Mucha gente desconoce que la mayor obra
literaria de nuestra lengua, tuvo no una, sino dos segundas partes. La primera de ellas escrita
por un autor anónimo, bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, se
publicó en Tarragona en 1614. No se sabe ciertamente quien fue su autor, pero
sí se sabe que no debía de tener mucho cariño a nuestro célebre autor, ya que en
el prólogo de la misma obra, lo deja bastante mal parado tachándolo de
viejo decrépito y de otras lindezas.
A su publicación el propio Cervantes ya tenía muy avanzada su segunda parte y
debido a su publicación, la cual no le sentó demasiado bien que digamos, y a su
estado de salud que era algo complicado (murió sólo un año después a los 68 de
edad), acució el terminar la publicación de su segunda parte, para de alguna
forma, arruinar las esperanzas de éxito que su imitador hubiera esperado
obtener.
Es más que probable que esta segunda parte
fuera escrita íntegramente en Madrid dado que sabemos que en 1608 Cervantes se
traslada de Valladolid a la casa donde murió en la Calle León esquina calle
Francos, y el propio Cervantes y su mujer desearon ser enterrados en el
convento de las Trinitarias, (donde hace poco se han encontrado por fin sus
restos, o al menos eso parece) y donde una de sus hijas estaba ingresada como monja.
El 30 de Marzo de 1615 recibió de
parte de la corona la autorización para poder imprimirla y ese mismo año,
utilizando los talleres de imprenta de Juan de la Cuesta (mismo impresor que
había utilizado para imprimir la primera parte diez años antes) se publicó la
segunda parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
En el número 7 de la calle San Eugenio de Madrid, en el edificio donde estaba
situada la imprenta donde se editó, quedó para nuestro recuerdo una placa
conmemorativa de dicho evento.
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