ASÍ SE LAS PONÍAN A...

Esta frase muchos la habrán terminado con "...Felipe II" y otros con "...Fernando VII", espero que hayan sido la mayoría los que hayan optado por esta segunda opción.
Es un error bastante común el confundir un rey con el otro como protagonista de esta frase, pero la realidad es que la frase se refiere, y siempre se ha referido al rey Fernando VII.
Este rey seguramente fue el rey más decepcionante de nuestra historia, primero se le conoció como "Fernando el Deseado" después pasó a ser "El Rey Felón" y por último se le dio el nombre de el "Tigrekan"  queriendo aludir con esta fantasía verbal que su despotismo era similar al de los sátrapas de occidente, famosos por su apego al poder y sus pocos escrúpulos para eliminar cualquiera que supusiera un estorbo.
Fernando, aparte de ganarse la enemistad de todo su pueblo (pelotas y lameculos aparte, que de esos, por desgracia, siempre hemos tenido cantera) era muy aficionado al billar, y aunque jugaba casi tan mal como gobernaba, tenía muy mal perder, motivo por el cual todos sus contrincantes tenían que hacer verdaderos esfuerzos por conseguir que, tan mal jugador, les ganara sin que éste lo notara demasiado, cosa que de igual manera también hubiera enfadado al prenda.
Con el tiempo, se comenzó a utilizar esta expresión para aludir cuando a alguien se le facilita sobremanera el que realice su labor, honrando así, a los sufridos vencidos en manos del taco de tan pésimo monarca y billarista.
Pero esta anécdota no solo da origen a esta expresión, sino que además, dado que a las bolas de billar por aquel entonces también se las conocía como pelotas, pues también origina el que los amiguetes de partida que se dejan vencer,  reciban este gentil apodo, por lo que por el precio de una anécdota se lleva uno el origen de dos expresiones. ¡¡¡Ahí es ná!!!
En Madrid que yo conozca, únicamente hay una estatua en honor que rinda homenaje a Fernando VII, la cual se encuentra en la calle Toledo y es conocida por los madrileños con el sobrenombre de "La Fuentecilla". Dicha estatua ni siquiera representa al citado Rey al que homenajea y fue erigida por el Conde de Moctezuma que fue entre 1814 y 1816 corregidor de Madrid, para deshonra de los madrileños o recuerdo de todos de tan negra figura. La Puerta de Toledo (e incluso la Plaza del Rey), en un principio también se erigió en honor del deseado monarca como se indica en la placa que la viste "A Fernando VII, rey de los españoles, recobrado tras ser liberados la tiranía de los franceses, el concejo le dedica este monumento de fe, alegría y victoria" pero con el tiempo, era tanto el amor de los madrileños por su Puerta y tanto el odio que se tenía por el monarca, que se terminó por convertir el monumento que honraba su vida, en el monumento que popularmente nos recuerde su caída.




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