La Torre de los Lujanes que se encuentra en la Plaza de la Villa, es posiblemente el edificio privado más antiguo de la ciudad de Madrid, sobretodo su torre que es de principios del siglo XV. En un inicio fue la residencia de Gonzalo García de Ocaña, contador Mayor del Reino, hasta que alrededor de 1450 Pedro Lujan que era camarero del Rey Juan II, se la compra por 181.000 maravedíes, una cantidad nada irrisoria para aquella época.
La casa es un poco más moderna y sirvió de abrigo a la familia Luján, una de las familias más poderosas del medievo madrileño, desde 1494 en que la construyó Juan de Lujan, hasta el fallecimiento de la condesa de Castroponce María de la Peña de Francia Casimira Luján en 1814.
Algunos historiadores mantienen que los Lujanes se vanagloriaban de la importancia de poseer su casa en este lugar, dado que la Plaza de la Villa era en la época el sitio donde se instalaba el Mercado (epicentro social del pueblo de Madrid en la época) y estaba muy próximo al templo (lugar de reunión del Concejo madrileño). Por lo que desde su torre se podía controlar tanto los rumores del pueblo, como las tramas de los poderosos de la ciudad.
A principio del siglo XIX se eligió esta torre para ubicar la estación del telégrafo óptico de la línea Madrid-Aranjuez debido a que era sin duda una de las torres más altas de la ciudad o al menos de las más altas de su entorno. Desde 1858 se convirtió en sede de varias sociedades y entidades, como la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas o la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales
Pero la que posiblemente sea la historia que ha mantenido el edificio en pie hasta nuestros días, es muy posiblemente un bulo que se ha ido manteniendo a lo largo de la historia, y es la leyenda que cuenta que el Rey Francisco I de Francia fue hecho prisionero en la batalla de Pavía. Carlos V que estaba débil de salud, ordenó que lo trajeran en Madrid ante su presencia, pero como el Alcázar no estaba aún terminado, ordenó que su “invitado” fuera recluido en la Torre de los Lujanes para ser llevado ante su presencia. La leyenda cuenta que Carlos V con la idea de hacer postrarse al rey de Francia en su presencia ordenó poner unos tablones en la parte alta de la torre, con la idea de que el rey Francisco que no era ningún pequeñajo tuviera por fuerza que inclinarse para salir por ella, dando al Rey Carlos V la imagen de que su pueblo viera al rey de Francia agachado ante su presencia en la plaza más concurrida de Madrid. EL caso es que el Rey de Francia que de tonto no tenía un pelo, se olió la jugada por lo que en vez de salir e frente y agachado, salió de espaldas, mostrando su culo al rey, jugada que convertiría el intento de humillación en burla para su emisor.
Lo que realmente ocurrió fue que Francisco I fue apresado en la batalla de Pavía y estuvo residiendo bajo “libertad” vigilada en la Torre de los Lujanes. El Rey de España se encontraba en Toledo y se negó a recibirle hasta que este no aceptara las condiciones de paz entre ambos monarcas, enemistad que ya venía de largo. Francisco I no estaba muy por la labor ya que las condiciones impuestas no le parecían razonables, pero al caer enfermo, el rey Carlos V decidió ceder y visitarle antes de que aceptara sus condiciones, no fuera a morirse bajo su cautiverio y en vez de conseguir la paz se enrevesada todo mucho más.
La primera entrevista se produjo en el Alcázar el 28 de septiembre de 1525, momento en el que el Francisco I le espetó ¿Venís a ver si la muerte de vuestro enemigo os librará de vuestro prisionero? A lo que Carlos V contestó: No sois mi prisionero sino mi amigo y mi único deseo es daros la libertad y lo que podáis esperar de mí. Cosa que, aunque un poco forzada, originó que se destensaran las rivalidades entre ambos monarcas y que el 14 de enero de 1526 se firmara el primer tratado de Madrid.
La casa es un poco más moderna y sirvió de abrigo a la familia Luján, una de las familias más poderosas del medievo madrileño, desde 1494 en que la construyó Juan de Lujan, hasta el fallecimiento de la condesa de Castroponce María de la Peña de Francia Casimira Luján en 1814.
Algunos historiadores mantienen que los Lujanes se vanagloriaban de la importancia de poseer su casa en este lugar, dado que la Plaza de la Villa era en la época el sitio donde se instalaba el Mercado (epicentro social del pueblo de Madrid en la época) y estaba muy próximo al templo (lugar de reunión del Concejo madrileño). Por lo que desde su torre se podía controlar tanto los rumores del pueblo, como las tramas de los poderosos de la ciudad.
A principio del siglo XIX se eligió esta torre para ubicar la estación del telégrafo óptico de la línea Madrid-Aranjuez debido a que era sin duda una de las torres más altas de la ciudad o al menos de las más altas de su entorno. Desde 1858 se convirtió en sede de varias sociedades y entidades, como la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas o la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales
Pero la que posiblemente sea la historia que ha mantenido el edificio en pie hasta nuestros días, es muy posiblemente un bulo que se ha ido manteniendo a lo largo de la historia, y es la leyenda que cuenta que el Rey Francisco I de Francia fue hecho prisionero en la batalla de Pavía. Carlos V que estaba débil de salud, ordenó que lo trajeran en Madrid ante su presencia, pero como el Alcázar no estaba aún terminado, ordenó que su “invitado” fuera recluido en la Torre de los Lujanes para ser llevado ante su presencia. La leyenda cuenta que Carlos V con la idea de hacer postrarse al rey de Francia en su presencia ordenó poner unos tablones en la parte alta de la torre, con la idea de que el rey Francisco que no era ningún pequeñajo tuviera por fuerza que inclinarse para salir por ella, dando al Rey Carlos V la imagen de que su pueblo viera al rey de Francia agachado ante su presencia en la plaza más concurrida de Madrid. EL caso es que el Rey de Francia que de tonto no tenía un pelo, se olió la jugada por lo que en vez de salir e frente y agachado, salió de espaldas, mostrando su culo al rey, jugada que convertiría el intento de humillación en burla para su emisor.
Lo que realmente ocurrió fue que Francisco I fue apresado en la batalla de Pavía y estuvo residiendo bajo “libertad” vigilada en la Torre de los Lujanes. El Rey de España se encontraba en Toledo y se negó a recibirle hasta que este no aceptara las condiciones de paz entre ambos monarcas, enemistad que ya venía de largo. Francisco I no estaba muy por la labor ya que las condiciones impuestas no le parecían razonables, pero al caer enfermo, el rey Carlos V decidió ceder y visitarle antes de que aceptara sus condiciones, no fuera a morirse bajo su cautiverio y en vez de conseguir la paz se enrevesada todo mucho más.
La primera entrevista se produjo en el Alcázar el 28 de septiembre de 1525, momento en el que el Francisco I le espetó ¿Venís a ver si la muerte de vuestro enemigo os librará de vuestro prisionero? A lo que Carlos V contestó: No sois mi prisionero sino mi amigo y mi único deseo es daros la libertad y lo que podáis esperar de mí. Cosa que, aunque un poco forzada, originó que se destensaran las rivalidades entre ambos monarcas y que el 14 de enero de 1526 se firmara el primer tratado de Madrid.
Torre de los Lujanes a finales del siglo XIX.
Torre de los Lujanes antes de su rehabilitación en 1910.
Entrada a la Torre de los Lujanes desde la calle del Codo.