Feliz 50 años a nuestro Oso y el Madroño.

Con esto de las efemérides, uno anda a veces con la duda de cuál es la fecha correcta de un evento, y esto es justamente lo que me ha pasado con el caso que hoy nos trata.
La mayoría de los periódicos y blogs de Madrid estábamos anhelantes de que llegará este próximo día 19 de enero, ya que se cumplirán 50 años de la inauguración de uno de los iconos más representativos de Madrid, nuestra estatua del oso y el madroño. Sin embargo esta mañana me he despertado con esta entrada de mi amigo jmmcorral del blog mirando al cielo (el cual aprovecho para recomendaros a todos),
en ella se indicaba que la fecha que yo y otros muchos barajábamos no era correcta, pues la estatua no había sido inaugurada el día 19 de enero sino tal día como hoy 10 de enero pero de 1967
Tras hablarlo largo y tendido con el amigo Manuel, y dado que es una persona a la que tengo mucho en cuenta, me he puesto a bucear e investigar, y chapó, he descubierto que tal y como sospechaba yo estaba completamente equivocado.
Según he descubierto, la estatua ya se había colocado antes del 6 de enero, como podéis ver en la portada del periódico ABC que aquí os dejo,
pero la inauguración se realizó varios días después, a las 13:30 del 10 de enero de 1967, cuando el propio autor de la obra Antonio Navarro Santafé y el entonces alcalde de Madrid Carlos Arias Navarro, hicieron el acto inaugural junto con los madrileños que pese al frío que hacía aquella mañana, se decidieron a acudir a la conmemoración de tan importante acto. Aquí os dejo el enlace a la página donde se describe el acto inaugural
También os dejo algunas imágenes del acto inaugural para que podáis disfrutarlas.
Espero que disfrutéis de este bombardeo de enlaces, pero quería daros todos los datos y las fuentes para indicaros que a veces a uno le encanta estar equivocado y aprender de sus propios errores, mil gracias @jmmcorral.
Por último os dejo el video del NO-DO, desde el minuto 1:02 se puede ver la inauguración.

Fotografía propia del oso y el madroño.

Calle del Carmen desde Callao

A veces la rutina de un paisaje nos hace olvidar el que lo enlucía en otro tiempo. Sin duda la zona ha ganado en comodidad para el comercio, aunque no se yo si el sacrificio estético estará alguna vez justificado. De todos modos hoy recuperamos un Madrid que no volverá.
Fotografía antigua Autor y año desconocidos. Es anterior a la guerra civil, cuando se estaba adoquinando la plaza del Callao. (Fuente wagonslits)
A la izquierda done hoy está el edificio del Corte Ingles, estaba entonces la entrada al Hotel Florida. A la derecha otro precioso edificio que hoy en día ha sido sustituido con la FNAC.
Fotografía moderna: Sergio Moreno Enero de 2017.

MADRID SE LIMPIA CON MUERTOS.

Supongo que la mayoría de los que estén leyendo este post, pensarán que me ha vuelto loco, o que el exceso de alguna sustancia me ha nublado el cerebro, pero lamentándolo mucho el título de este post no es más que la pura verdad. Y es que, allá por el siglo XVII, en Madrid se utilizaba para la limpieza del día a día, una especie de lejía cuyo origen seguramente hubiera puesto los pelos de punta a sus usuarios.
En aquella época, como os decía, se elaboraba una especie de Don Limpio para el cual como uno de los ingredientes base se tenían que utilizar cenizas en su elaboración, y de dicho preparado se encargaban como no podía ser de otro modo, los ceniceros. Los ceniceros eran un gremio, que como era habitual en Madrid con otros muchos gremios se ubicaban todos juntitos, en este caso en la zona de Atocha y que según se cuenta, junto a otras leyendas, son los que dieron nombre a la calle con su nombre, la calle de los Ceniceros.
La labor de estos, supongo que bastante poco aseados trabajadores, no era otra que la de meterse dentro de los hornos de leña que había por todo Madrid para su limpieza, saneamiento y manutención. Los ceniceros lejos de desechar las sobras de sus trabajos las recogían y juntaban, para más tarde poder elaboraban el mencionado limpiador. Y hasta aquí todo correcto, si no fuera por el sutil detalle, de que obviamente estos trabajadores no tenían la potestad de elegir qué hornos limpiaban y que hornos no, y lo mismo les tocaba hoy limpiar la hollín del horno de un panadero, que mañana les tocaba limpiar los hornos de la Santa Inquisición, que como podéis imaginar, no se usaban únicamente para asar el cabrito en Nochebuena.
El más conocido de estos hornos se encontraba muy cerquita de la zona en la que hoy se encuentra la puerta de Alcalá, pero como resulta que la olorisca no era muy atractiva y suponemos que los de la inmobiliaria de la zona estaba que echaban chispas, se decidió desmantelarlo y llevarlo más a las afueras, trasladándolo a lo que hoy conocemos como la Glorieta de Ruiz Giménez (el extrarradio de entonces).
Ni que decir tiene, como muchos ya sabréis, que aquellos hornos de la inquisición tuvieron un tiempo en que eran un no parar de actividad y ajetreo, por lo que os podéis suponer de donde eran, en parte, las cenizas que se usaban para el Neutrex Antigua protagonista de esta entrada.
Con todo lo dicho, podéis imaginaros la alegría de las limpiadoras que a falta de fregona, que aún no se había inventado, además tenían que estar limpiando y lavando con aquel mejunje a mano y de rodillas
Por suerte, o por desgracia para los más macabros, no nos han llegado a nuestros días documento que nos indique si el olor de aquel preparado se vendía en su versión perfumada o si únicamente se comercializaba en bruto, pero algo nos dice, dado el origen de sus materiales, que lo más seguro es que se vendiera a granel y sin ningún tipo de refinamiento, por lo que ya sabéis, por muy duro que suene o nos parezca en nuestro días, Madrid se limpió con las cenizas de aquellos pobres muertos que fueron quemados en los hornos de la inquisición, y que libres de culpa o no, sin duda pasaron a un final mucho más purificador.

Grabado representativo de un auto de fe (Autor desconocido)

CABALGATA DE REYES

Supongo que ninguno de vosotros olvidará aquellas frías tardes del 5 de enero en las que, o bien de niños, o bien con vuestros peques, habéis pasado las de Caín, para poder ver la llegada de sus majestades los reyes de oriente. Y es que como ya comentamos cuando hablamos de Papa Noel, en Madrid somos de los reyes magos de toda la vida.
Pero lejos de entrar en debates sobre si los trajes de los reyes magos son los adecuados, sobre si una Drag Queen, Pocoyó o Bob Esponja pintan algo en una cabalgata o sobre el debate que cada año nos acompañe (que seguro que iremos añadiendo motivos de queja), vamos a hablar de las cabalgatas, que son una tradición cuyo origen realmente tiene poco que ver con una tradición cristiana. Aunque si tenemos en cuenta que los propios reyes magos ni si quiera son llamados por su nombre en ninguno de los evangelios oficiales, la verdad es que la tradición de los reyes magos conserva mucho más de fiesta infantil que de fiesta netamente religiosa desde ya sus inicios.
Como os decía los reyes magos como tales no se comenzaron a nombrar hasta pasados más de 300 años del establecido como año cero, y realmente nadie comenzó a hacerles casi mención hasta más o menos el 1300 de nuestra era.
Pero volviendo a la tradición madrileña, que es la que a nosotros nos interesa, la primera celebración o festejo de la víspera de los reyes magos viene de 1844, cuando un grupo de vecinos decidió salir a la calle, y cargados con escaleras acercarse hasta una de las puertas de Madrid para subidos sobre las escaleras gritar ¡Ya vienen! ¡Ya se ven a los reyes magos!, unos dicen como gracieta y otros para mofarse de los extranjeros que no tenían ni idea de quién eran los reyes que venían esa noche.
Ya fuera por creerse la gracieta, por lo original de la broma, o por el que nos gusta una juerga más que a un tonto un palote, el caso, es que se comenzó a reproducir la escena año tras año, y por todas las puertas de la muralla de Madrid se generaban comparsas de hombres, mujeres y algún chiquillo que se unía al cachondeo, que con cacerolas y antorchas inundaban la fría noche madrileña de un mágico jolgorio en honor de sus majestades.
Se montaba tal follón, que en 1882 el Ayuntamiento, que en eso de la monetización ha sido siempre un aguililla, decidió poner una tasa de un duro a cada comparsa que decidiera salir a liarla.
Aquello fue un revés, pues qué queréis que os diga, nos gusta la juerga pero mucho más cuando no cuesta peaje, para que nos vamos a engañar, con lo que lo de las comparsas comenzó a flaquear y como nos pasa con Cortylandia cada año parecían más flojas.
Y con estas llegamos a 1928, cuando el Heraldo de Madrid, decidió que si se montaba algo organizado, podía conseguir que el Ayuntamiento perdiera el miedo a los jolgorios de antaño, y decidió organizar la primera cabalgata oficial de los Reyes Magos. Así que a las 11 de la mañana se inició un recorrido que partió desde el antiguo Circo Price hasta finalizar aproximadamente dos horas después en el asilo de San José, todo muy mañanero para que no diera pie a cachondeos, y allí se repartieron juguetes y regalos a los niños del asilo, que con la más preciosa de las sonrisas dieron vía libre para esta preciosa tradición tuviera de nuevo lugar hasta nuestros días.
Por ello, si los vestidos son más clásicos o menos, o si los reyes van a caballo o en tractor, o si sois de Melchor, Gaspar, Baltasar o Amazón tampoco le deis mayor importancia, total, se trata de que los niños disfruten la fiesta, no de ser tan purista. Total sin nuestros comentarios despectivos y nuestras constantes quejas, ellos siempre las disfrutan, les pongan lo que les pongan. 

Entrega de juguetes en el asilo de San Rafael (6 enero 1951. Campua)

TORRECILLA DEL LEAL

Según nos cuenta Pedro de Repide, la calle Torrecilla del Leal, debe su nombre a una curiosa leyenda del siglo XIV durante la primera Guerra Civil Castellana.
Madrid era fiel a Pedro I de Castilla, frente a los intentos de arrebatarle la ciudad de su hermano por parte de padre, Enrique de Trastámara, al que más tarde se le conocería como Enrique II de Castilla.
Las más importantes familias madrileñas se repartieron la defensa de las puertas de la ciudad, hasta que los madrileños con su sudor, y con demasiada de su sangre, consiguieron hacer cejar al bastardo hermano de su asedio.
Al parecer antes de iniciar su retirada, las tropas de Enrique decidieron hacer noche en una pequeña hacienda que se situaba extramuros de la ciudad y la cual estaba coronada por una pequeña torre. El dueño de la hacienda se negó a que aquellos traidores se alojaran en su hacienda por lo que la defendió con toda la gallardía y arrojo que tenía.
Por desgracia para él, las tropas de Enrique, que tras la derrota no estaban para que les tocaran las palmas, le ahorcaron en su torre, por lo que desde aquel momento y hasta nuestro días, los madrileños decidieron recordar su valentía llamando a su torre como la Torrecilla del Leal, y de ahí el valeroso nombre de la calle a la que hoy rendimos homenaje.



Fotografía antigua: Oronoz, año desconocido.
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2016.

FRASES Y REFRANES DE MADRID (Parte 17)

Soldaditos de Pavía. No habrá madrileño que se precie que no haya degustado los impresionantes soldaditos de Pavía de Casa Labra. En esta mítica taberna del centro de Madrid además de fundarse el PSOE en su primera planta, también comenzó a hacerse popular este exquisito bocado de bacalao rebozado. El nombre es curioso pero se lo empezó a dar pues en Madrid en el Cuartel de Conde Duque tenía su sede el regimiento de Húsares de Pavía, quienes al parecer, vestían una chaquetilla de tono similar al de los citados bocados y de ahí se les quedó el nombre.
Ir al charco del obrero. A mediados del siglo XX se inauguró en Madrid la piscina más grande de Europa dentro del Parque Deportivo Sindical Puerta de Hierro. El complejo se caracterizaba por tener unos precios bastante asequibles, por lo que se convirtió rápidamente en un lugar perfecto para las clases obreras pasaran sus jornadas de calor estival.  
Salir de bureo. La expresión que para todos tiene el significado de irse de juerga o de fiesta, tiene su origen en la palabra francesa  Bureau que literalmente quiere decir despacho. En Madrid, en la corte de Carlos I, se instituyó la Junta del Bureo, que además de encargarse de la economía y aprovisionamiento de la Casa Real, también era la encargada de resolver los incidentes de gravedad que se ocasionaran entre los miembros de la servidumbre.
En aquella época la justicia habitual no tenía derecho a conocer las causas criminales de la servidumbre del rey, salvo en algunos casos como el amancebamiento, el contrabando o el uso de disfraces, por lo que se creó este pequeño “tribunal” compuesto por el propio personal, para juzgar y castigar los delitos cometidos entre el servicio. Por lo que en realidad irse de Bureo, suponía de todo menos una buena juerga.
Colgarte un San Benito o Sambenito. Como casi todos sabréis la expresión nos viene a indicar que a la persona se le ha colocado una etiqueta de la que va a ser difícil que pueda librarse en lo que le queda de vida, y la verdad, es que la expresión viene siendo literalmente esto desde su origen. El sambenito realmente se refiere al saco que colocaban en los tiempos de la inquisición a los condenados para que fueran causa de mofa pública. El saco se acompañaba normalmente de un capirote y eran bendecido normalmente por un sacerdote, por lo que pasaba a ser el saco bendito, y de ahí pasó a ser el Saco de Benito hasta derivar a nuestro pesado y latoso Sambenito.



TRANVIA CALLE TOLEDO


Fotografía antigua: Santos Yubero. Archivo Regional Comunidad de Madrid. Signatura 7590_01 (Fuente Andrés Molina Gonzalez)
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2016