Continuamos con nuestro recorrido por los dichos
madrileños con:
“Acabar como el
rosario de la Aurora” la expresión
inicial era acabar a farolazos como el rosario de la Aurora y se refiere a un
momento concreto de la historia castiza, la historia viene de que en la calle
de los Remedios se encontraron la cofradía de la Aurora, que salía de procesión
desde el convento de San Francisco el Grande con otra procesión del asilo de
Santa Catalina de los donados. Ambas procesiones entraron en la angosta calle y
se generó una acalorada discusión sobre quién tenía la preferencia de paso. La
cosa se fue saliendo de madre y los cofrades de la Aurora, que portaban unos
largos faroles en la cabecera de la procesión la emprendieron a farolazos
contra los cofrades rivales. No sabemos muy bien como terminó el conflicto pero
por lo que se indica en el dicho…
“El tonto del
bote” algunos madrileños piensan que es
una expresión sin origen, pero verdaderamente el tonto del bote, era una
persona concreta. Su nombre era Julián y vivió en el Madrid de mediados del
Siglo XIX.
El pobre Julian se ponía en la puerta de San Antonio del
Prado a pedir limosna con un bote de suela en la mano, el cual acompañaba de un
sonido gutural con el que atraer la caridad de sus compasivos donantes.
Así lo relató Dionisio Chaulié en si libro «Cosas de
Madrid» (tomo I. «Memorias íntimas». Madrid, 1886) y así nos ha quedado en
nuestro recuerdo popular.
“Eso no me lo
dices en Cuatro Caminos” Esta expresión
también ha caído en desuso pues con el paso de los años ha perdido por completo
su significado. En el principio del siglo XX se juntaba en la barriada de
Cuatro Caminos una cantidad ingente de matones y pendencieros. Con ella solían asustar
a sus oponentes como intentando decir ten cuidado que no sabes con quién te
estás jugando los cuartos…
“No te comes ni
una rosca” Esta expresión es más castiza que
un chotis y se refiere a la costumbre que tenían los chulapos de acercarse a
sus chulapas ofreciéndoles las rosquillas tontas y listas que tan tradicionales
eran en los festejos de San Isidro. Esta expresión se utilizaba como mofa para
aquel chulapo que pese a su empeño no conseguía invitar a chulapa alguna a
compartir sus rosquillas. Es sin ninguna duda la versión antigua del “pagafantas”.
“Estar al loro”
esta entenderemos que es una expresión madrileña
aunque no son estos los verdaderos originarios de ella. La expresión se generó
durante la Guerra Civil, cuando los soldados italianos que apoyaron las fuerzas
nacionales gritaban al ver un avión republicano “SONO LORO” (son ellos) la
expresión debió hacer mucha gracias los
madrileños pues desde entonces se quedaron con la expresión para referirse a
estar pendiente de algo.
Ilustración del Tonto del bote publicada por la revista taurina «Palmas y Pitos» en 1914.
Biblioteca Nacional.
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