Hoy
vamos a recorrer estas dos callecillas del centro de Madrid, próximas a la
plaza de Tirso de Molina y las cuales mantienen la rareza de que su origen es
el mismo.
Dada
la proximidad de ambas y tener un nombre tan vinculado, guarda cierta lógica,
pero bueno, nunca está de mal conocer el verdadero motivo.
La
historia viene del siglo XVII en el que allí existía una casa conocida por la
Casa del Inquisidor. En ella un maestro de esgrima tenía alquilado el patio
interior en el que impartía su oficio. Por ese motivo decidió colgar de una
cadena, una gigantesca espada, en el exterior de la casa, como reclamo para que
los viandantes pudieran localizar su negocio.
Aunque
el maestro de esgrima tenía célebres alumnos como la familia Lope de Vega, el
caso es que su situación financiera no era demasiado boyante, por lo que cuando
el dueño del edificio decidió tirarlo abajo para construirlo de nuevo, se quedó
con aquella gigantesca espada la cuál en teoría había pertenecido a un noble
Francés, como pago de la deuda del maestro.
Al
parecer las obras fueron paradas por un litigio que el propietario mantuvo con
los frailes de la Merced, sobre la medianera del edificio que intentaba
demoler. Por ese motivo la espada quedó suspendida en aquél lugar dando nombre
a la calle de la Espada.
El
maestro de esgrima mientras tanto, y dado que no quería perder a su clientela,
convenció a un librero que tenía un patio abierto, muy próximo al lugar donde
había estado dando sus clases.
El
sonido de los floretes restallando pronto provocó que los curiosos se pararan
frente al patio, para ver las clases que el maestro impartía. Pronto la
algarabía de gente provocó dos cosas, una que ya todo el mundo conociera la
calle como la calle de la Esgrima, y otro que gran parte de los “gallitos”
madrileños acudieran a las calles aledañas, para medir sus habilidades con la
espada con los alumnos del afamado maestro, por lo que las autoridades se
vieron obligadas a impedir el paso a la zona de cualquier persona armada que no
estuviera relacionado con la escuela.
Algunos
años después, el maestro de esgrima cerró su escuela, pero aún su recuerdo
quedaría para la posteridad por el nombre de ambas calles y por la espada
inicial, la cual estuvo muchos años más colgada de su cadena, hasta que el
Duque de Alba, Antonio de Silva y Toledo, decidió comprarla e incluirla en su colección
personal, atraído por el carácter histórico del arma.
Pero la calle de la Espada guarda dos anecdotas más. Al parecer a
finales del siglo XVIII regentaba un local una joven señorita la cual durante
un robo fue asaltada y agredida hasta el punto de estar a punto de morir. La
chica debido al miedo que el suceso le originó decidió irse a Cataluña en donde
años después conoció a un joven con el que se casó. Ambos cruzaron el charco
emprendiendo las Américas en busca de un futuro mejor, y así lo hicieron hasta
que años más tarde, un fortuito incidente, la llevaron a encontrar entre las
pertenencias de su marido un objeto que la habían robado en aquel robo,
descubriendo para su infortunio, que tratando de huir de aquel incidente, acabó
casándose con su verdadero agresor, quién tras su confesión no volvió a ver a
su amada.
Por último, en esta calle, concretamente en el número 3, nació la escritora infantil Gloria Fuertes el 28 de julio de 1918. Sirva este detalle como homenaje a los buenos ratos que nos hizo pasar en nuestra juventud.
Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.
Calle de la Esgrima.
Foto fuente de caminandopormadrid