Igual que en nuestra última parte de
este recopilatorio nos fuimos hacía el piropo y el chascarrillo, hoy nos vamos
a ir quizá al extremo opuesto. Y es que
hace poco, cuando hablábamos sobre la prostitución en el Madrid de antaño,
salieron varias frases que hacían mención a dicha profesión y su entorno, pues
bien, hoy vamos a recopilar algunas de ellas:
Como puta por cuaresma. Como ya contábamos en la citada entrada sobre la
prostitución, durante la cuaresma las prostitutas tenían prohibido ejercer su
actividad, pues si lo hacían dejaban de recibir la paga o limosna que el
Concejo les daba como ayuda a su manutención. Por ello, es lógico pensar, que
si durante la misma no podían ejercer y tenían pendiente el pago de dicha limosna
para poder subsistir, la cuaresma no fuera la época del año más boyante para
las meretrices.
Irse de picos pardos. Esta expresión aún está muy en uso en nuestros días,
pero la mayoría de los que la usan desconocen su origen.
Existen referencias a que dicha
frase proviene del Renacimiento, en dicha época las prostitutas llevaban a modo
de falda una tela cuadrada la cual al caer formaba cuatro picos, es de entender
que con el uso aquellos picos inferiores de la falda acabaran de color pardo
por la suciedad del suelo y ese es el origen más antiguo que se da a dicha
frase. Pero lo cierto es que en Madrid su origen proviene de una norma impuesta
por el propio Carlos III. En pleno siglo XVIII al bueno de Carlos se le ocurre
que sería bueno poder diferenciar a las prostitutas del resto de la población,
para de este modo no provocar malos entendidos que generen conflictos
innecesarios, y por ello, se imponen que deben llevar un jubón de color pardo
el cual deberá terminar en su parte baja en forma de pico, de esta manera todos
podían saber qué estaban buscando y qué podían esperar de quien así se
vistiera.
Ir como puta por rastrojos. Como su origen campestre deja claro en la propia
expresión, esta frase no es de origen castizo, pero dado que su uso fue muy
frecuente en la Villa y Corte, la añado en este recopilatorio.
La expresión hace referencia a
aquellas meretrices de bajo nivel social que solían tener como clientela a los
hombres de campo. Estos en la mayoría de los casos no eran poseedores de una
vivienda particular, bien por ser demasiado jóvenes o por tener familia, y su
sueldo tampoco les daba para poder pagar fonda o cama sobre la que consumar con
las meretrices, por ello se veían obligadas a tener que consumar sobre el
propio campo, en el mejor de los casos sobre la cosecha y en el peor sobre
rastrojos y malas hierbas. Dicha práctica dio origen a esta expresión como
metáfora de que no se puede ir mucho peor en determinado asunto.
Eres un pendón desorejado. Vamos con esta la última expresión de este nuestro
recopilatorio de hoy. En cuanto a esta expresión parece existir diversidad de
pareceres y de posibles orígenes, como yo no soy quién para juzgar a pendón
alguno, os dejo las que he encontrado y vosotros juzgar con cuál os quedáis.
Primero necesitaremos ver de donde
proviene el término pendón, pues si bien está clara su acepción como bandera o
estandarte, la raíz de dicha palabra parece que no proviene del término latino
Pendere, sino del francés Penon que se refiere a las plumas de ave.
Que por qué os cuento esto, pues
porque para entender el origen de la expresión es necesario conocer sus raíces.
Para algunos autores, el origen de esta expresión proviene del hecho de que
antiguamente en la puerta de los prostíbulos se colocaba una bandera o
estandarte, indicando que en aquella casa se ejercía la prostitución y por ello
comenzó a usarse este término de pendón para referirse a las mujeres y hombres
se actitud libertina. Aunque ciertamente en la parte masculina parece que ha
quedado como algo picaresco y en la femenina, como pasa con casi todo en
nuestro idioma, tiene una connotación mucho más grotesca. Pero en cambio otros autores indican
que el origen de la expresión pendón se refiere a que durante algún tiempo se
solía castigar a los condenados por delitos de moral a ser expuestos en público
tras ser untados con brea y emplumados con plumas de gallina, lo cual pega muy bien con la segunda parte del término, desorejado, que en este
caso sí que parece existir más consenso, que el término se refiere al castigo a
sufrir la amputación de los pabellones auditivos en caso de conductas
indecorosas reiteradas o demasiado fuertes para un simple emplumamiento.
Fotografía fuente financieros.com
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