VÁMONOS AL PRADO!!!

A cualquiera que le digas en Madrid “Vámonos al Prado” entenderá sin duda que vas al mejor museo de nuestra ciudad y uno de los más imponentes museos pictóricos del mundo, pero hoy no vamos a hablar de este Prado, lo dejaremos para otro día, hoy vamos a hablar del Paseo, del Paseo del Prado, una de las calles con mayor repertorio cultural del planeta. En él, además del Museo del Prado, que fue convertida en pinacoteca por Fernando VII hacia el 1819 y cuyo edificio es obra de Juan Rivera, se encuentran el Museo Thyssen, el Museo Reina Sofía, el Centro Cultural Caixa Forum, el Jardín Botánico y la cuesta de Moyano; prácticamente imposible reunir en tan corto espacio un catálogo cultural más variado, atractivo e impresionante.
Pero el precioso y culto Paseo de hoy en día, poco tiene que ver con el que era en tiempos de Felipe II cuando este le dio el nombre que hoy en día mantiene. Por aquel entonces, al rey le gustaba dar paseos por dicha Alameda y mandó construir un precioso estanque en el que se representaban obrillas de teatro sobre un tablao flotante y las cuales no siempre terminaban todo lo secas que sus intérpretes deseaban. Junto con estas obrillas de teatro, dicha Alameda también era el lugar elegido por los madrileños para todo tipo de intrigas, duelos y resolución de conflictos, así como para bajo su escasa luz tener todo tipo de desenlaces amorosos. En otras palabras, el Prado, era el picadero preferido de Madrid y era raro que no tuviera allí lugar, en el interior de un carruaje furtivo, cualquier desenlace amoroso iniciado en la Villa y Corte.
 “…al anochecer iré
al Prado, al coche arrimado;
luego, en la calle embozado:
ved si advierte bien mi amor
horas de calle Mayor,
misa, reja, coche y Prado.
Llegó a escribir Calderón en boca de uno de sus personajes en la obra “Hombre pobre, todo es trazas”.   
Quizá, los protagonistas de estos lances furtivos, no pensaron nunca que como testigo de sus amores y correrías, el tiempo erigiría tan impresionante Paseo, pero así ha querido el tiempo que fuera y hoy podemos disfrutar de los placeres de este Paseo, aunque sea en términos bien distintos a los de antaño.

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Alameda del Paseo del Prado 


 Fuente de Neptuno a principios del siglo XX

 La fuente de Neptuno también fue protegida durante la Guerra Civil.

 Paseo del Prado y Neptuno hacia 1820.



Fiesta en el Jardín Botánico de Luis Paret Alcazar.


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