Hoy vamos a repasar un poco la historia de
ésta mujer, que si bien no está ligada directamente a Madrid, sí que nos da una
imagen de enredos y conspiraciones, que ya repasamos cuando hablamos sobre el
café Embassy de Madrid y que en gran parte se manejaron en un Madrid que se
mantenía “neutral” a una guerra que conmocionaba y manejaba el mundo entero.
Seguro que os despierta alguna curiosidad sobre su personaje.
Margaretha Geertuida Zelle, que así se llamaba la Mata, nació en
Holanda, más concretamente en Leeuwarden un 7 de agosto de 1876, su madre Antje
Van der Meulen era procedente de la Isla de Java y aunque
he visto algunos escritos que contaban que fue ella la que le dio su toque
artístico en el baile, eso es algo poco probable, dado que esta falleció cuando
la pobre Margaretha sólo tenía 6 años.
Por ello se crió bajo los protectores,
muy muy protectores brazos de su padre Adam Zelle, un sombrerero holandés, que
intento cubrir la ausencia de una madre, dando a Margaretha todos los caprichos
que esta tenía. Quizá por ello la niña desde muy pronto desarrolló una tendencia
a la manipulación masculina, y sobre todo a los uniformes, por los que desde
muy joven sintió cierta atracción. Con tan sólo dieciocho años, contesto a un
anuncio de contactos en el que el oficial holandés Rudolf John McLeod buscaba
esposa, y se casó con él tan solo un año después.
Pero la joven Margaretha no parecía
llamada a vivir una vida de amada esposa tranquila y sosegada, y tan solo
cuatro años después sufrió la muerte de su hijo envenenado, y como la relación
con su marido se enturbiaba tristemente, estando la familia afincada en Java debido al
destino de su marido. Cansada de los malos tratos y las borracheras de su
marido, cuando la familia retornó a Europa, se largó a París, sin su hija pequeña,
de quién perdió la custodia en un juicio, y aprovechando los rasgos exóticos
heredados de su madre, así como su belleza, consiguió hacerse pasar por
bailarina, imitando los bailes que había visto durante su residencia en
Indonesia, para comenzar su carrera bajo el sobrenombre de Mata Hari, cuya
traducción sería “Ojo del Amanecer”.
En París rápidamente se convirtió en una
estrella y comenzó a visitar otros países en sus giras. Entre ellos estuvo en
Madrid donde llegó en 1915 al Central-Kurssal y al teatro Alhambra entre otros, y donde despertó los deseos de lo más granado de la nobleza madrileña. Era
habitual verla en el Café Gijón y en los mejores locales madrileños a los que
siempre acudía muy bien acompañada.
Este interés desmedido que desataba entre
los hombres la llevo a mantener relaciones, más o menos intensas, con
importantes mandos de ambos bandos, como eran el capitán alemán Von Kalle, con quien mantuvo un sonado romance en el
Palace de Madrid (aunque ella era más asidua del Ritz); con el cónsul alemán en
Amsterdam Eugen Kraemer o con el oficial ruso Vadim Masslov quién se dice que
fue el único amor verdadero de su vida.
El caso, es que es que esta situación de
privilegio de poder moverse con soltura por las costuras de ambos bando la
llevaron a convertirse en espía doble y fue el jefe del contraespionaje
francés, el capitán Ladoux (supuestamente propuesta por su amor, el oficial
ruso Masslov) quién, en la visita que ya hemos comentado en 1915, ya la había encargado
personalmente, de hacer seguimiento al embajador alemán en Madrid, quién sin
desmerecer para nada sus encantos femeninos, no terminó nunca de caer en sus
redes ni de fiarse de ella al completo.
El caso es, que según se dice, la cupletista Raquel Meller la denunció, por lo que al regresar a París, fue detenida en París un 13 de
febrero de 1917 y fusilada un 15 de octubre de 1917, tras un juicio que duró
escasas horas y en el que no existían grandes pruebas de su culpabilidad, salvo
el testimonio de algún amante despechado, algunas hipotesis en las que se basó el arresto y una carta enviada por Margaretha desde Madrid y que fue interceptada en la Torre Eifel, y en la que al parecer, se podía intuir su labor
de espía en la sombra.
El caso, es que pocas
dudas quedan a día de hoy, de que realmente fuera culpable de espionaje y de
que su paso por Madrid, no dejó a prácticamente nadie indiferente, aunque hoy
nos parezca que quizá la pena y el juicio fue algo precipitado y desmedido.
Pelotón de fusilamiento que terminó con la
vida de Mata Hari representado para el cine
Detalle de la ficha de detención de
Mata Hari
Imagen de Mata Hari en todo su esplendor