Fotografía Antigua: 1936 Autor desconocido. Si alguien lo conoce rogaría que me lo indicara.
Fotografía moderna: 2016 Sergio Moreno.
ALCALÁ CON GRAN VÍA.
Fotografía antigua: Autor y año desconocido. Si alguien tuviera algún dato rogaría que me lo indicara.
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2016.
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2016.
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Ventanas en el tiempo.
RECUERDO QUE MADRID.
Hoy queridos amantes de esta preciosa ciudad, os traigo una iniciativa que ha surgido en el grupo Madrid en Blanco y negro de Facebook.
Se trata de una página web donde podemos subir las fotos de nuestros antepasados y compartirlas con el resto de usuarios (queda a elección de cada uno, registrase y compartirlas públicamente o elegir el ser discretos y dejarlas únicamente para tu recuerdo). Como ellos mismos se definen se trata de un archivo digital de nuestra memoria.
De este modo tendréis todas vuestras fotos familiares almacenadas y seguras en una página sin miedo a que terminen perdiéndose por cualquier accidente.
Me parece una novedosa y bien pensada iniciativa, en al que con la colaboración de todos los usuarios registrados seguro que se crea un maravilloso álbum de fotos de nuestra ciudad por mediación de nuestros antepasados.
Para que podáis iniciaros, os dejo este enlace en el que podéis leer sus normas para poder empezar a ver sus fotos y a compartir las vuestras. Feliz repaso por vuestros recuerdos.
Para más información visitar la página o escribirles a madrid@recuerdoque.com
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Textos otros autores
CIBELES
Fotografía antigua: Charles Clifford 1853. Fuente Biblioteca Nacional de España.
Fotografía Moderna: Sergio Moreno 2016
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Ventanas en el tiempo.
CALLE DE LAS BOTONERAS
Esta pequeña callecilla de tránsito
peatonal, debe su nombre como muchas de las calle adyacentes a la Plaza Mayor,
al gremio de trabajadoras que allí se establecía.
Las botoneras tenían una fama
bastante contradictoria dentro de la villa, pues si bien es cierto que el
propio gremio las exigía ser decentes, honradas y reputadas, debido a la
tipología de clientela que acudía a realizar sus botonaduras, que en lo general
eran nobles, pajes o militares y a la tipología de materiales nobles que se
utilizaban, que obviamente nadie quería dejar en manos de mujeres de poco
prestigio y reputación, bien es cierto que también tenían fama de todo lo
contrario; numerosos rumores de lenguas vivaraces y escotes provocativos, las
hicieron ganarse una fama de díscolas y libertinas, que vaya uno a saber a día
de hoy, si se trataban de verdaderos hechos o
de simples habladurías de las muchas y habituales que corrían por la
villa y corte.
Lo que sí que parece que fue real,
es un incidente que las llevó a tener que ejercer su empleo en la
clandestinidad más absoluta.
Este no es otro que el famoso
incidente que se montó en la Plaza Mayor, cuando el rey Felipe IV salió al
balcón de la mano de su segunda esposa Isabel de Borbón. Al tiempo en otro
balcón se asomaba Doña María Inés Calderón, conocida por todos como “La
Calderona” o la “Marizápalos”, una famosa actriz, amante ya de largo del rey y
a la que la propia reina, movida por los celos, dimes y diretes, había
prohibido a su marido que se presentara en su presencia.
La reina, que como la inmensa
mayoría de la reinas, vaya uno a saber por qué, llevaba mal lo de la cornamenta
decide averiguar quién ha ayudado a la infiel amante a acceder a un balcón en
la Plaza Mayor, privilegio que como podéis imaginar no estaba a la altura de
cualquiera, y no se le ocurre otra idea que pensar que si alguien sabe algo,
deben de ser las botoneras, pues en su presencia era complicado que no se
hubiera comentado algún hilo del que poder tirar para averiguar qué ha ocurrido.
La reina no solo consigue su hilo,
sino que le dan la madeja entera con pelos y señales, y se entera que ha sido
su marido el que incapaz de imponer a su amante los deseos de su mujer, de
manera soterrada ha intercedido para proporcionarle ese balcón como si la
actriz lo hubiera conseguido por sus medios.
El chocho que le monta la reina es
de “aquí no te menees” y el rey cabreado más con las chivatas, que con
cualquiera otro de los intervinientes, decide retirar las licencias de trabajo
a todas ellas, relegándolas a ejercer el oficio de su gremio en la más absoluta
de las clandestinidades, para no morirse de hambre por los malos destinos de
una lengua desmedida.
Finalmente, el tema no pasó a mayores y una vez se hubieron enfriado los ánimos, la propia
reina intercedió por ellas para que les fuera concedido de nuevo el permiso,
pero supongo que para las botoneras sería un ejemplo que tardarían mucho, mucho en olvidar.Hoy en día este gremio está relegado prácticamente al recuerdo, en un Madrid en el que es casi imposible encontrar a sus descendientes las mercerías, como para poder encontrar alguna botonera artesanal.
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Calles,
Curiosidad
LA ESTATUA DE LOS CUATRO GENIOS.
En
medio de la plaza de Oriente, frente al maravilloso Palacio Real, se encuentra
una de las estatuas más maravillosas que se puedan encontrar en Madrid. Se
trata de la escultura ecuestre de Felipe IV
Lo
que hace esta estatua tan increíble no es tanto su belleza y majestuosidad, que
posee a raudales. Lo que lo hace tan especial es su complejidad técnica para la
época en que fue realizada 1640, ya que se trata de la primera escultura de un
caballo que descansa únicamente sobre sus cuartos traseros.
Hasta
entonces nadie había conseguido lograr tal hazaña dado que el peso del bronce
hacía imposible el lograr el equilibrio necesario y o bien se quebraban las patas,
o bien la escultura terminaba en el suelo.
Esta
escultura es obra de Pietro Tacca quién la elaboró a raíz de dos diseños del
propio Velázquez y quién comenzó el diseño en la postura de “al paso”, como se solía
hacer en la época con el caballo apoyado por tres de sus patas, pero tuvo el
bueno de Pietro la suerte de contar con un asesor un tanto especial, quién encontró
la manera de conseguirlo. Dicho asesor no fue otro que el propio Galileo
Galilei, quién tras distintos estudios se le ocurrió la idea de realizar la
escultora en dos partes. Primero la partes trasera del caballo la cuál es
totalmente maciza y después la parte delantera, la cual es hueca y permite
balancear el peso global de la escultura. Después interiormente unió el pecho
del caballo con una barra de hierro que se dividía en tres uniéndose a las
patas traseras del animal y a su cola la cual si nos fijamos también se apoya
sobre el suelo dándole un contrapeso adicional por detrás de la escultura.
Pero parece ser que tal maravilla de la ingeniería no le pareció tan impresionante al propio Rey, que al verla dijo que no le gustaba la cabeza y la mandó a los almacenes por unos meses, hasta que se le cambiara la cabeza. Y es entonces cuando entra en escena el cuarto de los genios, que no es otro que el propio Juan Martínez Montañés, gran olvidado por la inmensa mayoría de los guías que a diario explican esta celebre estatua. Montañes, realizó el busto del rey en barro y una vez que este lo aprobó, se fundió en bronce para que rematara una de las más impresionantes maravillas de su tiempo.
La
estatua no fue inaugurada oficialmente hasta el 17 de noviembre de 1843, un año
antes de que la plaza de Oriente tuviera decidido su actual diseño.
Así que ya sabéis, a los que desconocierais su secreto seguro que la próxima vez que paseéis por
allí la miráis con otros ojos y a los que conocíais su secreto, por favor no os olvidéis de ninguno de los genios que participaron en su creación que por desgracia no se les suele hacer justicia a todos ellos.
Siéntete libre
para comentar, compartir e indicar tu parecer.
Estatua de Felipe IV frente al Teatro Real.
Fotografía Propia
Cuadro de Velazquez que sirvió de diseño
Museo del Prado
Retrato del Juan Martínez Montañés esculpiendo la cabeza del Rey
Museo del Prado
Museo del Prado
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Curiosidad,
Historia
FRASES Y REFRANES DE MADRID (Parte 16)
Que no te la
den con queso Cuando le
decimos a alguna persona esta expresión queremos indicarle que tenga cuidado no
vaya a ser engañado y realmente la expresión no podía ser más afortunado ya que
su origen es literal. Durante un tiempo era común que las tabernas tuvieran vinos
de distintas calidades, los cuales se solían servir dependiendo de la confianza
con el cliente o de lo educado de su paladar, los taberneros que de tontos no
han tenido nunca ni un pelo, solían acompañar los vinos peores de un trozo de
queso de sabor fuerte, para que las papilas gustativas quedaran adormecidas por
el efecto del queso y así el vino pareciera de mejor calidad de lo que
realmente era.
Esto es la caraba Antiguamente se utilizaba esta
expresión para indicar que algo era increíble o que no se podía creer. Su
origen no está del todo claro pero existe una leyenda que por graciosa aquí os
la recuerdo. Según cuenta, existía un feriante, gitano para más señas, que
recorría los pueblos con el reclamo de ¡¡¡Pasen y vean a la caraba!!! ¡¡¡Pasen
y vean a la caraba¡¡¡ El público atraído por aquel misterioso nombre pagaban la
entrada y pasaban a ver de qué se trataba, y al entrar se encontraban con una
mula vieja y agotada tendida en el suelo descansando y al gitano que explicaba “Aquí
tienen a la que c´araba (que araba) antes y ahora ya no lo hace por lo vieja
que se encuentra.
Vete a la porra.
Con esta expresión intentamos indicar a nuestro
interlocutor nuestro deseo de que se marche bien lejos o desaparezca de nuestra
vista. Su significado y origen hoy nos parece que no tiene demasiado sentido,
sin embargo todo cambiaría si alguien nos dijeran que antiguamente cuando los
chicos jugaban a algún juego se denominaba como la porra, al que le tocaba jugar,
tirar o participar en el último turno, por lo que la expresión es muy acertada para
mandar a alguien lo más lejos que podamos.
Echar un
polvo!!!! Supongo que el
significado de esta expresión no es desconocido para nadie, pero sin embargo su
origen no es tan popular como cabría de esperar, y es que su origen proviene de
una moda que se puso muy en boga, y no es otra que la de esnifar tabaco o rapé
como normalmente se le conocía. Al parecer no estaba bien visto esnifar este
polvo en público, debido a que con normalidad tras esnifarlo se solía
estornudar, motivo por el cual la gente solía salir de la estancia para
hacerlo. Llegado el momento se comenzó a usar este momento de escapada, para
tener fortuitos encuentros con las amantes en cuartos contiguo lejos de las
miradas del resto de asistentes, y de ahí la conexión entre el “Voy a echar un
polvo” de entonces y el de ahora.
Grabado antiguo en el que se ve a un hombre esnifando polvo de tabaco.
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