CIBELES
Fotografía antigua: Charles Clifford 1853. Fuente Biblioteca Nacional de España.
Fotografía Moderna: Sergio Moreno 2016
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Ventanas en el tiempo.
CALLE DE LAS BOTONERAS
Esta pequeña callecilla de tránsito
peatonal, debe su nombre como muchas de las calle adyacentes a la Plaza Mayor,
al gremio de trabajadoras que allí se establecía.
Las botoneras tenían una fama
bastante contradictoria dentro de la villa, pues si bien es cierto que el
propio gremio las exigía ser decentes, honradas y reputadas, debido a la
tipología de clientela que acudía a realizar sus botonaduras, que en lo general
eran nobles, pajes o militares y a la tipología de materiales nobles que se
utilizaban, que obviamente nadie quería dejar en manos de mujeres de poco
prestigio y reputación, bien es cierto que también tenían fama de todo lo
contrario; numerosos rumores de lenguas vivaraces y escotes provocativos, las
hicieron ganarse una fama de díscolas y libertinas, que vaya uno a saber a día
de hoy, si se trataban de verdaderos hechos o
de simples habladurías de las muchas y habituales que corrían por la
villa y corte.
Lo que sí que parece que fue real,
es un incidente que las llevó a tener que ejercer su empleo en la
clandestinidad más absoluta.
Este no es otro que el famoso
incidente que se montó en la Plaza Mayor, cuando el rey Felipe IV salió al
balcón de la mano de su segunda esposa Isabel de Borbón. Al tiempo en otro
balcón se asomaba Doña María Inés Calderón, conocida por todos como “La
Calderona” o la “Marizápalos”, una famosa actriz, amante ya de largo del rey y
a la que la propia reina, movida por los celos, dimes y diretes, había
prohibido a su marido que se presentara en su presencia.
La reina, que como la inmensa
mayoría de la reinas, vaya uno a saber por qué, llevaba mal lo de la cornamenta
decide averiguar quién ha ayudado a la infiel amante a acceder a un balcón en
la Plaza Mayor, privilegio que como podéis imaginar no estaba a la altura de
cualquiera, y no se le ocurre otra idea que pensar que si alguien sabe algo,
deben de ser las botoneras, pues en su presencia era complicado que no se
hubiera comentado algún hilo del que poder tirar para averiguar qué ha ocurrido.
La reina no solo consigue su hilo,
sino que le dan la madeja entera con pelos y señales, y se entera que ha sido
su marido el que incapaz de imponer a su amante los deseos de su mujer, de
manera soterrada ha intercedido para proporcionarle ese balcón como si la
actriz lo hubiera conseguido por sus medios.
El chocho que le monta la reina es
de “aquí no te menees” y el rey cabreado más con las chivatas, que con
cualquiera otro de los intervinientes, decide retirar las licencias de trabajo
a todas ellas, relegándolas a ejercer el oficio de su gremio en la más absoluta
de las clandestinidades, para no morirse de hambre por los malos destinos de
una lengua desmedida.
Finalmente, el tema no pasó a mayores y una vez se hubieron enfriado los ánimos, la propia
reina intercedió por ellas para que les fuera concedido de nuevo el permiso,
pero supongo que para las botoneras sería un ejemplo que tardarían mucho, mucho en olvidar.Hoy en día este gremio está relegado prácticamente al recuerdo, en un Madrid en el que es casi imposible encontrar a sus descendientes las mercerías, como para poder encontrar alguna botonera artesanal.
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LA ESTATUA DE LOS CUATRO GENIOS.
En
medio de la plaza de Oriente, frente al maravilloso Palacio Real, se encuentra
una de las estatuas más maravillosas que se puedan encontrar en Madrid. Se
trata de la escultura ecuestre de Felipe IV
Lo
que hace esta estatua tan increíble no es tanto su belleza y majestuosidad, que
posee a raudales. Lo que lo hace tan especial es su complejidad técnica para la
época en que fue realizada 1640, ya que se trata de la primera escultura de un
caballo que descansa únicamente sobre sus cuartos traseros.
Hasta
entonces nadie había conseguido lograr tal hazaña dado que el peso del bronce
hacía imposible el lograr el equilibrio necesario y o bien se quebraban las patas,
o bien la escultura terminaba en el suelo.
Esta
escultura es obra de Pietro Tacca quién la elaboró a raíz de dos diseños del
propio Velázquez y quién comenzó el diseño en la postura de “al paso”, como se solía
hacer en la época con el caballo apoyado por tres de sus patas, pero tuvo el
bueno de Pietro la suerte de contar con un asesor un tanto especial, quién encontró
la manera de conseguirlo. Dicho asesor no fue otro que el propio Galileo
Galilei, quién tras distintos estudios se le ocurrió la idea de realizar la
escultora en dos partes. Primero la partes trasera del caballo la cuál es
totalmente maciza y después la parte delantera, la cual es hueca y permite
balancear el peso global de la escultura. Después interiormente unió el pecho
del caballo con una barra de hierro que se dividía en tres uniéndose a las
patas traseras del animal y a su cola la cual si nos fijamos también se apoya
sobre el suelo dándole un contrapeso adicional por detrás de la escultura.
Pero parece ser que tal maravilla de la ingeniería no le pareció tan impresionante al propio Rey, que al verla dijo que no le gustaba la cabeza y la mandó a los almacenes por unos meses, hasta que se le cambiara la cabeza. Y es entonces cuando entra en escena el cuarto de los genios, que no es otro que el propio Juan Martínez Montañés, gran olvidado por la inmensa mayoría de los guías que a diario explican esta celebre estatua. Montañes, realizó el busto del rey en barro y una vez que este lo aprobó, se fundió en bronce para que rematara una de las más impresionantes maravillas de su tiempo.
La
estatua no fue inaugurada oficialmente hasta el 17 de noviembre de 1843, un año
antes de que la plaza de Oriente tuviera decidido su actual diseño.
Así que ya sabéis, a los que desconocierais su secreto seguro que la próxima vez que paseéis por
allí la miráis con otros ojos y a los que conocíais su secreto, por favor no os olvidéis de ninguno de los genios que participaron en su creación que por desgracia no se les suele hacer justicia a todos ellos.
Siéntete libre
para comentar, compartir e indicar tu parecer.
Estatua de Felipe IV frente al Teatro Real.
Fotografía Propia
Cuadro de Velazquez que sirvió de diseño
Museo del Prado
Retrato del Juan Martínez Montañés esculpiendo la cabeza del Rey
Museo del Prado
Museo del Prado
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Curiosidad,
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FRASES Y REFRANES DE MADRID (Parte 16)
Que no te la
den con queso Cuando le
decimos a alguna persona esta expresión queremos indicarle que tenga cuidado no
vaya a ser engañado y realmente la expresión no podía ser más afortunado ya que
su origen es literal. Durante un tiempo era común que las tabernas tuvieran vinos
de distintas calidades, los cuales se solían servir dependiendo de la confianza
con el cliente o de lo educado de su paladar, los taberneros que de tontos no
han tenido nunca ni un pelo, solían acompañar los vinos peores de un trozo de
queso de sabor fuerte, para que las papilas gustativas quedaran adormecidas por
el efecto del queso y así el vino pareciera de mejor calidad de lo que
realmente era.
Esto es la caraba Antiguamente se utilizaba esta
expresión para indicar que algo era increíble o que no se podía creer. Su
origen no está del todo claro pero existe una leyenda que por graciosa aquí os
la recuerdo. Según cuenta, existía un feriante, gitano para más señas, que
recorría los pueblos con el reclamo de ¡¡¡Pasen y vean a la caraba!!! ¡¡¡Pasen
y vean a la caraba¡¡¡ El público atraído por aquel misterioso nombre pagaban la
entrada y pasaban a ver de qué se trataba, y al entrar se encontraban con una
mula vieja y agotada tendida en el suelo descansando y al gitano que explicaba “Aquí
tienen a la que c´araba (que araba) antes y ahora ya no lo hace por lo vieja
que se encuentra.
Vete a la porra.
Con esta expresión intentamos indicar a nuestro
interlocutor nuestro deseo de que se marche bien lejos o desaparezca de nuestra
vista. Su significado y origen hoy nos parece que no tiene demasiado sentido,
sin embargo todo cambiaría si alguien nos dijeran que antiguamente cuando los
chicos jugaban a algún juego se denominaba como la porra, al que le tocaba jugar,
tirar o participar en el último turno, por lo que la expresión es muy acertada para
mandar a alguien lo más lejos que podamos.
Echar un
polvo!!!! Supongo que el
significado de esta expresión no es desconocido para nadie, pero sin embargo su
origen no es tan popular como cabría de esperar, y es que su origen proviene de
una moda que se puso muy en boga, y no es otra que la de esnifar tabaco o rapé
como normalmente se le conocía. Al parecer no estaba bien visto esnifar este
polvo en público, debido a que con normalidad tras esnifarlo se solía
estornudar, motivo por el cual la gente solía salir de la estancia para
hacerlo. Llegado el momento se comenzó a usar este momento de escapada, para
tener fortuitos encuentros con las amantes en cuartos contiguo lejos de las
miradas del resto de asistentes, y de ahí la conexión entre el “Voy a echar un
polvo” de entonces y el de ahora.
Grabado antiguo en el que se ve a un hombre esnifando polvo de tabaco.
GARCÍA DE PAREDES
Fotografía antigua: Autor y años desconocido. SI alguien conoce algún dato rogaría que me lo indicara
Fotografía moderna: Sergio Moreno Octubre 2016.
Fotografía moderna: Sergio Moreno Octubre 2016.
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Ventanas en el tiempo.
EL ORIGEN DE LO MÁS CASTIZO.
Por definición el madrileño suele tender a ser
un poco chulo en su manera de ser. Es algo que hemos “mamao” desde chicos y que
forma parte de nuestro ADN. Por consiguiente, tendemos a tener cierto
comportamiento, que nos lleva a defender lo nuestro como lo más genuino que
existe in the wold, y a creernos en cierto modo como inventores de todo lo
nuestro.
Pero hoy vamos a ver que en verdad, no
somos tan originales como nos creemos y que aunque nos pese, nosotros también
hemos recogido y adaptado nuestros iconos de otras culturas y lugares. Vamos a
ello:
En primer lugar, como dice el dicho no hay
nada más castizo que un chotis. Éste es nuestro baile típico, que mantiene la
más costumbre chulesca y un tanto machista, que históricamente ha tenido nuestro
acervo cultural. Pero en realidad este baile no es invención nuestra, en verdad,
no es más que una adaptación de una polka bohemia, que es tocada un poco más
lenta. Esta pieza se retoma a 1830 y se hizo tremendamente popular en toda
Centro Europa, naciendo de ella distintas adaptaciones y variantes del
original.
La primera vez que llegó a España, fue
presentada como una polka alemana en el Palacio Real, el 3 de Noviembre de
1850, aunque en verdad no era una polka alemana, sino una versión de ésta que
era originaria de tierras escocesas y que recibía el nombre de Scottish.
El baile pronto se hizo popular entre la
realeza y por ende se traspasó a lo más popular de la sociedad, la cual se
encargó de castellanizar el término, pasándose con el tiempo a derivar el baile
de “Scottisch” a “Chotis”.
Nuestro segundo elemento más castizo es
sin duda el organillo, el cual tampoco es un invento español. Es un invento italiano
que tras haber tenido una gran aceptación en nuestros vecinos latinos fue introducido
en España por Luigi Apruzzese en 1908 tras casarse con una madrileña y
asentarse aquí instalando un taller de reparación de pianos, pianolas y otros
instrumentos musicales.
Anteriormente en España, se utilizaba una
caja de música la cual utilizaban los bufones y buhoneros ya desde tiempos de
los Reyes Católicos, pero mal que nos pese fue en Italia donde este instrumento
derivó en el madrileño organillo y no es España como todos hubiéramos pensado.
Por último, vamos a ir con otro de los más
castizos elementos que no es otro que el mantón de Manila. Aunque su nombre ya
nos da una pista, lo cierto es que ni siquiera sus inicios en nuestro país son genéricos
de Madrid.
El origen de estos mantones se retoma al
siglo XVI cuando en España los barcos que llegaban repletos de mercancía de
ultramar, como Filipinas, China y otros puntos del lejano oriente, solían
descargar en el puerto de Sevilla.
De Manila, en Filipinas, nos llegaban unos
pesados fardos de tabaco con destino a la fábrica de Tabaco de Sevilla. Allí se
originó la tradición de las cigarreras, que eran mujeres generalmente jóvenes y
se condición humilde, que se encargaban en desplegar aquellos fardos, secar el
tabaco y después elaborar el tabaco según la finalidad que este fuera a tener.
El caso es que para que aquellos enormes
fardos de tabaco no ranciara debían estar envueltos en una fina tela de seda,
por lo que las cigarreras lejos de desestimar aquella tela de tanta calidad,
que no podía caer en sus manos de no ser por aquel medio, comenzaron a cortar
aquellos pedazos y a añadirles distintos motivos coloridos y orlas,
imitando los envidiados mantones que
venían de la china y que podían ver descargarse, también en el puerto de
Sevilla.
Esta tradición fue pasándose de cigarrera
en cigarrera hasta llegar a Madrid, en donde algunos comerciantes viendo el
boom de aquella prenda comenzaron a elaborarlos de más alta calidad y a un
precio que resultaría completamente desorbitado para las originarias cigarreras sevillanas.
Como habéis podido ver, chulos somos y
seremos por siempre, pero tampoco nos engañemos, que no somos tan originales
como podemos creernos en alguna ocasión.
Siéntete libre para comentar, compartir
e indicar tu parecer.
Nada más castizo que saber llevar un mantón de Manila.
(Fuente fotografia.antoniobalsera)
Salvadora, la última organillera de Madrid.
Fotografía de Juan Yanes.
(Fuente entredosamores)
CATEDRAL DE LA ALMUDENA
Fotografía antigua: Autor y año desconocidos. Si alguien los conoce rogaría que me lo indicara. (Fuente Pinterest)
Fotografía moderna: Sergio Moreno. Octubre 2016.
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