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PUERTA TOLEDO

La Puerta de Toledo es uno de los monumentos más emblemáticos de Madrid, pero ¿sabes qué secreto esconde bajo sus cimientos? En este post te vamos a contar la curiosa historia de este arco, desde su construcción hasta su significado político y simbólico.

La Puerta de Toledo se levantó por orden de José I Bonaparte, más conocido como Pepe Botella, en homenaje a su hermano Napoleón, que le había nombrado rey de España. La obra se inició en 1812, pero no se terminó hasta 1827, ya que sufrió varias interrupciones por los cambios políticos y sociales que vivió el país.

Como curiosidad, al inicio de su construcción bajo la Puerta de Toledo se guardaron varios objetos que pretendían dejar constancia de la época y del reinado de José I. Entre ellos se encontraban unas monedas, unas guías sobre Madrid y la Constitución de Bayona, el documento que daba legalidad a su gobierno.

Sin embargo, cuando los madrileños expulsaron a los franceses en 1814, el arco pasó a ser un homenaje a Fernando VII, el rey legítimo que había sido depuesto por Napoleón. Los objetos que habían sido enterrados por José I fueron sacados y sustituidos por otros que representaban el retorno del absolutismo. Entre ellos estaba la Constitución de Cádiz, también llamada la Pepa, que había sido promulgada en 1812 por las Cortes de Cádiz como la primera constitución española.

Pero la historia no terminó ahí. Fernando VII no estaba dispuesto a aceptar la Pepa, que limitaba su poder y establecía una monarquía constitucional. Por eso, en 1823, con el apoyo de los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército francés enviado por la Santa Alianza para restaurar el absolutismo en España, abolió la constitución y persiguió a sus defensores.

De nuevo, los objetos que habían sido enterrados bajo la Puerta de Toledo fueron cambiados por otros que reflejaban el triunfo del rey felón. Entre ellos se encontraba una moneda con su efigie y una inscripción que decía: “Fernando VII por la gracia de Dios”.

Pero la historia aún tenía un último capítulo. En 1833, al morir Fernando VII sin descendencia masculina, se desató una guerra civil entre los partidarios de su hija Isabel II y los de su hermano Carlos María Isidro, conocido como el pretendiente carlista. Los isabelinos eran liberales y querían recuperar la Pepa, o al menos una versión depurada de ella, mientras que los carlistas eran absolutistas y querían mantener el antiguo régimen.

Durante esta guerra, la Puerta de Toledo fue testigo de varios enfrentamientos entre ambos bandos. Finalmente, Isabel se queda con el trono y como resultado, se vuelva a enterrar bajo la Puerta de Toledo los objetos que representaban la constitución liberal y el reinado de Isabel II. Entre ellos se encontraba una copia de la Pepa y otra moneda con la imagen de la reina niña.

Según cuenta la leyenda, Fernando VII antes de su muerte, dejó escondida bajo la Puerta de Toledo un último secreto del que nadie más supo y que quizás algún día, sea desenterrado como recuerdo y memoria del peor rey de España.

La Puerta de Toledo hoy en día, es uno de los símbolos más representativos de Madrid y uno de los lugares más visitados por los turistas. Su diseño es obra del arquitecto Antonio Aguado, que le dio un estilo neoclásico con tres arcos y dos cuerpos laterales.

En su fachada principal se puede ver un escudo con las armas reales sostenido por dos leones y coronado por una corona real. En su fachada posterior se puede ver otro escudo con el escudo de Madrid, también coronado por una corona real.

La Puerta de Toledo se encuentra en la glorieta del mismo nombre, donde confluyen varias calles importantes de la ciudad, como la Ronda de Toledo, la calle de Toledo y la Gran Vía de San Francisco. Desde allí se puede acceder a otros lugares de interés, como el Rastro, la Basílica de San Francisco el Grande o el Palacio Real.

Como has visto, la Puerta de Toledo tiene una historia fascinante y llena de sorpresas. ¿Te ha gustado este post? Si es así, no dudes en dejarnos tu opinión en los comentarios, compartirlo en tus redes sociales o seguir leyendo otros posts sobre la historia de Madrid en nuestro blog. 😊

Para finalizar, os  dejo estas ventanas en el tiempo, que espero sean de vuestro agrado.

Fotografía antigua: Santos Yubero (Fuente ARCM) año desconocido

Fotografía moderna: Sergio Moreno 2021

Fotografía antigua: Finales siglo XIX Fuente Archivo Moreno Imágenes del Viejo Madrid

Fotografía moderna 2019 Sergio Moreno.

Fotografía antigua: Año 1955. Autor desconocido (Fuente Blog el Espinillo)

Fotografía moderna: Año 2016. Sergio Moreno.




Fotografía antigua: Años 50. Autor desconocido. Si alguien lo conoce rogaría me lo indicara. Fuente Guillermo Grabae (MBN). 

Fotografía moderna: 2016 Sergio Moreno

Imagen antigua: Autor y año desconocidos. Si alguno conoce el dato rogaría que me lo indicara.

Imagen nueva: Sergio Moreno Agosto 2015

EL BETI

Corrían los tiempos del ínclito Alfonso de Borbón y Borbón, de Borbón y Borbón, de Borbón y Borbón, de Borbón y Borbón, más conocido por todos como Alfonso XII por aquello de no resultar reiterativo y morir de borbonidad, cuando su mujer María Cristina de Habsburgo y Lorena, conocida digo yo en su casa como la Mari Cristi o la Regentita, y que tenía más mala leche que Risto Mejide en un talent de televisión, visita San Sebastián durante un veraneo. Mari Cristi queda tan prendada de la Bella Easo, que ni corta ni perezosa se pone a inaugurar casas y palacetes por allí y decide que el agua de la Concha será la que le moje sus tobillines durante gran parte de los veranos de su vida y que las kokotxas pasen a ser delicatessen de primera.

Allí comienza a ir a ver partidos de pelota vasca, y tal es la regularidad con la que acude que se convierte en una follower de los más importantes pelotaris del momento.

Dado que no hay reina, ni reinona, que no tenga un nutrido número de palmeros dispuestos a ir allí donde quiera la influencer, llega un momento en que la pelota vasca se convierte en un deporte del gusto de las más altas esferas, y claro, como en Madrid está la corte, el deporte se traslada y comienzan a proliferar los frontones en la capi, como mejillones de batea.

En estas estamos cuando a Pepe Arana le toca la Lotería de Navidad y se decide a promover todo tipos de lugares y eventos culturales entre San Sebastian y Madrid. Es entre otros, el promotor de la Semana Grande de San Sebastián, gerente del Teatro Real, promotor taurino y quien le suelta al arquitecto Joaquín de Rucoba y Octavio de Toledo quinientas mil pelas de las de entonces, para que haga el frontón más piti de la capi.

Este, que ya había realizado edificios como la Plaza de toros de la Malagueta o el mercado Central de Altazanares, se pone a diseñar a lo grande y construye un frontón como si no hubiera un mañana, con unas 4000 personas de aforo, más del doble del siguiente frontón más grande de los madriles, el cual es inaugurado el 29 de mayo de 1894, (o de abril, que también hay quien adelantan un mes la fecha de inauguración).

El problema es que al abrirse tantos frontones en Madrid, y comenzar a ensombrecerse el deporte por la sospechas de amaño de los resultados, debido a las apuestas montadas por el Codere de la época, pues la gente comenzó a perder interés por asistir y tres años después de su apertura, se hizo tan insostenible el organizar allí eventos, que se cerró para la actividad para la que había sido creado.

Lo curioso es que tras aquello se ha utilizado para casi de todo y en casi todas las actividades para las que se usó, ha durado más de lo que duró como frontón. Ha sido concesionario de motos Harley Davidson y de la marca americana de coches Studebaker, almacén de yeso, de encurtidos, dispensador de la vacuna de la polio (que a ver si nos creemos que lo de la vacuna del Covid es la primera vez), comisaría y prisión durante la Guerra Civil, lugar de ensayo para grupos de música con proximidad a la falange, y de nuevo, concesionario y taller de chapa y pintura de la Citroën. Por ser, fue incluso el lugar elegido para probar y presentar el primer mando a distancia de la historia. ¡Ahí es na! 

En 1997 en un estado bastante ruinoso es comprado por la sociedad vasca Jai Alai quienes tras un largo periodo de luchas y burocracia, junto con la asociación Salvemos el Beti Jai, consiguen que en 2011 la Comunidad de Madrid lo considere Bien de Interés Cultural y que se inicien los trámites para su rehabilitación, cosa que aunque aún está en proyecto, a día de hoy nos permite poder visitar para conocer esta maravilla de nuestro Madrid y la recuperación de uno de los edificios más antiguos que se conservan en el barrio de Chamberí.     

Aquí os dejo algunas fotografías de mi reciente visita, para aquellos que aún no hayáis podido pasaros a verlo.

Pasillo de acceso al frontón en donde se puede ver la construcción en curva para distribuir el peso a los pilares principales dando una maravillosa acústica al lugar

Fontal principal por donde accedían los pelotaris a la pista

Gradas de 4 alturas en curva para facilitar la visión desde cualquier lugar

Maderas de las escaleras y los ojos de buey originales esperando a ser restaurados

Espacio en el que se instaló el primer marcador electrónico de España

Visión de la parte trasera del frontón

Pista de juego con sus 64 metros de largo y 28 de ancho para permitir el juego de cualquier tipo de pelota

Detalles de la reconstrucción en madera tras retirar los techos de uralita que se instalaron en su etapa como taller de chapa. Magnifico trabajo de rehabilitación.


Todas las fotografías son propias.

Francisco Javier Balmis

Francisco Javier… ¿qué?... Esa suele ser la respuesta más habitual cuando se pronuncia este nombre, sin embargo estamos, ni más, ni menos, ante el señor que más vidas ha salvado a lo largo de nuestra historia. Sí, sí, y no solo de la historia de España, que ya sería mucho, seguramente de la historia del mundo. Y es, que para quien no lo sepa, este señor estaría en nuestro días a la altura del inventor de la vacuna contra el cáncer, o de quien descubriera un dispositivo para que ya nadie falleciera en accidente de tráfico. Seguramente me quede corto con estas comparaciones, pues a principio del XIX sólo en Europa morían al año más de 400.000 personas.
Os imagináis lo que era en aquella época una enfermedad así, hoy lo vemos con la suficiencia de los avances médicos de hoy en día, pero en aquella época debió ser terrible.
Pero bueno, vamos a ponernos un poco en contexto. Pues realmente el profesor Balmis no es que inventara el fin contra la Viruela, no, este mérito se lo debemos a un médico inglés llamado Edward Jenner, quién descubrió que aquellas personas que trabajaban con vacas, tenían un porcentaje de infección mucho menor que el resto de población. El bueno de Edward, que de tonto no tenía un pelo, se dijo "Aquí hay tomate" y ni corto ni perezoso, se puso a investigar cuál podía ser el motivo, hasta que descubrió que las vacas también sufrían una especie de viruela, mucho más débil que la que atacaba a los humanos, y que aquellos niños que se habían infectado de aquella viruela vacuna (coño, no jodas que de ahí viene el nombre de las vacunas) eran inmunes a la infección de la viruela humana.
Todo un avispado el profesor Jenner. Pero entonces… un momento… si Jenner descubrió la vacuna de la viruela ¿qué le debemos al profesor Balmis?
Pues vamos a ello. El profesor Balmis era médico de la corte de Carlos IV. Éste, que quizá no sea el rey más listo de nuestra historia, sí es cierto que tenía un gran interés por la ciencia y no le temblaba el pulso a la hora de soltar los dineros para aquellas ideas que creía podían ser un avance en la época. Esto, unido a que su tío Luis I de España , una de sus hijas, y más de la mitad de sus territorios al otro lado del Atlántico ya habían sufrido la terrible enfermedad, sirvió de acicate para invertir lo que hiciera falta en el proyecto que Balmis había ideado. Esto puede parecer una tontería, pero tú pregúntale a un científico, aún en nuestros días, qué es capaz de hacer sin inversión, verás hasta donde se escucha la carcajada.
Bueno a lo que íbamos, Carlos IV le compra la idea a Balmis para intentar hacer llegar la vacuna al otro lado del mundo y que todo el nuevo mundo descubierto por Colón no termine siendo el solar más grande del planeta.
La idea no es que se catalogara como loca, que lo era; o que fuera extraña, como pocas; es que rayaba, por ser livianos, los límites de la moralidad. ¿Por qué? Pues veréis, la vacuna de la viruela tenía dos particularidades, la primera era que sólo funcionaba en alguien que estuviera sano, y la segunda, que aún no se sabía como poder mantenerla fuera de un cuerpo infectado, es decir, que en aquel entonces no se sabía como coger el virus de la viruela vacuna, meterlo en un frasco, y mantenerlo vivo hasta llegar al otro lado del océano, viaje que por otra parte no tenía como principal problema el jet lag.
El problema era de aúpa, pues las vacas no aguantaban un viaje en barco como aquél y en un ser humano, el virus de la vacuna apenas duraba 10 días. Por lo que ¿cómo se podía conseguir hacer durar el virus para que llegara a la otra parte del mundo? Pues sólo había una solución, hacer una cadena humana e ir pasando el virus de humano a humano, hasta terminar el viaje, pero esto tenía complicaciones con la primera de las peculiaridades que os había contado ¿cómo asegurarte de que todos los futuras "neveras" del virus estuvieran sanas? Sí, efectivamente, no quedaba otra, que el que todos los huéspedes fueran niños sanos.
Así que Balmis cogió un barco, mete en él veinte niños sanos, y junto con Isabel Zendal, enfermera del orfanato en el que se reclutaron los niños,  se echa a la mar con los cálculos perfectamente hechos para llegar hasta Canarias, donde lo reciben con los brazos abiertos por salvar las islas. De allí, con idéntico plan, sale hasta las Américas, donde tras su llegada se consigue controlar la epidemia de manera vertiginosa. Tras América, da el salto a Filipinas, y de Filipinas, pone rumbo a la China, con esta alocada historia que aunque para la mayoría haya sido totalmente desconocida hasta hoy, no sólo salvó la vida de millones de personas, sino que fue la primera expedición de ayuda humanitaria de la historia de la humanidad.
Tres años después en 1806, y tras haber salvado el mundo, Balmis llega a Madrid, donde nadie le rinde el tributo que merece y se pierde en el olvido su grandiosa hazaña, falleciendo el Madrid el 12 de febrero de 1812, con muchísima más pena, que gloria.   
Por ello, no me negaréis que el bueno de Balmis no merece ser mucho más conocido y reconocido de lo que lo es en nuestros días. Un fuerte aplauso para él y todos los médicos y científicos que se han dejado la vida por mejorar las nuestras. 

Balmis y Jenner. Dos nombres que espero nunca vuelvan a borrarse de tu memoria.

DOS ASESINATOS QUE DESATARON UNA GUERRA CIVIL.

Eran las tres de la mañana del 13 de julio de 1936 cuando un grupo de asalto de las fuerza republicanas irrumpía en el apartamento de José Calvo Sotelo en el número 89 de la Calle Velazquez para solicitarle no de muy buenas maneras que le acompañaran a dar una vuelta.
El resultado de aquella incursión terminó con el diputado muerto de dos tiros en su cabeza, sirviendo como excusa para que el General Franco y otros generales se sublevaran contra el gobierno cinco días más tarde desatando la más cruenta guerra de nuestra historia.
Durante la dictadura, Calvo Sotelo fue honrado con distintas calles y plazas e incluso un tramo del Paseo de Recoletos llegó a llevar su nombre.
Al parecer el origen de este crimen, partió principalmente de dos motivos, el primero fue la sede parlamentaria del 16 de junio de ese mismo año, en la que Calvo Sotelo cruzó unas fuertes  y subidas de tono acusaciones, con el Ministro de Obras Públicas Santiago Casares Quiroga; y en segundo lugar del asesinato el día 12 de julio del Teniente José Del Castillo Sáez de Tejada, republicano, quien a las diez de la noche y tras pasear con su mujer con la que se había casado un par de meses antes, en el cruce de Augusto Figueroa con la calle Fuencarral, cuatro simpatizantes de extrema derecha, lo abatían en plena calle sin que éste tuviera tiempo de sacar su arma reglamentaria, falleciendo en el suelo de inmediato.
La instrucción del caso del asesinato de Calvo Sotelo, tuvo que iniciarse dos veces, ya que al inicio de la Guerra Civil, concrétamente el 25 de julio de 1936, aparentemente un grupo de milicianos robó la instrucción del caso, sin que a día de hoy se sepa absolutamente nada de qué ocurrió con la documentación principal del caso, ni con las declaraciones que fueron tomadas en los días previos a la consecución del asesinato.
Fuera como fuese y sin pretender justificar de manera alguna, toda la barbarie que se cometió posteriormente por ambas partes, sí es cierto que sin la decisión tan lamentable de estos dos crímenes, nuestra historia es muy posible que hubiese sido completamente diferente, o al menos nuestra costumbre de creernos en la obligación de pertenecer en absolutamente cualquier aspecto de nuestra vida, a uno de los dos bandos de manera tan vehemente como solemos hacer.
Personalmente, y tras haber leído variadas versiones de ambos bandos, me quedo con lo que decía mi abuela (que es a quien de manera más inteligente he oído hablar sobre la Guerra Civil). Cuando la preguntaba sobre quién había sido el culpable, siempre me decía "Hijo, ¿la guerra? entre todos la mataron y ella sola se murió". 
Por ello creo que más que culpable o inocentes, lo que hubo fue un único perdedor, todos, absolutamente todos nosotros perdimos.


Calvo Sotelo ya fallecido. 
(Fotografía de Alfonso Sanchez Portela)

Calvo Sotelo tendido en el suelo momentos después de haber sido asesinado.
(Fotografía de Santos Yubero)

Dos periódicos con referencia a ambos asesinatos.

Fotografía del Teniente Castillo.

 Esquina donde fue asesinado José Del Castillo Sáez de Tejada

LA PLAZA DE CALLAO

Preguntando desde cualquier punto de nuestro Madrid, es casi imposible encontrar alguien que no te indique donde se encuentra o como llegar a la Plaza de Callao, sin embargo es bastante más complicado encontrar alguien que sepa a qué o quién se refiere el nombre de la plaza.
La Plaza rinde homenaje a uno de esos momentos que particularmente me gustaría que no hubieran existido, y es que, aunque transitemos casi a diario por ella, muchos no saben que el Callao fue una batalla que libró la Armada Española contra las tropas de la República del Perú, que en dicho emplazamiento se atrincheraban tras sus defensas.
El Callao era una pequeña ciudad costera a unos quince kilómetros de Lima, que estaba franqueada por dos Torres que la defendían férreamente de sus enemigos. La Armada Española pasó por allí tras los bombardeos de Valparaíso, y dado que recibió fuertes críticas por ellos, al por tratarse de una ciudad totalmente indefensa, decidió asaltar las Torres del Callao como señal de fuerza y contundencia.
El resultado según los historiadores Peruanos, es que las dos torres mantuvieron su capacidad defensiva y que la Armada se retiró por sus ya mermadas existencias de armamento, mientras que los historiadores españoles indicaron que casi con una precisión quirúrgica, la escuadra abandono el lugar sin daños prácticamente en sus tropas y tras haber logrado el objetivo de la campaña. 
De una u otra manera, la historia tampoco es tan honrosa, como para que una de nuestras plazas más transitadas rememore el momento en la historia; claro que a ver quién es el guapo que ahora le cambia el nombre a una plaza tan arraigada en nuestro día a día.


Quedándonos con lo que la plaza nos dedica, esta plaza de construyo entre 1910 y 1940 aunque su espacio ya existía dentro de lo que era el área de San Martín. En ella destacan los siguientes edificios:

El edificio Adriática, planificado por Luis Sainz de los Terreros en 1926.



El antiguo edifico de Galerías preciados, que desde mediados de los noventa está ocupado por su gran rival El Corte Inglés. Este edificio en su día fue el Hotel Florida, construido por Antonio Palacios en 1925.


El edificio FNAC. Fue la primera sede de Galerías Preciados. Es el edificio más moderno de la plaza ya que se construyó tras la guerra por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto.


El cine Callao construido en 1926 también por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto. Arquitectónicamente es el edifico menos llamativo de la plaza, aunque su importancia en el corazón de los madrileños le otorga la importancia que el edificio mantiene, Quizá sean demasiados años subiendo por Preciados con el cine de fondo.


El Palacio de la Prensa. Creado por Pedro Muguruza en 1925, su obra duró cuatro años y recibe su nombre, ya que en él se estableció la Asociación de Prensa. Durante un tiempo fue el rascacielos de Madrid, teniendo el privilegio de ser el punto en el que Madrid estaba más cerca del cielo.


Y por último y no por ello menos importante, el edificio Carrión, del que ya hablamos en esta otra entrada que os enlazo, y que fue el primer edifico con aire acondicionado de todo Madrid.


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EL QUIJOTE II

Mucha gente desconoce que la mayor obra literaria de nuestra lengua, tuvo no una, sino dos segundas partes. La primera de ellas escrita por un autor anónimo, bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, se publicó en Tarragona en 1614. No se sabe ciertamente quien fue su autor, pero sí se sabe que no debía de tener mucho cariño a nuestro célebre autor, ya que en el prólogo de la misma obra, lo deja bastante mal parado tachándolo de viejo decrépito y de otras lindezas.
A su publicación el propio Cervantes ya tenía muy avanzada su segunda parte y debido a su publicación, la cual no le sentó demasiado bien que digamos, y a su estado de salud que era algo complicado (murió sólo un año después a los 68 de edad), acució el terminar la publicación de su segunda parte, para de alguna forma, arruinar las esperanzas de éxito que su imitador hubiera esperado obtener.
Es más que probable que esta segunda parte fuera escrita íntegramente en Madrid dado que sabemos que en 1608 Cervantes se traslada de Valladolid a la casa donde murió en la Calle León esquina calle Francos, y el propio Cervantes y su mujer desearon ser enterrados en el convento de las Trinitarias, (donde hace poco se han encontrado por fin sus restos, o al menos eso parece) y donde una de sus hijas estaba ingresada como monja.
El 30 de Marzo de 1615 recibió de parte de la corona la autorización para poder imprimirla y ese mismo año, utilizando los talleres de imprenta de Juan de la Cuesta (mismo impresor que había utilizado para imprimir la primera parte diez años antes) se publicó la segunda parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
En el número 7 de la calle San Eugenio de Madrid, en el edificio donde estaba situada la imprenta donde se editó, quedó para nuestro recuerdo una placa conmemorativa de dicho evento.

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PLAZA DEL CONDE DE MIRANDA.

Esta plaza toma el título del Conde de Miranda ya que en ella se encontraba el Palacio de Cárdenas que era propiedad de dicho noble y la cual se conocía en la Villa como la Casa de los Salvajes, por las dos impresionantes figuras de piedra que enlucían su entrada.
Hoy por desgracia dicha casa ya no podemos disfrutarla ya que desapareció durante el siglo XX, pero hay una leyenda muy pintoresca que está relacionada con este lugar y la cual sí que ha llegado a nuestros días.
Cuanta la leyenda que por la zona solía vender biblias una señora, la cual se hizo muy popular en la villa ya que corría el rumor por la comarca que quien compraba sus biblias poseería el don de ser dichoso para el resto de sus días.
Obviamente una superstición como esta provocó que rápidamente el precio de las Biblias de la señora se pusiera por las nubes, y como contrapartida, como pasa en este país siempre que a alguien le marcha bien, también sale alguien dispuesto a tirar por tierra la raíz de sus bienes, por lo que no tardó tampoco mucho en llegar el rumor de que aquella señora era una bruja y sus biblias realmente estaban malditas. Hubo quien más allá aún comenzó a hacer la bola cada vez más grande indicando que las biblias estaban forradas con la piel de los niños muertos que la propia señora se encargaba de arrancar de los cadáveres en el cementerio.
Aquello ya fuera cierto o no, resultaba escandaloso y obviamente provocó que la Santa Inquisición, que tenía de Santa lo que yo de holandés, acudiera a la citada plaza para apresar a la vendedora.
No sabemos muy bien qué ocurrió en el juicio, ni si las biblias estaban malditas o eran maravillosas, pero lo que sí está claro es que no se volvió a saber nada, ni de la señora, ni de sus biblias, por lo que esperamos que no llegara a sufrir demasiado en manos de aquella inquisición con tan mal juicio como peor benevolencia.  


Plaza del Conde de Miranda (Fuente es.hoteles)

PRUDENCIA GRILLO

Hoy vamos a recordar a esta mujer que si bien parte de su historia está enlucida en una leyenda poco demostrable, sí que es cierto que salvo ese leve suceso, su historia está ligada fuertemente a Madrid.
Prudencia nacía en Valladolid en 1548, fuera de una relación extramatrimonial entre su madre, María de Rojas natural de la provincia de Cuenca y un adinerado genovés, que respondía al nombre de Nicolás Grillo.
El padre la acogió en su casa cuando tenía seis años de edad, y esto le brindó a Prudencia la oportunidad de moverse dentro de un mundo de alta cuna que no había podido sospechar hasta ese entonces, puesto que los Grillo eran una de las familias más importantes de la República Genovesa. Allí se crió la niña hasta que a los catorce años su padre fallece, lo cual además de suponer una gran pena para la chiquilla, provoca que su situación patrimonial mejore de manera considerable.
Muerto su padre, y tras una complicada relación amorosa, decide que es el momento de retornar a España y ya aquí en Madrid se enamora perdidamente de Pagan Doria, otro influyente genovés, el cual está más preocupado por otros menesteres que por complacer a la buena de Prudencia.
Es entonces cuando parece ser que Prudencia comienza a manejar todo tipo de conjuros y artes negras, y donde la parte de su historia parece convertirse más en una leyenda. Como os decía, Prudencia pone en marcha toda una serie de rituales y sortilegios para que su amado no se vuelva a Génova, lo cual le lleva a tener que personarse como acusada de sacrílega delante de un tribunal de la Santa Inquisición, aunque al final la cosa queda en nada y Prudencia se libra de males mayores.
El caso es que parece ser que los sortilegios de Prudencia funcionan en cierto modo, pues consigue que Pagan no regrese a su Génova natal, pero por otra parte l jugada no le sale del todo bien, pues es llamado a acudir a filas para unirse a las tropas de Juan de Austria en la conquista de Túnez.
Aquello pone muy nerviosa a Prudencia, para lo que el bueno de Pagan Doria con la idea de tranquilizarla, le dice que no se preocupe que si no tienen noticias suyas será que todo está bien, pues si algo ocurriera antes de partir para el otro barrio, enviaría a su espíritu a que moviera las cortinas de su habitación y dejará muestra de que algo había ocurrido en el escritorio en el que ella guardara sus cartas.
Y como pasa con todas las leyendas, que ocurren, pues si no ni son leyendas, ni son nada, una buena noche Prudencia notó como las cortinas de su dormitorio se movían y sobresaltada al escuchar un fuerte sonido, contempló como el cajón del escritorio donde guardaba las cartas de su amado, se encontraba esparcido por el suelo.
Días después llegó a Madrid la noticia que ella ya sabía a ciencia cierta, y es que su amado Pagan había muerto decapitado por manos turcas durante la reconquista de la ciudad.
Tras la muerte de su amado, Prudencia se refugió en la fe de mano de fray Alonso de Orozco y se dedicó a menguar su fortuna ayudando a los necesitados y acogiendo en su casa de la calle del Príncipe a necesitados y mujeres de dudosos hábitos, que quisieran cambiar los designios de sus vidas; hasta que unos años después decidió montar allí mismo lo que sería el monasterio de Nuestra Señora de la Visitación, en el que se dice que junto al altar se encontraba una tumba vacía en honor de Pagan Doria y junto al que estuvo recluida de clausura hasta que en 1610 la esposa de Felipe III, Margarita de Austria, decide que todas las religiosas del citado monasterio, sean trasladadas al convento de Santa Isabel, pues comenzó a correrse por Madrid la "sospecha" que en el interior del monasterio, no se guardaban las debidas normas de recogimiento que mandaba la iglesia y que se acogía a clérigos desterrados de otras nacionalidades.
Y es aquí donde finalmente perdemos la pista del final de los días de Prudencia, que si bien como os decía en el inicio, su macabra leyenda es lo que más ha quedado en el recuerdo, su historia no es nada desdeñable y merecía, creo yo, que al menos le dedicáramos un rato de lectura.

Estado en el que se encontraba el altar mayor y la fachada del Convento de Santa Isabel la Real antes de ser saqueado durante la Guerra Civil.  (Fuente De Rebus Matritensis)

Palacio de Fernando de Baviera

Corría el año 1906 cuando Fernando de Baviera contrajo matrimonio con María Teresa de Borbón. Como residencia de la nueva pareja se decidió rehabilitar el palacio de los duques de Benavente y de los marqueses de Castroserna, el cual tras haber sido utilizado como sede de la embajada Francesa no había quedado muy modernizado para el recibimiento de tan joven pareja.
Como parte de la decoración se utilizaron una serie de enseres y tapices que el abuelo de la dama había legado a la pareja como parte de su dote.
Y allí se dispuso la pareja a vivir su amor hasta que pocos años después el 23 de septiembre de 1917, María Teresa fallecía en su casa a los treinta años aquejada de una embolia que le había provocado el parto de su cuarto hijo la infanta María del Pilar.
Aquello fue un mazazo para la familia, que pocos años después al estallar la Segunda República tuvo que abandonar todas sus posesiones. Aquel palacio, junto con los tapices que en el se encontraban y toda la pomposidad que lo engalanaba fue saqueado y se perdió en el olvido para siempre, dejando el palacio en un malogrado edificio que apenas recordaba los tiempos a los que dio morada.
Finalmente unos cuantos años después, dado el estado en que los saqueos y la Guerra Civil lo habían dejado, se ordena su demolición, pero aquel Palacio negándose a permanecer en el olvido sin dar una última batalla, decidió sacar el mayor secreto que guardaba en sus entrañas, y al derribarlo apareció entre sus escombros uno de los más importantes hallazgos del Madrid musulmán. El Palacio se encontraba edificado sobre lo que había sido la muralla árabe que originó que Madrid sea lo que es en nuestros días y tras un arduo trabajo de recuperación se consiguió salvar lo que hoy conocemos como el parque del Emir Mohamed I, que no es más, que el tramo más importante de la muralla árabe que ha llegado a nuestros días, y que sin duda ha supuesto el mayor hallazgo para entender cómo fue la ciudad de Madrid en aquel tiempo.
Como colofón os dejo una ventana en el tiempo que si bien no puedo asegurar que sea exacta, pues no disponemos de documento alguno que nos indique donde comenzaba y terminaba dicho Palacio, sí que nos permite mediante esta recreación animaba imaginar como hubiera variado el paisaje de la zona en caso de que no se hubiera derribado el palacio.
Personalmente en este caso y como excepción a la regla, casi me alegro de que haya desaparecido.    
Fotografía antigua: 1909 Autor desconocido. (Fuente Flickr/madridantiguo)
Fotografía moderna 2017 Sergio Moreno

ESTATUA DE FELIPE III

Cualquiera que haya visitado Madrid, por fuerza habrá pasado por la Plaza Mayor, que a mi gusto, junto con la de Salamanca, supone una de las plazas más bellas de nuestro país, sin desperdiciar por ello las múltiples plazas que tenemos por toda España.
Pero hoy no nos vamos a extender en comentar la plaza, que tiene para largo y tendido, sino a su vecino más imponente, y este no es otro que la estatua de Felipe III que se sitúa en el centro de la plaza y que la hace aún más bonita si cabe.
La estatua se elaboró por mandato de Cosme de Medici en Florencia a los artistas Juan de Bolonia y Pietro Tacca con el fin de ser regalada al rey español.
En un principio la estatua se situó en los jardines del Alcázar, hasta que en 1617 se trasladó a los jardines del Reservado en la Casa de Campo, donde estuvo situada hasta que el gran Mesonero Romanos, convenció a la reina Isabel II para que desplazara sus cinco toneladas de peso hasta el centro de la Plaza Mayor, para de manera velada poder prohibir la celebración de festejos taurinos en el interior de la plaza, sin tener que enfrentarse a una prohibición, que a buen seguro, ya por aquel entonces hubiera supuesto la disconformidad de una parte de la población.
Pero si esta estatua hoy en día es orgullo de cualquier madrileño, bien es cierto que durante su historia ha sido diana de los enemigos de la monarquía en los dos periodos en los que la República ha sido la opción gobernante en nuestro país.
Durante la primera fue retirada a un almacén en donde quedó encerrada para evitar males mayores, hasta que posteriormente Alfonso XIII la rescató de su exilio. Y durante la segunda se generó un incidente que reveló uno de los secretos más curiosos de esta estatua. En 1931 en pleno alzamiento y bullicio antimonárquico, un personaje, por llamarlo de algún modo, decidió que lo mejor era volar por los aires la figura del rey, por lo que colocó un artefacto explosivo en la boca del caballo e hizo volar por los aires una parte del mismo.
Cuando el efecto de la explosión permitió que los presentes se acercaran, descubrieron el secreto que el caballo llevaba años o quizá siglos guardando en su interior y es que el caballo tenía cientos de cadáveres de pajarillos en su interior. Por lo que se pudo deducir, la boca del caballo estaba hueca y se comunicaba con el vaciado interior de la estatua, cosa que hacía que muchos pájaros utilizaran dicha entrada para protegerse en su interior en los días de frío. Al parecer, la salida no era tan accesible como la entrada para aquellos pequeños animales, por lo que su cobijo se convertía en una terrible trampa mortal y allí quedaban sus restos al no lograr salir al exterior.
Posteriormente en 1934, el escultor Juan Cristóbal se encargó de su restauración y de obviamente cerrar aquella trampa mortal para que no volviera a ocurrir.
Por último comentaros que la estatua ha sido desplazada a otro lugar más durante su historia, y es que en 1970 durante las obras de construcción del túnel y parking que se encuentra bajo la plaza, la estatua residió durante un año en el Parque del Retiro.
No me negaréis que para una estatua con ese peso y volumen, no ha tenido una vida ajetreada.
Estado de la estatua tras la explosión el 14 de abril de 1931 (Fotografía ABC)
Montaje del caballo en la Plaza Mayor una vez restaurado. (fuente exprimemadrid)



EL CONDE Y SU GALLINA

El conde Duque de Olivares, que para muchos es más famoso por las representaciones que de él realizó Velázquez que por sus propias obras, realmente fue un hombre muy influyente en la corte de su época, y aunque romano de nacimiento, desde sus 12 años, edad en la que fue enviado a estudiar a Salamanca, se valió su peso e influencia a base de dinero y posición en un Madrid que de debatía en peleas de influencers entre el duque de Lerma y su hijo el duque de Uceda a quien apoyaba nuestro protagonista de hoy.
Pero si bien el duque dio mucho que hablar, hoy nos vamos a parar en una anécdota bastante poco conocida sobre el duque.
Al parecer el bueno de Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar, que así se llamaba el bueno del Conde, tenía un gallinero en el que almacenaba gran número de ellas, cada cual más exótica y variada. Al parecer Gaspar se tiraba horas con ellas, dándoles de comer, limpiando su espacio, recogiendo sus puestas y según dice alguna que otra pluma afilada, incluso cacareando con ellas como si fuera su papá pollo.
Pero de todas ellas nuestro insigne noble sentía predilección por una gallina de blanco plumaje a la que llamaba Doña Ana. El duque sentía una gran predilección por ella, y raro era el amigo del Conde que no hubiera conocido también a la blanca Ana, que dicho así queda muy poético para referirse a semejante animal.
El caso, es que como decía el Conde sólo tenía ojos para su Doña  Ana, y tanto fue así, que según comentan algunos escritos de la época cuando la buena ponedora falleció, el Conde no pudo soportarlo y cayó en una depresión de considerable importancia.
Tal fue su desdicha que ya nunca más se encargó de aquél gallinero, ni quiso volver a tener nada que ver con él, por lo que decidió regalar el terreno sobre el que este se levantaba al rey Felipe IV, y al cuál accedió de buena gana aunque el regalo finalmente lo pagó el pueblo de Madrid.
Pues bien, sobre los terrenos que según cuenta esta historia el Conde Duque de Olivares tenía su gallinero, es donde posteriormente se levantarían La casa de fieras Retiro, por lo que si es cierta esta historia, la cual parece bastante probable según algunos escritos que se conservan, no cabe duda de que el pueblo de Madrid le debe a la memoria de Doña Ana, tan maravilloso emplazamiento. Lo que está claro en que nunca semejante pollo dio tan buen caldo.

Detalle del Conde Duque de Olivares de Velázquez (Museo del Prado) 

¡¡¡¡VAMONOS DE PUTAS!!!!

No os alarmeis ante el título, que no se trata de hacer ningún reclamo para que acudamos en comanda a buscar meretrices, ni nada por el estilo. Pero lo que sí es cierto, es que nos guste o no, seamos más reprimidos o más liberales, lo cierto es que las mancebías y sus moradoras llevan poblando Madrid desde que el mundo es mundo, o al menos desde que el gato es gato.
Vamos a hacer un pequeño recorrido a los siglos XVII y XVIII en los que la prostitución en Madrid comenzó a tener una legislación al respecto, y aunque hoy en día nos pueda parecer una locura, todo estaba más o menos "reglado", o al menos ordenado bajo unas normas que no en todos los casos estaban escritas pero que eran de obligado cumplimiento.
En aquella época existían en Madrid cuatro tipos de meretrices: en primer lugar estaban la clase más baja, que se las conocía como cantoneras. Eran chicas que se apostaban en las calles y que obligatoriamente tenían que cumplir tres requisitos: ser huérfanas o abandonadas por sus progenitores, haber cumplido los doce años y no poseer oficio alguno como sustento. Si cumplían estos requisitos debían pasar una inspección médica para verificar que había sido desvirgada antes de iniciarse en dicha labor y tras pasar dicho examen médico y el obligatorio intento de sacarle de la cabeza semejante modo de vida, si la chica continuaba en disposición, se le otorgaba su licencia para que quedara registrada.
Estaréis pensando que qué estupidez, que la mayoría no haría nada y ejercería igualmente, pero el caso es que era beneficioso para ellas, primero pues así se libraban de que las autoridades las molestaran (al menos sobre el papel, que vaya uno a saber qué ocurría luego en las calles cuando se encontraban con la autoridad) y lo segundo pues durante la cuaresma tenían prohibido ejercer su actividad, por lo que el Concejo las daba pequeñas limosnas para que pudieran mal vivir durante este periodo de tiempo y no cayeran, ni llevaran a nadie a la tentación. De ahí la expresión andar como puta por cuaresma...
El segundo tipo eran las mantenidas, que si bien si tenían que cumplir los mismos requisitos que las cantoneras, perdían el derecho a la limosna del Concejo debido a que tenían un protector bajo el que trabajaban y que era encargado de su sustento durante la cuaresma. Vamos un chulo de toda la vida.
El tercer tipo eran las chicas de mancebía, que normalmente ya habían sido chicas de calle (ya fueran cantoneras o mantenidas) y que huyendo de las inclemencias del tiempo, ejercían en un local al que normalmente acudían las capas más altas y adineradas del Madrid de entonces. Se sabe que grandes reyes, reinas e infantes de nuestra corona han sido fija clientela de dichos locales, pero no seré yo el que revele sus nombres, que ya la historia se ha encargado en ir contando sus vicios y andanzas.
Y por último estaban las tusonas, que normalmente eran mujeres de familia (con y sin marido) que ejercían dicho arte en el interior de sus propias casas, normalmente con el fin de mantener a su familia. Estas no tenían ningún tipo de regulación y existían de todo tipo, capa social y emolumento, pues su actividad podía ser fija o eventual y al ser siempre de puertas para dentro y de boca en boca (nunca mejor dicho) era difícil tenerlas regladas.
Su clientela era normalmente de alta cuna, hasta el punto de que su nombre tusonas provenía de toisonas es decir, las mujeres que se acostaban con los hombres del Toisón y está era una condecoración a disposición de muy poquita gente por lo que se daba a entender que del mismo modo las tusonas eran igualmente exclusivas.
Como podéis ver su actividad estaba bastante regulada, estaban registradas y las mancebías debían pagar un impuesto para mantener su negocio abierto. También eran responsables tanto de la limpieza como de que no se generaran disturbios por el ejercicio de su profesión y podían ser sancionadas tanto por conflictos con otras trabajadoras como por disputas con clientes que alteraran el orden público, que ya se sabe que en este país es mejor ser puta que escandalosa.
Es cierto que existieron leyes en la primera mitad del siglo XVII que prohibieron su ejercicio, pero era algo tan complicado de abolir ya, dado el gran número de mujeres que dependían de ello para subsistir, y que como hemos dicho la corona era una gran defensora de su labor, que nunca se llegaron a ejercer con mano férrea. Lo máximo que lograban era cerrar alguna mancebía de vez en cuando para acallar las voces de los diurnos puritanos, o para conseguir que modificaran su vestuario y que así no fueran confundidas por el resto de las damas de bien.
Imaginaros el poco caso que se hizo a aquellas leyes, que según el censo de 1730 en Madrid había autorizados más de ochenta mancebías en el interior de la Villa y más de 3000 prostitutas regladas. Un dato nada desdeñable para una población que por aquel no llegaba a los 200.000 habitantes.
Y es que ya lo decía el dicho, “En Huertas, más putas que puertas”


Grabado en la Casa de los Vatti en Pompeya (Siglo I D.C)

LA FAENA MÁS EXTRAÑA DE MADRID.

Muchas han sido las corridas que se han realizado en la Plaza de toros de las Ventas o en Vista Alegre, muchas fueron también las que se realizaron en la misma Plaza Mayor, que durante un tiempo fue utilizada como coso taurino pero hasta la fecha la corrida de toros más extraña de la que tenemos constancia ocurrió el 23 de enero de 1928 en la mismísima Gran Vía.
Aquella mañana, durante su traslado hasta el matadero de Legazpi, un toro y una vaca decidieron dar un  paseo por las calles de Madrid, así que a la altura de Virgen del Puerto se desviaron por la Cuesta de San Vicente, pasando por Leganitos, Plaza de España, Corredera de San Pablo, para terminar en la Gran Vía, que aún se encontraba en obras.
Ni que decir tiene el revuelo que se montaba por las calles a su paso. Hasta tres heridos por asta dejo el toro en su encuentro con los viandantes. La vaca fue más sencilla de detener pues además de su talante más dócil, llevaba una cuerda en su cuello lo que facilitó su captura sobremanera.
Pero el toro, como comentábamos no tenía intención alguna de parar su correría y embestía todo cuanto se encontraba a su paso. Por suerte un torero de nombre Diego Mazquiarán, apodado ‘Fortuna’, se encontraba en la calle Gran Vía y no dudó en realizar en plena calle, la faena de su vida.
‘Fortuna’ se quito su abrigo usándolo como capote para lidiar al toro,de repente las aceras y balcones de la calle se fueron llenando de gente que salía de su aterrado escondite para no perderse lo que estaba sucediendo. Al torero le trajeron una espada del Casino Militar pero ‘Fortuna’ lo desechó por dudar de que sirviera para dar muerte al bravo animal, así que pidió que alguien se acercarse a su casa, que se encontraba en la Calle Valverde, para que le trajeran su propio estoque de matar.
Ya con su propio acero en mano, el torero se decidió a entrar a matar mientras el gentío enmudecia ante el espectaculo. Aunque la suerte no fue del todo certera, sirvió para que el animal quedara indefenso y cuando el torero usó su descabello para dar fin al temido animal, la Gran Vía se convirtió en una fiesta y el torero fue aclamado como al héroe del día, recibiendo toda clase de clamores. El maestro fue llevado a hombros hasta el Café Regina en la cercana Calle de Alcalá donde el torero y sus acompañantes pudieron disfrutar a cuenta de la ciudad de todo cuanto decidieron consumir.
Ese mismo año fue uno de los toreros más contratados del país pudiendo demostrar su arte, en casi una veintena de corridas aumentando con ello su caché y la retribución que su valerosa acción pública le trajo a cuenta.





Fotografías antiguas Pepe Campua 23 de Enero de 1928
Fotografías modernas Sergio Moreno 21 de enero de 2017.













BALDOMERA LARRA.

Conocido es el fin que tuvieron los días del célebre autor Mariano José de Larra debido a sus males de amores, pero lo que igual muchos no sabéis, es que si hubiera vivido se hubiera muerto de vergüenza ante los inventitos de su hija Baldomera.
La moza de agraciado nombre tenía cinco años cuando faltó su padre, y ya fuera por la falta de una figura paterna, por que la chiquilla tenía querencia por lo ajeno o por que su marido, miembro de la Casa Real siguió los pasos de Alfonso XII cuando este abondonó el país dejándola con dos criaturas, el caso es que “La Patillas” (así se la conocía por su peinado) inventó como medio de subsistencia lo que más tarde se ha venido a conocer como la estafa piramidal.
El invento que os sonará pues era la base de la estafa del Fórum filatélico, que tan sonados y catastróficos resultados ha tenido para muchos no hace demasiado, consistía en ofrecer rentabilidades muy superiores a las que se ofrezcan en cada época, utilizando el dinero de los nuevos incautos para ir pagando a los que se vengan dando de baja, mientras se consigan más incautos de los que salen, todo parece ir de rositas, pero en el momento que la pirámide se invierte, se descubre todo el pastel, y siempre se quedan un gran número de personas sin cobrar ni la rentabilidad prometida, ni el dinero invertido.
Pues bien eso es precisamente lo que puso en marcha Baldomera, creo la que fue famosa en Madrid como la Caja de Imposiciones, en la que ofrecía rentabilidades que se movían entre un 30% y un 100% de rentabilidad mensual.
Se valora que más de 5000 madrileños cayeron en el engaño y que la moza llegó a poseer una fortuna de más de 20 millones de reales.
En diciembre de 1876, se destapó la estafa de la que muchos llamaban la madre de los pobres (la mayoría de sus clientes eran de bajo nivel económico), con lo que Baldomera cogió todo lo que pudo y salió escopetada para Francia dejando arruinadas a muchísimas familias. Dos años después fue apresada y condenada a seis años de cárcel.
Parece que tras su salida emigró a las américas poniendo tierra de por medio con los muchos madrileños estafados, que imagino que se sentirían mal compensados por una condena tan corta para alguien cuyos actos había arruinado a los más desprotegidos de sus vecinos.
Aunque algo más viejo que la tos, no olvidéis nunca, nadie da duros a peseta.



Feliz 50 años a nuestro Oso y el Madroño.

Con esto de las efemérides, uno anda a veces con la duda de cuál es la fecha correcta de un evento, y esto es justamente lo que me ha pasado con el caso que hoy nos trata.
La mayoría de los periódicos y blogs de Madrid estábamos anhelantes de que llegará este próximo día 19 de enero, ya que se cumplirán 50 años de la inauguración de uno de los iconos más representativos de Madrid, nuestra estatua del oso y el madroño. Sin embargo esta mañana me he despertado con esta entrada de mi amigo jmmcorral del blog mirando al cielo (el cual aprovecho para recomendaros a todos),
en ella se indicaba que la fecha que yo y otros muchos barajábamos no era correcta, pues la estatua no había sido inaugurada el día 19 de enero sino tal día como hoy 10 de enero pero de 1967
Tras hablarlo largo y tendido con el amigo Manuel, y dado que es una persona a la que tengo mucho en cuenta, me he puesto a bucear e investigar, y chapó, he descubierto que tal y como sospechaba yo estaba completamente equivocado.
Según he descubierto, la estatua ya se había colocado antes del 6 de enero, como podéis ver en la portada del periódico ABC que aquí os dejo,
pero la inauguración se realizó varios días después, a las 13:30 del 10 de enero de 1967, cuando el propio autor de la obra Antonio Navarro Santafé y el entonces alcalde de Madrid Carlos Arias Navarro, hicieron el acto inaugural junto con los madrileños que pese al frío que hacía aquella mañana, se decidieron a acudir a la conmemoración de tan importante acto. Aquí os dejo el enlace a la página donde se describe el acto inaugural
También os dejo algunas imágenes del acto inaugural para que podáis disfrutarlas.
Espero que disfrutéis de este bombardeo de enlaces, pero quería daros todos los datos y las fuentes para indicaros que a veces a uno le encanta estar equivocado y aprender de sus propios errores, mil gracias @jmmcorral.
Por último os dejo el video del NO-DO, desde el minuto 1:02 se puede ver la inauguración.

Fotografía propia del oso y el madroño.

LA ESTATUA DE LOS CUATRO GENIOS.

En medio de la plaza de Oriente, frente al maravilloso Palacio Real, se encuentra una de las estatuas más maravillosas que se puedan encontrar en Madrid. Se trata de la escultura ecuestre de Felipe IV
Lo que hace esta estatua tan increíble no es tanto su belleza y majestuosidad, que posee a raudales. Lo que lo hace tan especial es su complejidad técnica para la época en que fue realizada 1640, ya que se trata de la primera escultura de un caballo que descansa únicamente sobre sus cuartos traseros.
Hasta entonces nadie había conseguido lograr tal hazaña dado que el peso del bronce hacía imposible el lograr el equilibrio necesario y o bien se quebraban las patas, o bien la escultura terminaba en el suelo.
Esta escultura es obra de Pietro Tacca quién la elaboró a raíz de dos diseños del propio Velázquez y quién comenzó el diseño en la postura de “al paso”, como se solía hacer en la época con el caballo apoyado por tres de sus patas, pero tuvo el bueno de Pietro la suerte de contar con un asesor un tanto especial, quién encontró la manera de conseguirlo. Dicho asesor no fue otro que el propio Galileo Galilei, quién tras distintos estudios se le ocurrió la idea de realizar la escultora en dos partes. Primero la partes trasera del caballo la cuál es totalmente maciza y después la parte delantera, la cual es hueca y permite balancear el peso global de la escultura. Después interiormente unió el pecho del caballo con una barra de hierro que se dividía en tres uniéndose a las patas traseras del animal y a su cola la cual si nos fijamos también se apoya sobre el suelo dándole un contrapeso adicional por detrás de la escultura.
Pero parece ser que tal maravilla de la ingeniería no le pareció tan impresionante al propio Rey, que al verla dijo que no le gustaba la cabeza y la mandó a los almacenes por unos meses, hasta que se le cambiara la cabeza. Y es entonces cuando entra en escena el cuarto de los genios, que no es otro que el propio Juan Martínez Montañés, gran olvidado por la inmensa mayoría de los guías que a diario explican esta celebre estatua. Montañes, realizó el busto del rey en barro y una vez que este lo aprobó, se fundió en bronce para que rematara una de las más impresionantes maravillas de su tiempo.
La estatua no fue inaugurada oficialmente hasta el 17 de noviembre de 1843, un año antes de que la plaza de Oriente tuviera decidido su actual diseño.
Así que ya sabéis, a los que desconocierais su secreto seguro que la próxima vez que paseéis por allí la miráis con otros ojos y a los que conocíais su secreto, por favor no os olvidéis de ninguno de los genios que participaron en su creación que por desgracia no se les suele hacer justicia a todos ellos.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.

Estatua de Felipe IV frente al Teatro Real.
Fotografía Propia

Cuadro de Velazquez que sirvió de diseño
Museo del Prado

Retrato del Juan Martínez Montañés esculpiendo la cabeza del Rey 
Museo del Prado