¿Sabías que el término gilipollas es
una expresión madrileña?
Pues así es, aunque no sea para nada
nuestro mayor orgullo, ni la mejor contribución a la riqueza lingüística de
nuestro idioma, parece ser que el origen de esta expresión nació en las calles
de Madrid.
El inicio viene del siglo
XVII en aquella época vivía en Madrid un fiscal del Consejo de Hacienda que
respondía al nombre de Don Baltasar Gil Imón de la Mota, y el que da nombre a una pequeña
calle que va desde la Ronda de Segovia al Paseo Imperial, bueno realmente la calle tomo el nombre de uno de los portillos y puertas de Madrid el cuál se llamaba el Portillo de Gil Imon o de Gilimón, y se encontraba en el mismo sitio donde comienza la travesia cercana a la calle y ésta sí que tomaba el nombre de nuestro personaje en cuestión.
Bueno al grano, por lo visto, el bueno de Baltasar tenía tres hijas, dos de ellas sobre todo, las cuales no eran demasiado agraciadas, ni poseían una
inteligencia capaz de deslumbrar a ningún hombre casadero. Las jóvenes que respondían al nombre de Fabiana y Feliciana, además de no ser demasiado inteligentes ni deslumbrar por su físico, eran bastante aficionadas a las bromas de mal gusto y a hacer gala de lo poco que habían tomado de la educación que sus padres les dieron, solían dejar al bueno de su padre en constante rubor público sin importarles demasiado el daño que esto le provocaba.
Don Baltasar, que de amor de padre estaba sobrado, lejos de resignarse en
dejar a sus niñas sin
catar las mieles del matrimonio, solía pasear con ellas del brazo por cualquier
lu gar donde la soltería madrileña se mostrara.
Tal era su insistencia del padre, que
en las calles de Madrid comenzó a hacerse habitual el comentario en tono de sorna de... “por ahí
camina Don Gil con sus pollas” (polla refiriendose, según sigue a día de hoy recogiéndose en
el diccionario de la Real Academia Española, a coloquialmente hablando, una
mujer joven).
Tanto se repitió la mofa de “Don Gil y
sus pollas” que acabó derivando en el actual gilipollas que se utiliza ya como
un insulto con la mayor naturalidad sin saber que en verdad se refiere a las
hijas de Don Gil Imón y a los repetidos escarnios que el pobre padre tuvo que pasar por el bien de sus hijas. Así que ya sabes, cuando estas refiriéndote a alguien por el término gilipollas, no haces otra cosa que traer al recuerdo los pesares del pobre Baltasar para con sus hijas.
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Revista Blanco y Negro del 4 de marzo de 1917, se incluye un poema titulado "Las Gilimonas", de Tomás Luceno
Cuadro de la calle Gil Imón en el siglo XX (Autor Sacha)
Recorte del ABC.
Plano del portillo de Gil Imón
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