finisterre", que era dado a las
manualidades y que ya había creado varios inventos caseros, con la
ayuda de un amigo carpintero suyo, diseño y creo el primer futbolín, el
cuál fue un éxito inmediato entre la chiquillería del hospital.
Posteriormente patentó el invento en Barcelona pero
debido a aquella fuga de cerebros que sufrió nuestro país tras la guerra civil,
se vio obligado a emigrar a Francia y después a Sudamérica.
En Guatemala, perfeccionó su invento y comenzó a
distribuirlo pero sus ideas políticas, lo llevaron a emigrar de nuevo a EEUU.
Allí el tema de los juegos de azar estaba bastante controlado por la mafia,
motivo por el que Alejandro dejó su idea aparcada, sufriendo desde la
distancia como su juego era pirateado en México y el sin un duro, veía como
otros se beneficiaban de su juego en la distancia.
Alejandro dio por imposible el recuperar cualquier
alegría de aquel juego, hasta que en los años 60 al regresar a España,
descubrió que aquél pasatiempos que había creado para los niños del hospital,
durante su ausencia, se había convertido en el pasatiempo preferido de los madrileños y que no existía cantina, que se preciase de ser un buen bar de
barrio, que no poseyera uno de sus maravillosos juguetes.
Alejandro finalmente falleció en España en el año 2007
a los 88 años.
Sirva este escrito como reconocimiento a su invento
que tantas horas de disfrute nos ha dejado. Eso sí... sin media ni hueco, por
favor.
Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu
parecer.
Hubo un tiempo en que el futbolín no entendía de sexos, condiciones, ni momento.
En cualquier lugar que hubiera un futbolín, se llenaba al instante de parejas.
En Madrid el futbolín debía ser de madera para poder jugarse bien,
los de metal nunca fueron lo mismo.
Alejandro posando junto a su invento.
(Fuente ABC)
Eran mejores los de madera, porque se podia pisar la bola y hacer la muñequilla, con los de metal eran muy pesados y los jugadores tenian las piernas separadas y era mas dificil
ResponderEliminarCuantas partidas son mejor los d madera k los metalicos podias dar mejores efectos y menos pesados
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