LA FUENTECILLA.

Cuando empiezas a realizar esto que ya llevamos un tiempo llamando como ventanas en el tiempo, uno va poco a poco puliendo detalles para ir mejorando cada vez más la técnica. En verdad no parece tan complicado el ir al sitio donde está realizada una fotografía y emular al fotógrafo de antaño para realizar la misma toma. Poco a poco y a medida que uno va realizando una, y otra, y otra... va descubriendo pequeñas variantes, como son el uso de trípodes, las diferencias entre las ópticas de entonces y las de ahora, la estatura del otro fotógrafo y lo que ha variado el entorno desde que se hizo la anterior fotografía como aceras que hoy son carreteras y que te obligan a jugarte la vida, puestos de la once o publicitarios que se han colocado en el lugar exacto de la anterior fotografía, etc... En fin que a veces lograr que una imagen quede clavada bajo la anterior, se convierte en un trabajo más de aritmética que de fotografía. El motivo de que os cuente todo esto, es que tras más de 150 ventanas en el tiempo realizadas, hoy os muestro la que para mi es la más perfecta de todas las que he realizado, igual no sorprende demasiado pues los cambios son prácticamente circunstanciales, pero es precisamente eso lo que la hace más complicada, el tener que cuadrar tantísimos elementos y que ninguno prácticamente nada.
Espero que os guste.
Fotografía antigua: Cas Oorthuys 1955
Fotografía moderna: Sergio Moreno 2017

EN MI CASA ENTRA QUIEN YO QUIERO.

Para la mayoría de los que sois aficionados a la historia de Madrid os sonará lo que fueron las “casas a la malicia” y la Regalía de aposentos, que se originaron en Madrid cuando en 1561 Felipe II decidió mudar la corte a Madrid, pero para aquellos que nunca lo hayan llegado a comprender del todo o el concepto se les haga complicado, vamos a explicarlo de manera sencilla para que os hagáis una idea.
Imaginaros que nuestro queridísimo Felipe VI, más o menos campechano como su padre, se va un verano de vacaciones a Ciempozuelos. Paseando por sus calles con Doña Letizia, deciden que ya están hartos del follón de la capi y de tanto ir y venir al Palacio de la Zarzuela y que qué mejor lugar para establecer su residencia habitual, que en este hermoso lugar cuna del gran Ventura Rodríguez. Así que ni cortos, ni perezosos, deciden mudarse allí con toda la familia.
Qué ocurre, que la familia cabe en Ciempo sin problema, pero resulta que por detrás de los reyes se vienen tooooda la legión de asistentes, cuidadores y dignos trabajadores que necesitan para sus quehaceres diarios. El alcalde de Ciempo hace un esfuerzo y les busca alojamiento como puede, pero qué ocurre, que detrás del rey y de tooodooo su séquito, también se van para Ciempo toooodaaaa una legión de pelotas, mamporreros y abrazafarolas que como urracas se aproximan al lujo y ostentosidad de su Real corte. Estos que además de no tener oficio ni beneficio, son cansinos como pocos, le ponen la oreja colorada al Rey, de tanto venirle con la monserga de que en Ciempo ya no cabe un alma, y el Rey que es calmado pero que las movidas le aburren soberanamente, como no podía ser de otro modo, se quita el problema decidiendo, por sus reales mismísimos, que para que entren todos los mamelucos que se han venido con él a la nueva corte, los pobres Ciempozueleños que tengan una casa de más de una planta, tienen que donar una de ellas para que vivan en ella todos los nuevos habitantes de la comarca.
En esto entra en acción el pobre de Chema, que lleva toda su santa vida echándole horas al camión para mantener a su familia y su pequeños chalecito adosado de dos plantas. Tras un viaje de diez días por toda Europa repartiendo fruta, llega a su casa y su mujer le cuenta las buenas nuevas de que les van a endosar a una familia, de vete tú a saber dónde, para que vivan en el cuarto de los peques.
A Chema, que la idea le sienta como una paralela de Hacienda, decide que la única manera de no comerse el marrón, es la de que nadie vea como es la casa, con lo que a la mañana siguiente se pone el mono de la mili, saca las fichas de como levantar un muro del Leroy Merlín, y la hormigonera de su cuñado y, ni corto, ni perezoso, planta una tapia delante de su casa con una austera puertecita, tapia unas ventanitas y continúa el tejado hasta este murete para que la casa parezca más baja, y claro, pues aquello más que un confortable chalet adosado, pasa a ser a ojos de por el que allí deambule, un chamizo de poco apetecible ocupación. 
Con esta triquiñuela, Chema consigue librarse del marrón que se le venía en ciernes y trasladar a otros con menos ingenio el problema de dar morada a los nuevos inquilinos, y sin comerlo ni beberlo, con esto que a día de hoy llamaríamos como un “ahora vas y lo cascas” de libro, en aquella época pasó a llamarse “Casas a la malicia”, o casas con más trampa que un duro de cuatro reales.

Espero que con esta versión adaptada a nuestros días, os haya sido más sencillo el comprender a lo que se vieron obligados los pobres habitantes de Madrid cuando al rey le dio por fijarse en nosotros para montar aquí este pitote de la capital, que parece que lleva montado aquí toda la vida, pero nada más lejos de la realidad, se montó con el sufrimiento de muuuchoss.


Al Mudayna

Si intentamos desplazarnos al momento en que nuestra Virgen de la Almudena  apareció, según la leyenda, enterrada entre los muros de nuestra muralla, seguramente uno imaginaría una imagen de soldados a caballo, rodeando la muralla en busca de un resquicio por el que la Virgen asomara para darle luz al nuevo Madrid.
Como fotográficamente esto es un tanto inviable, ya me gustaría a mi, os he hecho esta ventana en el tiempo, que si bien no nos llega a retrasar tanto como nos gustaría para inmortalizar tan maravillosa leyenda de nuestra Villa, sí que nos quita unos 140 años, que qué queréis que os diga, en los años como en los kilos, todo lo que nos quiten, bendito sea.
Espero que os guste.

Fotografía antigua:   J. Laurent. Archivo Ruiz Vernacci. 1874-1886
Fotografía moderna: 2017 Sergio Moreno

Palacio de Fernando de Baviera

Corría el año 1906 cuando Fernando de Baviera contrajo matrimonio con María Teresa de Borbón. Como residencia de la nueva pareja se decidió rehabilitar el palacio de los duques de Benavente y de los marqueses de Castroserna, el cual tras haber sido utilizado como sede de la embajada Francesa no había quedado muy modernizado para el recibimiento de tan joven pareja.
Como parte de la decoración se utilizaron una serie de enseres y tapices que el abuelo de la dama había legado a la pareja como parte de su dote.
Y allí se dispuso la pareja a vivir su amor hasta que pocos años después el 23 de septiembre de 1917, María Teresa fallecía en su casa a los treinta años aquejada de una embolia que le había provocado el parto de su cuarto hijo la infanta María del Pilar.
Aquello fue un mazazo para la familia, que pocos años después al estallar la Segunda República tuvo que abandonar todas sus posesiones. Aquel palacio, junto con los tapices que en el se encontraban y toda la pomposidad que lo engalanaba fue saqueado y se perdió en el olvido para siempre, dejando el palacio en un malogrado edificio que apenas recordaba los tiempos a los que dio morada.
Finalmente unos cuantos años después, dado el estado en que los saqueos y la Guerra Civil lo habían dejado, se ordena su demolición, pero aquel Palacio negándose a permanecer en el olvido sin dar una última batalla, decidió sacar el mayor secreto que guardaba en sus entrañas, y al derribarlo apareció entre sus escombros uno de los más importantes hallazgos del Madrid musulmán. El Palacio se encontraba edificado sobre lo que había sido la muralla árabe que originó que Madrid sea lo que es en nuestros días y tras un arduo trabajo de recuperación se consiguió salvar lo que hoy conocemos como el parque del Emir Mohamed I, que no es más, que el tramo más importante de la muralla árabe que ha llegado a nuestros días, y que sin duda ha supuesto el mayor hallazgo para entender cómo fue la ciudad de Madrid en aquel tiempo.
Como colofón os dejo una ventana en el tiempo que si bien no puedo asegurar que sea exacta, pues no disponemos de documento alguno que nos indique donde comenzaba y terminaba dicho Palacio, sí que nos permite mediante esta recreación animaba imaginar como hubiera variado el paisaje de la zona en caso de que no se hubiera derribado el palacio.
Personalmente en este caso y como excepción a la regla, casi me alegro de que haya desaparecido.    
Fotografía antigua: 1909 Autor desconocido. (Fuente Flickr/madridantiguo)
Fotografía moderna 2017 Sergio Moreno

ESTATUA DE FELIPE III

Cualquiera que haya visitado Madrid, por fuerza habrá pasado por la Plaza Mayor, que a mi gusto, junto con la de Salamanca, supone una de las plazas más bellas de nuestro país, sin desperdiciar por ello las múltiples plazas que tenemos por toda España.
Pero hoy no nos vamos a extender en comentar la plaza, que tiene para largo y tendido, sino a su vecino más imponente, y este no es otro que la estatua de Felipe III que se sitúa en el centro de la plaza y que la hace aún más bonita si cabe.
La estatua se elaboró por mandato de Cosme de Medici en Florencia a los artistas Juan de Bolonia y Pietro Tacca con el fin de ser regalada al rey español.
En un principio la estatua se situó en los jardines del Alcázar, hasta que en 1617 se trasladó a los jardines del Reservado en la Casa de Campo, donde estuvo situada hasta que el gran Mesonero Romanos, convenció a la reina Isabel II para que desplazara sus cinco toneladas de peso hasta el centro de la Plaza Mayor, para de manera velada poder prohibir la celebración de festejos taurinos en el interior de la plaza, sin tener que enfrentarse a una prohibición, que a buen seguro, ya por aquel entonces hubiera supuesto la disconformidad de una parte de la población.
Pero si esta estatua hoy en día es orgullo de cualquier madrileño, bien es cierto que durante su historia ha sido diana de los enemigos de la monarquía en los dos periodos en los que la República ha sido la opción gobernante en nuestro país.
Durante la primera fue retirada a un almacén en donde quedó encerrada para evitar males mayores, hasta que posteriormente Alfonso XIII la rescató de su exilio. Y durante la segunda se generó un incidente que reveló uno de los secretos más curiosos de esta estatua. En 1931 en pleno alzamiento y bullicio antimonárquico, un personaje, por llamarlo de algún modo, decidió que lo mejor era volar por los aires la figura del rey, por lo que colocó un artefacto explosivo en la boca del caballo e hizo volar por los aires una parte del mismo.
Cuando el efecto de la explosión permitió que los presentes se acercaran, descubrieron el secreto que el caballo llevaba años o quizá siglos guardando en su interior y es que el caballo tenía cientos de cadáveres de pajarillos en su interior. Por lo que se pudo deducir, la boca del caballo estaba hueca y se comunicaba con el vaciado interior de la estatua, cosa que hacía que muchos pájaros utilizaran dicha entrada para protegerse en su interior en los días de frío. Al parecer, la salida no era tan accesible como la entrada para aquellos pequeños animales, por lo que su cobijo se convertía en una terrible trampa mortal y allí quedaban sus restos al no lograr salir al exterior.
Posteriormente en 1934, el escultor Juan Cristóbal se encargó de su restauración y de obviamente cerrar aquella trampa mortal para que no volviera a ocurrir.
Por último comentaros que la estatua ha sido desplazada a otro lugar más durante su historia, y es que en 1970 durante las obras de construcción del túnel y parking que se encuentra bajo la plaza, la estatua residió durante un año en el Parque del Retiro.
No me negaréis que para una estatua con ese peso y volumen, no ha tenido una vida ajetreada.
Estado de la estatua tras la explosión el 14 de abril de 1931 (Fotografía ABC)
Montaje del caballo en la Plaza Mayor una vez restaurado. (fuente exprimemadrid)



PUERTA DEL SOL 1934

Una vez más nuestras ventana en el tiempo nos lleva a la puerta del Sol, quizá sea nuestro lugar más concurrido pero no me negaréis que no deja de ser un buen punto para recorrer los diferentes cambios que nuestra ciudad ha experimentado.
Espero que os guste esta ventana que nos lleva 83 años en la historia de nuestro Madrid y nos lleva a una puerta del Sol en la que la Guardia de Asalto patrulla la plaza para evitar incidentes.

Fotografía antigua: Fuente ScanGce 1934
Fotogra´fia moderna: Sergio Moreno 2017.

FRASES Y REFRANES DE MADRID (Parte 19)

Igual que en nuestra última parte de este recopilatorio nos fuimos hacía el piropo y el chascarrillo, hoy nos vamos a ir quizá al extremo opuesto.  Y es que hace poco, cuando hablábamos sobre la prostitución en el Madrid de antaño, salieron varias frases que hacían mención a dicha profesión y su entorno, pues bien, hoy vamos a recopilar algunas de ellas:
Como puta por cuaresma. Como ya contábamos en la citada entrada sobre la prostitución, durante la cuaresma las prostitutas tenían prohibido ejercer su actividad, pues si lo hacían dejaban de recibir la paga o limosna que el Concejo les daba como ayuda a su manutención. Por ello, es lógico pensar, que si durante la misma no podían ejercer y tenían pendiente el pago de dicha limosna para poder subsistir, la cuaresma no fuera la época del año más boyante para las meretrices.
Irse de picos pardos. Esta expresión aún está muy en uso en nuestros días, pero la mayoría de los que la usan desconocen su origen.
Existen referencias a que dicha frase proviene del Renacimiento, en dicha época las prostitutas llevaban a modo de falda una tela cuadrada la cual al caer formaba cuatro picos, es de entender que con el uso aquellos picos inferiores de la falda acabaran de color pardo por la suciedad del suelo y ese es el origen más antiguo que se da a dicha frase. Pero lo cierto es que en Madrid su origen proviene de una norma impuesta por el propio Carlos III. En pleno siglo XVIII al bueno de Carlos se le ocurre que sería bueno poder diferenciar a las prostitutas del resto de la población, para de este modo no provocar malos entendidos que generen conflictos innecesarios, y por ello, se imponen que deben llevar un jubón de color pardo el cual deberá terminar en su parte baja en forma de pico, de esta manera todos podían saber qué estaban buscando y qué podían esperar de quien así se vistiera.
Ir como puta por rastrojos. Como su origen campestre deja claro en la propia expresión, esta frase no es de origen castizo, pero dado que su uso fue muy frecuente en la Villa y Corte, la añado en este recopilatorio.
La expresión hace referencia a aquellas meretrices de bajo nivel social que solían tener como clientela a los hombres de campo. Estos en la mayoría de los casos no eran poseedores de una vivienda particular, bien por ser demasiado jóvenes o por tener familia, y su sueldo tampoco les daba para poder pagar fonda o cama sobre la que consumar con las meretrices, por ello se veían obligadas a tener que consumar sobre el propio campo, en el mejor de los casos sobre la cosecha y en el peor sobre rastrojos y malas hierbas. Dicha práctica dio origen a esta expresión como metáfora de que no se puede ir mucho peor en determinado asunto.
Eres un pendón desorejado. Vamos con esta la última expresión de este nuestro recopilatorio de hoy. En cuanto a esta expresión parece existir diversidad de pareceres y de posibles orígenes, como yo no soy quién para juzgar a pendón alguno, os dejo las que he encontrado y vosotros juzgar con cuál os quedáis.
Primero necesitaremos ver de donde proviene el término pendón, pues si bien está clara su acepción como bandera o estandarte, la raíz de dicha palabra parece que no proviene del término latino Pendere, sino del francés Penon que se refiere a las plumas de ave.
Que por qué os cuento esto, pues porque para entender el origen de la expresión es necesario conocer sus raíces. Para algunos autores, el origen de esta expresión proviene del hecho de que antiguamente en la puerta de los prostíbulos se colocaba una bandera o estandarte, indicando que en aquella casa se ejercía la prostitución y por ello comenzó a usarse este término de pendón para referirse a las mujeres y hombres se actitud libertina. Aunque ciertamente en la parte masculina parece que ha quedado como algo picaresco y en la femenina, como pasa con casi todo en nuestro idioma, tiene una connotación mucho más grotesca. Pero en cambio otros autores indican que el origen de la expresión pendón se refiere a que durante algún tiempo se solía castigar a los condenados por delitos de moral a ser expuestos en público tras ser untados con brea y emplumados con plumas de gallina, lo cual pega muy bien con la segunda parte del término, desorejado, que en este caso sí que parece existir más consenso, que el término se refiere al castigo a sufrir la amputación de los pabellones auditivos en caso de conductas indecorosas reiteradas o demasiado fuertes para un simple emplumamiento.


Fotografía fuente financieros.com