CALLE MARQUÉS DE CUBAS

Desde el año 1900 el Ayuntamiento de Madrid puso este nombre a esta peculiar calle que va desde la calle de Alcalá hasta la plaza de las Cortes. Anteriormente se llamó calle de los Siete Jardines, de los Jardines y también calle del Turco, ya que en ella se alojó el embajador de Turquía. Cuando la calle aún conservaba este nombre, en 1870 el Presidente Prim fue asesinado en un atentado al ser alcanzado por nueve tiros, aunque una autopsia realizada a su cuerpo muchos años después, reveló que este no había muerto de estas heridas sino que murió de estrangulamiento. Otra tercera autopsia más reciente aún, mantiene que no fue estrangulado sino que murió por la infección en una de las heridas de bala, pero esta tercera autopsia borra de un plumazo las pruebas que se encontraron en la segunda sobre el estrangulamiento y dice que no hay marca alguna, cosa difícil de explicar sin pensar que, o bien la segunda, o bien la tercera, o todas ellas, han sido fallidas. ¡¡¡Menudo jaleo de autopsias!!!
Pero bueno volvamos al marqués que da nombre a la calle. El Marqués de Cubas que respondía al nombre de Francisco de Cubas y González-Montes, nació en Madrid en 1826. Su título le fue otorgado por el propio Papa León XIII como compensación a sus inmensas obras benéficas. Fue pensionado en Roma y en 1858 obtuvo la Primera Medalla en la Exposición Nacional de las Bellas Artes. En 1870 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que fue presidente de la sección de Arquitectura. Pero si hay algo por lo que el marqués ha pasado a nuestros días, es por ser el Alcalde más efímero y productivo de todos los que han regido la ciudad de Madrid. Vamos uno de esos que todos desearíamos en nuestros días pero que parece difícil de encontrar.
Su mandato al frente de la casa de la Villa duró tan solo 25 días, llegó a la alcaldía a los 64 años un 6 de noviembre de 1892 en sustitución de Alberto Bosch y se dedicó todos y cada uno de esos pocos días, a desenmarañar toda la corrupción que este había tejido durante su mandato. Raro era el día que no salía desfilando algún funcionario corrupto o algún puesto que había hecho la vista gorda en algún asunto turbio.  En esos 25 días también inauguró la Biblioteca Nacional y realizó la primera memoria sobre el presupuesto Municipal, principal problema por el que se escapaba el erario público al no existir un detalle exhaustivo de las cuentas municipales.
Tras limpiar todo lo limpiable bajo sus dominios, dimitió del cargo renunciando a su sueldo íntegro, cosa que aunque no era nada para su bolsillo, ya que era un hombre bastante acaudalado, si es cierto que no es común ver ni en aquellos, ni en nuestros días.
En su faceta profesional además de arquitecto y un excelente hombre de negocios, dedicó gran parte de su dinero a restaurar y edificar grandes edificios de nuestra ciudad, alguno de los cuales lo realizó también de manera gratuita.
De su labor salieron edificios tan importantes como:
- Las obras de rehabilitación de las Salesas Reales en la calle Santa Engracia nº 18
- El museo Antropológico en Alfonso XII nº 68
- El Palacio Arenzana (Actual embajada de Francia) en la calle Salustiano Olozaga nº 9
- La iglesia del Sagrado Corazón en Claudio Coello
- El convento de las Siervas de María de Tudela.
- La universidad de Deusto en Bilbao
- El Mausoleo de los Duques de Alba en Salamanca.
- O el proyecto definitivo de la reforma de la Catedral de la Almudena a la que se dedicó en cuerpo y alma durante los últimos días de su vida.
Tras todo este inmenso legado, el bueno de Francisco falleció en su Madrid en 1899 y sus restos junto a los de sus esposa tienen un hueco en el mausoleo de la Catedral de la Almudena a la que debemos parte de su gran esplendor y bajo la que se encuentran los restos de uno de los políticos más éticos y generosos que jamás hayan gobernado esta villa y corte.
Por ello aunque su historia no esté plagada de anécdotas y curiosidades, creo que su persona en sí es lo suficientemente interesante como para ser recordada y traída como ejemplo a nuestros días.



Imagen del Marques de Cubas

Imagen del asesinato de Presidente Prim en la calle del Turco

Placa de la calle donde se informa el lugar del atentado

Azulejo con el nombre de la calle




DON GIL Y SUS POLLAS

¿Sabías que el término gilipollas es una expresión madrileña?
Pues así es, aunque no sea para nada nuestro mayor orgullo, ni la mejor contribución a la riqueza lingüística de nuestro idioma, parece ser que el origen de esta expresión nació en las calles de Madrid.
El inicio viene del siglo XVII en aquella época vivía en Madrid un fiscal del Consejo de Hacienda que respondía al nombre de Don Baltasar Gil Imón de la Mota, y el que da nombre a una pequeña calle que va desde la Ronda de Segovia al Paseo Imperial, bueno realmente la calle tomo el nombre de uno de los portillos y puertas de Madrid el cuál se llamaba el Portillo de Gil Imon o de Gilimón, y se encontraba en el mismo sitio donde comienza la travesia cercana a la calle y ésta sí que tomaba el nombre de nuestro personaje en cuestión.
Bueno al grano, por lo visto, el bueno de Baltasar tenía  tres hijas, dos de ellas sobre todo, las cuales no eran demasiado agraciadas, ni poseían una inteligencia capaz de deslumbrar a ningún hombre casadero. Las jóvenes que respondían al nombre de Fabiana y Feliciana, además de no ser demasiado inteligentes ni deslumbrar por su físico, eran bastante aficionadas a las bromas de mal gusto y a hacer gala de lo poco que habían tomado de la educación que sus padres les dieron, solían dejar al bueno de su padre en constante rubor público sin importarles demasiado el daño que esto le provocaba.
Don Baltasar, que de amor de padre estaba sobrado, lejos de resignarse en dejar a sus niñas sin catar las mieles del matrimonio, solía pasear con ellas del brazo por cualquier lugar donde la soltería madrileña se mostrara.
Tal era su insistencia del padre, que en las calles de Madrid comenzó a hacerse habitual el comentario en tono de sorna de... “por ahí camina Don Gil con sus pollas” (polla refiriendose, según sigue a día de hoy recogiéndose en el diccionario de la Real Academia Española, a coloquialmente hablando, una mujer joven).
Tanto se repitió la mofa de “Don Gil y sus pollas” que acabó derivando en el actual gilipollas que se utiliza ya como un insulto con la mayor naturalidad sin saber que en verdad se refiere a las hijas de Don Gil Imón y a los repetidos escarnios que el pobre padre tuvo que pasar por el bien de sus hijas. Así que ya sabes, cuando estas refiriéndote a alguien por el término gilipollas, no haces otra cosa que traer al recuerdo los pesares del pobre Baltasar para con sus hijas.

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 Revista Blanco y Negro del 4 de marzo de 1917, se incluye un poema titulado "Las Gilimonas", de Tomás Luceno

Cuadro de la calle Gil Imón en el siglo XX (Autor Sacha)

Recorte del ABC.

Plano del portillo de Gil Imón


LA CASA-PALACIO DE LOS CONDES DE MONTIJO Y TEBA

En el año 1810 en el punto exacto donde se unen las plazas de Santa Ana con la del Ángel se edificó el Palacete de los condes de Montijo y Teba, este edificio se convirtió en poco tiempo en uno de los más visitados por la alta alcurnia madrileña, no tanto por la majestuosidad del edificio, sino por las dotes de su anfitriona Doña María Manuela Kikpatrick, que como supongo habréis adivinado no era de procedencia totalmente castiza. Doña María Manuela, tras heredar de su padre, un acaudalado Escoces que hacía sus negocios principalmente en Andalucía, decidió que lo mejor que podía hacer por sus hijas era buscarles el mejor marido posible. Por ello se dedicó a realizar las mejores tertulias, fiestas y reuniones del Madrid de la época. Muchas fueron las reuniones que en su casa se realizaron para retornar a los Borbones a la corona de España en favor de Alfonso, hijo de Isabel II. Ella fue quién introdujo las fiestas de disfraces en nuestro país, cosa que ya era célebre en otras muchas capitales europeas pero que en nuestro país no se veían hasta la fecha como propias de la flor y nata del país.
María Manuela no cejó en su empeño hasta alcanzar el propósito que la había llevado a convertir su casa en prácticamente una sala de fiestas, por fin consiguió que su hija Paca casará con el Duque de Alba y a su hija Maria Eugenia con el emperador de Francia Napoleón III (Eugenia de Montijo), no está nada mal el botín para haberlo urdido entre fiestas y tertulias.
Tiempo después este edificio lejos de perder el esplendor de la época se trasformó en hotel, el famoso hotel Reina Victoria el cuál era elegido por lo más laureado de la tauromaquia española para descansar antes de las mejores faenas de nuestro acervo taurino, hasta ser conocido por todos los madrileños como el hotel de los toreros.
El mismísimo Manolete tenía la costumbre de reservar la habitación 220 del hotel para pasar sus horas de descanso previas a cada corrida. No sabemos muy bien si por preparar la corrida del día siguiente o por disfrutar de su romance con la actriz Doña Antonia Broncalo Lopesino más conocida por Lupe Sino, que si bien mucha gente piensa que era mexicana, no es menos cierto que era natural de Guadalajara, pero de la de aquí, de la misma alcarria vamos. No sé muy bien si la equivocación era por darle más glamour a la figura o por si la actriz prefería renegar de sus ancestros, pero lo realmente cierto es que el amor que en la época hubiera llenado los Sálvames de la época realmente no poseía esa nota exótica que muchos otorgan.

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Doña María Manuela Kikpatrick

 Las niñas Francisca y María Eugenia


María Eugenia y su ahijada Victoria Eugenia

 Vista de la plaza de Santa Ana (foto archivo ABC)

 Postal antigua del Hotel Reina Victoria

Plaza e Santa Ana año 1900.


"VISITA G"

Seguro que alguna vez te has preguntado qué significa esa placa de cerámica con el texto “Visita G” acompañado de un número de Manzana que puede verse en algunos portales de la zona centro de Madrid.
Pues bien, estos letreros corresponden a la Visita General de la Regalía de Aposento, y no era más que un sofisticadísimo y confuso sistema de registro de los edificios y las casas que lo componían, con el fin de facilitar la recaudación de impuestos el sistema comenzó a utilizarse en 1750. El sistema aunque fue diseñado por Zenón de Somodevilla y Bengoechea, más conocido por su título el Marques de la Ensenada al ponerse en marcha el 22 de octubre de 1749 su Registro y Planimetría de la Villa,  parecía ideado más bien por un loco, ya que a groso modo, correspondía en dar un número a cada manzana y dándole también un número a cada casa. El problema es que la numeración de los edificios daba la vuelta a la manzana, por lo que podrías encontrar el número 1 de una calle y enfrente otro número 1 que podía corresponder a otra manzana o encontrarte hasta cinco calles con el mismo nombre. Para liarlo aún más, por si ya no era poco, y dado que como decimos se trataba de un sistema para el cobro de impuestos, había vecinos que tapiaban sus puertas abriéndolas por otro lado de la calle con el fin de despistar al cobrador que venía a reclamar el pago de los impuestos.
El sistema se usó hasta el 10 de marzo de 1835 en que Joaquin Vizcaino y Martinez Soles  más conocido por su título el marques viudo de Pontejos, que por aquél entonces era corregidor de Madrid y también fue el creador de la primera caja de ahorros y monte de piedad de Madrid (Lo que degeneraría en la actual Bankia), estableció el sistema de numeración por manzanas. En un principio los números eran todos correlativos hasta el final de la calle y cuando esta llegaba a su fin, volvía por la otra acera hasta volver al principio, por lo que el primer y último número de la calla se encontraban delante uno del otro.
Pero en una segunda revisión se decidió establecer los pares a la derecha y los impares a la izquierda partiendo desde la puerta del sol, dejándose la numeración de las plazas para 1860 en una última revisión del sistema en la que además se cambió el nombre de unas 240 calles, convirtiendo el callejero de Madrid en un legado histórico de la política, las personalidades y costumbres de nuestra ciudad.
Pero ojo no todas las placas que a día de hoy podemos ver están en edificios anteriores a 1835, suponemos que por nostalgia o por desconocimiento de si era necesario mantener aquellas placas, lo cierto es que podemos encontrar edificios posteriores a dicha fecha que han conservado la baldosa de Visita G que presidía el anterior edificio. Sea por el motivo que sea, continuará despertando el interés de los viandantes que continúen sin saber a qué corresponden estas baldosas.

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Ejemplo de una manzana con la placa de Visita G en la Calle Manzana.

Otro ejemplo con cuatro placas

Marques de La Ensenada


Estatua del Marques viudo de Pontejos en la plaza de las Descalzas.

LA PLAZA DE LA CEBADA.

La Plaza de la Cebada, situada en el concurrido barrio de La Latina, es una de las plazas más antiguas de Madrid, hoy en día está prácticamente ocupada por su Mercado, dicho mercado ocupa esta ubicación desde el siglo XVIII aunque ya desde el siglo XVI se tiene conocimiento de la ocupación de la plaza por vendedores que situaban sus puestos en dicha plaza para vender sus alimentos. En 1958 se instaló el actual mercado mucho más colorido que sus predecesores.
El nombre de la plaza viene dado ya que en la calle cercana del mismo nombre, se separaba la paja del grano de cebada para utilizarla como forraje para los caballos. Con toda seguridad el grano se vendía en la plaza en los citados puestos callejeros junto con verduras, legumbres y tocino y el forraje era enviado entre otros lugares a las caballerizas reales.
También en ella se instaló una de las fuentes que servía de suministro de Agua a los madrileños. Esta se conocía como la Fuente de la Abundancia y abasteció de agua a los madrileños hasta el 27 de marzo de 1840 en que se inició su demolición.
Pero la Plaza también tiene su lado oscuro ya que durante años fue escenario de diversas ejecuciones públicas. En ella dieron su último respiro diversos maleantes y bandidos como son el célebre Luis Candelas y Pedro Chico. En la época de Fernando VII rara era la semana en la que no se instalaba en el centro da la plaza su patíbulo y las iglesias de San Millán y Nuestra señora de Gracias avisaban a los vecinos con sus campanas el desenlace definitivo de los reos.
La Plaza durante los años de la República se denominó la Plaza de Riego, en homenaje al militar y político Manuel del Riego defensor de la constitución de 1808 ante el gobierno de Fernando VII, pero lo cierto es que aunque en ella sí se ajustició al héroe nacional, para asombro de los madrileños este no se mostró frente a su desenlace con la misma valentía que había demostrado durante su vida militar y política.
Por suerte estos espectáculos en nuestros días son vistos como una auténtica locura, cosa que no pasaba en aquellos días, donde poder presidir una ejecución desde alguno de los balcones de la Plaza, estaba a la altura de poder presidir una corrida de toros en la Plaza Mayor.

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 Plaza de la Carros al fondo se ve la Plaza de la Cebada foto de 1925.


 Fuente de la Abundancia en la Plaza de la Cebada

 Mercado de la Cebada

 Plaza de la Cebada en el Plano de Texeira.

Imagen de la Plaza y su mercado

EL RATONCITO PEREZ.

Hace un tiempo, al hablar sobre la calle Arenalcomentamos que sin duda alguna su vecino más famoso era el Ratoncito Pérez, si, si has leído bien, el Ratoncito Pérez vive en esta calle, en concreto en la primera planta del número ocho de dicha calle, pero vamos a ver el motivo.

La historia se remonta a 1886 cuando María Cristina tras la muerte de Alfonso XII regentaba el país en espera de que Alfonso XIII fuera coronado al cumplir los dieciséis años.

El futuro Rey fuera por la muerte de su padre o por su delicada salud, vivió consentido por su mamá, la cuál era capaz de cualquier cosa por conseguir que el niño no derramara una lágrima.

Al cumplir los ocho años de edad ocurrió un suceso que estuvo a punto de desestabilizar los cimientos de la casa real, ALFONSO PERDIÓ UN DIENTEEEE, el niño se preocupó sobre manera por el estado de su sonrisa y por el que su cuerpo se cayera a trozos sin que su madre hiciera nada al respecto. Por ello su madre pidió al Padre Luis Coloma, que era un célebre novelista de la época, que escribiera algo que hiciera que el niño desdramatizara el hecho.

El Padre Coloma que además de ser escritor era profesor (entre otros niños dio clase a Ortega y Gasset) sacó todo su arte del tintero y compuso un cuento de un ratón que acompaña al rey Buby (así era como la reina llamaba al futuro Rey) tras este caérsele un diente.

El ratón en el cuento vive en una caja de galletas Hurley, detrás de un montículo de queso Gruyere en la pastelería Carlos Prast, la cual se encontraba en la Calle Arenal número ocho.

En el cuento original que tiene unas 13 páginas, el ratón y Buby corren una serie de aventuras las cuales consiguieron que el Rey no sólo se olvidara de su preocupación por el diente, también le dio una serie de lecciones morales, con las que el futuro Rey y su madre regente quedaron encantados de por vida.

Aunque la inmensa mayoría de los viandantes lo desconozcan en la primera planta de la Calle Arenal número ocho, continua estando la casa del Ratoncito Pérez, cuyo casa a día de hoy se ha convertido en un Museo en el que se pueden ver varios objetos y curiosidades del célebre ratoncito. Si tenéis niños pequeños (recomendado a partir de 5 años) y pasáis por el lugar, no dudéis en subir a visitarlo seguro que pasáis un rato entretenido y vuestros hijos comenzarán a entrar en la historia de su ciudad con esta historia que seguro que los encanta.

http://www.casamuseoratonperez.es/

Imágenes obtenidas de la propia web de la casa museo


Poema Miguel Hernández

Las puertas son del cielo
las puertas de Madrid.
Cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir.

El pueblo está en las calles
como una hiriente llave.
La tierra a la cintura
y a un lado el Manzanares.

Ay río Manzanares
sin otro manzanar
que un pueblo que te hace
tan grande como el mar.

Miguel Hernández