Poema Miguel Hernández

Las puertas son del cielo
las puertas de Madrid.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir.

El pueblo está en las calles
como una hiriente llave.
La tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares.

Ay río Manzanares
sin otro manzanar
que un pueblo que te hace
tan grande como el mar.

Miguel Hernández

EL ÁNGEL CAÍDO

Durante mucho tiempo Madrid mantuvo el honor (o no, según quién lo juzgue) de ser la única ciudad del mundo que poseía una escultura del ángel caído. Esta escultura fue creada en yeso por Ricardo Bellver en 1877 y con ella ganó al año siguiente la Medalla de Primera Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En un primer momento, la escultura fue comprada por el estado por 4500 pesetas, con la idea de mandarla a la Exposición Universal de 1878 por lo que el propio Bellver tuvo que realizar una réplica en bronce, ya que en dicha exposición, sólo se admitían obras en mármol y bronce. Para ello se utilizó la obra original para crear el necesario molde sobre el que realizarla en el actual estado. 
En 1879 el director del Museo Nacional decidió que la escultura debía exhibirse en público, no sin un gran revuelo del puritanismo de la época, que entendía como una blasfemia el dar un puesto de honor en la ciudad a Lucifer.
Finalmente en 1880 Francisco Jareño diseño el pedestal sobre el que está expuesta en el parque del Retiro desde el 29 de abril de ese año, convirtiéndose durante años en la única escultura de cuerpo completo de todo el mundo que representaba a Lucifer. 
Más tarde se descubrió que en Milán también tenían un homólogo en el monumento al Traforo del Freju, claro que esta no conserva una extrañísima característica y es que la obra del Retiro, subida en su pedestal, se encuentra según los expertos a 666 metros de altura sobre el nivel del mar. Precioso número para los amantes a las cábalas satánicas... que cada uno decida si esta característica es humana, divina o demoníaca.
Muchos años después, otro ángel caído, cayó en Madrid, estrellándose contra una azotea de la Calle de los Milaneses, cerca de la Calle Mayor, dejando a Madrid como la única cuidad del mundo con dos esculturas públicas del denostado ángel, aunque éste último es más un accidente aéreo que un ángel caído a los infiernos.

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Ángel Caído del Retiro



Ángel Caído de la Calle Milaneses (Andrés Lozano Bojados)


Foto del archivo de ABC


VÁMONOS AL PRADO!!!

A cualquiera que le digas en Madrid “Vámonos al Prado” entenderá sin duda que vas al mejor museo de nuestra ciudad y uno de los más imponentes museos pictóricos del mundo, pero hoy no vamos a hablar de este Prado, lo dejaremos para otro día, hoy vamos a hablar del Paseo, del Paseo del Prado, una de las calles con mayor repertorio cultural del planeta. En él, además del Museo del Prado, que fue convertida en pinacoteca por Fernando VII hacia el 1819 y cuyo edificio es obra de Juan Rivera, se encuentran el Museo Thyssen, el Museo Reina Sofía, el Centro Cultural Caixa Forum, el Jardín Botánico y la cuesta de Moyano; prácticamente imposible reunir en tan corto espacio un catálogo cultural más variado, atractivo e impresionante.
Pero el precioso y culto Paseo de hoy en día, poco tiene que ver con el que era en tiempos de Felipe II cuando este le dio el nombre que hoy en día mantiene. Por aquel entonces, al rey le gustaba dar paseos por dicha Alameda y mandó construir un precioso estanque en el que se representaban obrillas de teatro sobre un tablao flotante y las cuales no siempre terminaban todo lo secas que sus intérpretes deseaban. Junto con estas obrillas de teatro, dicha Alameda también era el lugar elegido por los madrileños para todo tipo de intrigas, duelos y resolución de conflictos, así como para bajo su escasa luz tener todo tipo de desenlaces amorosos. En otras palabras, el Prado, era el picadero preferido de Madrid y era raro que no tuviera allí lugar, en el interior de un carruaje furtivo, cualquier desenlace amoroso iniciado en la Villa y Corte.
 “…al anochecer iré
al Prado, al coche arrimado;
luego, en la calle embozado:
ved si advierte bien mi amor
horas de calle Mayor,
misa, reja, coche y Prado.
Llegó a escribir Calderón en boca de uno de sus personajes en la obra “Hombre pobre, todo es trazas”.   
Quizá, los protagonistas de estos lances furtivos, no pensaron nunca que como testigo de sus amores y correrías, el tiempo erigiría tan impresionante Paseo, pero así ha querido el tiempo que fuera y hoy podemos disfrutar de los placeres de este Paseo, aunque sea en términos bien distintos a los de antaño.

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Alameda del Paseo del Prado 


 Fuente de Neptuno a principios del siglo XX

 La fuente de Neptuno también fue protegida durante la Guerra Civil.

 Paseo del Prado y Neptuno hacia 1820.



Fiesta en el Jardín Botánico de Luis Paret Alcazar.


EL RASTRO

Creo que no ha existido Madrileño que no haya pasado un domingo mañanero en el rastrillo más famoso del país, pero el nombre del Rastro no está relacionado directamente con el rastrillo, no, su nombre viene de un rastro muchísimo más desagradable.
El nombre de EL RASTRO viene dado pues la calle en la que se ubica dicho mercadillo es en la Rivera de Curtidores, esta se llama así pues en este lugar se aglutinaban los artesanos curtidores de aquel Madrid antiguo. Según los registros de la época en aquel Madrid existían dos mataderos municipales, el primero sito en la Plaza Clara del Rey y el segundo en la ribera de Manzanares. Pues bien el nombre del Rastro viene del reguero de sangre con el que los animales aún sin desollar pintaban la calle en su macabro viaje desde dichos mataderos hasta la citada ribera en la que los curtidores convertían su piel en toda clase de artesanales creaciones.
Posteriormente, cuando el mercadillo comenzó a celebrarse en la plazuela del Rastro, los madrileños indicaban a quienes desconocían su ubicación diciendo "Es fácil llegar, tú sigue el rastro" de ahí que el nombre haya quedado durante todo este tiempo, y aunque la plazuela desapareciera, el mercadillo esperemos que siga por muchos años más con tal original nombre.
Sin desmentir lo anteriormente explicado, dado que ha llegado a nuestros días documentado por escritores como Cervantes o Covarrubias, algunos famosos historiadores también añaden que el término rastro, también se refiere a lo que entonces eran las afueras de la ciudad, donde terminaba la jurisdicción de los alcaldes de la corte o alcaldes del rastro, como se los denominaba, dado que fuera de sus jurisdicciones se perdía el rastro de los criminales y malhechores.

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FOTOGRAFÍAS (MADRID GUERRA CIVIL)


Hoy no os dejo ningún texto escrito, por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, aquí tenéis mi selección de fotografías de Madrid durante la Guerra Civil.

Unos chicos sacan a la Diosa de sus protecciones.

La Cibeles protegida en su encierro.

Otra toma de la Cibeles protegida-

Desenterrando a la Diosa. Tras una guerra el más divertido de los juegos

Madrileños protegiéndose en el Metro de los bombardeos.

Facultad de Filosofía y Letras de la universidad Central (Complutense).

La Gran Vía siendo bombardeada.

Plaza Mayor preparándose para los bombardeos.


Puerta de Alcalá durante la guerra.

 La Puerta de Toledo observa como cavan trincheras.

 Día a día durante una guerra.

Una bomba llega hasta el Metro.

Milicias Republicanas desfilando por Madrid.

Uno de los muchos edificio bombardeados en nuestras calles.

Niñas protegidas bajo un arco de mampostería.

LA BIBLIOTECA NACIONAL

El paseo de Recoletos es sin duda el jardín público, más antiguo de Madrid. 
Va desde la plaza de Cibeles a la plaza de Colón y forma junto al paseo del Prado y a la Castellana la columna vertebral de nuestra ciudad en su estado actual.
Debe su nombre a un famoso convento de agustinos recoletos que se hallaba en el siglo XVII y que tenía el pintoresco nombre de Convento Copacabana.
En el solar de lo que entonces era dicho convento, hoy se erige para orgullo de nuestra lengua la biblioteca nacional, donde desde su fundación en 1895, tienen el honor de conservar un ejemplar de todos y cada uno de los libros que se escriben en nuestro país. Aún continúa vigente esta norma con el Deposito Legal, por la que cualquier escritor al registrar su obra está obligado a entregar un ejemplar en depósito para la Biblioteca Nacional.
En ella a día de hoy se conservan más de 26 millones de libros y es con mucho una de las joyas de nuestra ciudad a la que habitualmente no se le da la importancia y majestuosidad que debiera. En ella se conservan por ejemplo el texto original del Cantar del Mio Cid, la primera edición del Quijote, dos códices de Leonardo da Vinci, un códice de la divina Comedia de Dante o un manuscrito con la minúscula letra de Borges que fue adquirida en una subasta por 19.000 libras esterlinas y que la manía del escritor de destruir sus hojas manuscritas la ha convertido en una rareza extremadamente valiosa.
Desde aquí nuestro pequeño homenaje del día a este paseo y a la Biblioteca Nacional cuya labor de conservación de nuestra lengua y nuestro legado escrito no estará nunca suficientemente reconocido.
Mi recomendación, visitarla, es un lujo de nuestra ciudad.



Fotos propias año 2015.

Convento Copacabana de los agustinos recoletos

Paseo de Recoletos con dos carriles para coches y uno central para los carruajes.




EL ÁNGEL DEL JARDÍN

Hoy os traigo unos de esos lugares que a día de hoy se mantiene en nuestra ciudad y que guarda un poquito de nuestra historia.
Se trata de un pequeño vivero urbano que se encuentra en el nacimiento de la calle Huertas (concretamente en el número dos en su esquina con la calle San Sebastián) y que visualmente choca con la zona turística y de copas en la que se ubica.
Este vivero recibe el nombre de El Ángel del jardín, y lleva entre nosotros, en diferentes estados y nombres, desde 1889.
Este solar fue en su día el cementerio de la cercana iglesia de San Sebastián y tan sólo la presencia en él de un ciprés y un olivo, nos podrían desvelar hoy en día su pasado.

En este cementerio tuvo lugar una de las historias de amor más lúgubres de nuestra historia y es que, tal y como nos contó el propio José Cadalso en su obra "Noche lúgubres" el autor acudió a dicho cementerio para intentar desenterrar a su amada.
La historia tiene lugar en los primeros años del 1770, cuando en Madrid triunfa la actriz María Ignacia Ibañez, hija del escritor José Ibañez. La muchacha que al parecer tenía una belleza sin igual y una rubia cabellera que embelesaba a todo Madrid, tenía fama de rompecorazones y de tener su camerino y la salida  de los teatros en donde actuaba, repleta de seguidores y enamorados que la agasajaban con toda clase de regalos y presentes.
Uno de estos enamorados, era el escritor José Cadalso que estaba muy en boga en aquella época. Al parecer el famoso escritor, si recibía compensación amorosa por parte de la actriz, por lo que formaban una de las parejas más célebres del momento, lo cual hacía que la carrera de ambos estuviera más presente en las tertulias y conversaciones de la época.
Pero por desgracia, el amor no les duró demasiado y la pobre María fallecía de tifus el 22 de Abril de 1772 dándole santa sepultura en el cementerio de la iglesia de San Sebastián.
El escritor loco de amor acudía a hablar con su amada y se quedaba allí sentado en lo que hoy es esta precios floristería, hablando con su amada hasta que el párroco, se veía obligado a pedirle que se marchara cada día.
El escritor, que no puede pasar más tiempo separado de su amada, y que incluso llega a tener episodios en los que se cree en presencia suya,  soborna al párroco para que este le ayude a desenterrar el cuerpo de su amada, y así poder pasar los días y las noches noches en su compañía, cosa a la que el párroco, que de fondos no andaba muy boyante,  accede tras el mucho insistir del amado.
Una noche compinchados ambos, comienzan a desenterrar el cuerpo de María, pero antes de que pudieran lograrlo intervienen los guardia del Conde de Aranda, quienes le detienen y le dan el alto.
En presencia ya del Conde, este le intenta convencer de que abandone su locura, por el bien de las letras y de su propia vida, que estaba avocada a la más absoluta de las locuras, pero viendo que el pobre José no podrá por si mismo olvidarse de su amada, lo dispone para que éste abandone Madrid y sea enviado a Salamanca.
Finalmente el bueno de Cadalso fallecería en septiembre de 1782, sin haber podido olvidar a su María, pero habiendo al menos dejado su cuerpo en el cementerio descansando por los restos.
Y hasta aquí esta bella aunque alocada locura de amor, seguro que recordaréis esta historia si volvéis a pasar por dicho vivero de camino a vuestras correrías nocturnas por la calle Huertas. 
Un rincón que sin duda permanece en el tiempo, digno de detenerse a ser disfrutado.
Os recomiendo pasaros por allí y disfrutar del encanto que se respira en su interior.


Imagen tomada de la web del propio jardín
Entre ambas fotografías se pueden ver variaciones en la estructura de la iglesia, estos se deben a que en la noche del 19 al 20 de Noviembre del 36, una bomba de la aviación destruyó gran parte de la iglesia dejándola semi derruida y teniendo que ser reconstruida. En cambio, el Jardín y la casa posterior, parece como si se hubieran mantenido intactas bajo el correr de los años.