FRASES Y REFRANES DE MADRID (Parte 12)

Dormir bajo el Ángel. Esta frase se ha utilizado siempre para referirse a que alguien ha dormido esa noche en la cárcel, por lo que tampoco es una frase muy usada en determinados ambientes. El origen de la misma viene del siglo XVII cuando en Madrid, la cárcel,  era el Palacio de Santa Cruz, lo que hoy es el Ministerio de Asuntos Exteriores. Si nos fijamos en el edificio, aún hoy está coronado por un ángel en su parte central, el cual vigila y custodia quien entra y sale del edificio, de ahí que los ladrones y maleantes de la ciudad durmieran bajo el Ángel cuando eran arrestados.  

¡Vecinas! ¡Los de la luz! Esta expresión no es un refrán o algo similar, pero hoy sería tan impensable que me ha parecido oportuno incluirla.
Realmente esta expresión era es un grito, un grito que las vecinas de las corralas y los patios interiores, gritaban cada mes cuando por allí aparecía el cobrador del recibo de la luz. Como una especie de pacto no escrito, la primera vecina que era cazada por el cobrador, debía salir para avisar a sus vecinas que éste andaba por el edificio. Instantáneamente todas las vecinas enmudecían y hacían como que no había nadie en la casa, con el fin de que su recibo pasara de largo e intentar demorar un poco el costoso pago de las obligaciones que tan duro se hizo en determinadas épocas.

El perro del hortelano que ni come ni deja comer. Esta frase se usa para referirse a alguien que ni disfruta de una cosa ni deja que otros se beneficien de ella. La frase está muy bien traída pues los perros no son vegetarianos, por el que son un perfecto guardián de las cosechas del hortelano, ya que ni harán cuenta de ellas, ni permitirán que otros animales se las beneficien. Normalmente la frase se atribuye a Lope de Vega, ya que este escribió una soberbia obra en 1618 con este título, que a buen seguro la hizo mucho más conocida, pero lo cierto es que no es suya, ya que este la tomo de un relato corto mucho más antiguo de donde la sacó como título para su obra.

Meterse en camisas de once varas. Expresión que se usa para indicar que alguien se está cargando con problemas que no son suyos o que podía haber evitado.
La expresión viene de la Edad Media. Por aquel, entonces cuando un padre quería adoptar a un niño, cumplía una especie de rito por el que se simulaba una especie de segundo parto del chiquillo. Para ello se usaba una camisa muy grande, en la que el progenitor, con ella puesta, metía al chico dentro de la camisa y debía sacarlo por el cuello de la misma. Obviamente esa camisa debía ser excesivamente grande pues padre y niño debían entrar dentro de ella, y como exageración, se decía que la medida de la camisa era de once varas, cosa del todo imposible, pues estaríamos hablando de una camisa de más de 9 metros, que ya sea en cualquiera de sus medidas, parece una medida totalmente desproporcionada para el ritual.


Preciosa fotografía de Catalá Roca con las vecinas asomadas al patio de una corrala.

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