Mostrando entradas con la etiqueta Calles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Calles. Mostrar todas las entradas

LA CALLE DEL TORO.

Esta pequeña callecilla, peatonal por fuerza ya que se inicia en unas escalerillas que salen de la Costanilla de San Andrés y la hacen terminar en la Plaza del Alamillo, guarda un gran encanto para el paseante que se la encuentra en su recorrido, no posee ningún encanto especial pero es de esas calles que se han mantenido en el tiempo dándonos una idea de lo que fue el Madrid de otra época.
Durante el tiempo se han mantenido dos leyendas sobre el porqué de su nombre, sin embargo creo que su verdadero significado es mucho menos romántico que el que las dos leyendas nos indica.
La primera de ellas cuenta que en un balcón de la calle se podían ver unas impresionantes astas de toro que habían sido colocadas tras una fastuosa lidia en las que el animal sufrió hasta ocho pares de banderillas y más de veinte varas. Según indicaba la leyenda los vecinos se encontraban atemorizados ya que todos los días a la misma hora en la que el toro había dado su último aliento,  éste bramaba helando la sangre de sus viandantes. Más tarde se averiguó que el dueño de las astas, había pagado a un chiquillo para que cada día hiciera sonar un cuerno con el fin de atemorizar a las gentes con el sonido lastimero del astado.
La segunda cuenta como Madrid era gobernada por el musulmán Aliatar el cual estaba enamorado de la morisca Zaida que vivía en este callejón. Éste con el fin de cortejarla preparó un festejo taurino en la cercana plaza del Alamillo. Sin embargo el toro salió más bravo de lo esperado y cada morisco que intentaba alancearlo salía maltrecho. Un joven cristiano de gran porte, solicitó a Aliatar que le permitiera intentarlo, este se lo permitió y el joven cristiano consiguió abatir al animal.
La joven Zaida cayo irremediablemente enamorada del valeroso cristiano quien al quitarse el casco dejó asombrado a los presentes pues no era otro que el mismísimo Cid Campeador.
El Cid se fue y cuenta la leyenda que Zaida colocó las asta del toro abatido por su amado en su fachada, y que cada vez que ella suspiraba por su amado, el toro bramaba exhibiendo a los vecinos la desesperación de su amor.
Sin embargo las pocas posibilidades de que le Cid estuviera en Madrid, hace que ésta leyenda parezca más un intento de engrandecer su leyenda que de una posibilidad, que si bien es verdad que como leyenda tiene mucho encanto es muy poco probable.
Personalmente creo que algún otro se debió de escapar de la plaza de la Paja, donde antiguamente se celebraban festejos taurinos, y que a su paso por esta calle, la imaginación popular decidió otorgar a la calle de estas leyendas que nos han traído su nombre a nuestros días.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.







LA CALLE BALLESTA.

Casi perpendicular a la Gran Vía, podemos recorrer esta calle que por fortuna ha sido recuperada del aspecto lúgubre y dejado que lucía en las décadas anteriores, gracias a los nuevos inquilinos de sus locales, que con su esfuerzo e inyección económica, han conseguido hacer renacer esta calle que no está libre de su encanto particular.
El nombre de la calle viene de la historia que cuenta como aquí vivía un cazador de origen alemán, que junto a su casa tenía un corral. El cazador mantenía con vida algunos animales en dicho corral, que había recogido en sus cacerías, y los utilizaba para que los madrileños, previo pago de la entrada que este quisiera cobrar, pudieran practicar el tiro con ballesta contra los pobres animales.
Cuenta la leyenda que un Jabalí que había traído consigo de una cacería en el Pardo, ejerció de activista de Green Peace y en el intento de escapar de las heridas que el macabro pasatiempo le estaba originando, atacó al cazador, hiriéndolo de muerte y terminando de esta manera con los entrenamientos de sus asiduos matarifes.
Esta calle también guarda otras curiosidades, como que en el número treinta, murió el General Serrano Bedoya en 1882 el cual fue ministros de Guerra o lo que hoy sería Ministro de Defensa, o que en el número trece vivió la escritora Rosalía de Castro.
También en lo que entonces era el cuarto segundo del número tres de la Travesía de la Ballesta (Hoy calle de Loreto y Chicote), permaneció escondido el General O´donnell en casa de un amigo suyo, José María Allear hojalatero para más señas, cuando esté comenzó a ser perseguido durante las fechas iniciales de la Revolución de julio de 1854. Este escondite salvó al General de sus perseguidores, los cuales no le buscaban precisamente para recorrer las calles de la Calle Ballesta para tomar algo por sus tabernas.


Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.



Calle Ballesta desde una de sus terrazas.


Mural que actualmente puede verse en la calle Ballesta

Retrato del General O´donnell.

CALLE DE LA CABEZA

La calle de la Cabeza es una pequeña calle paralela a la Calle Magdalena y que no guarda demasiado interés para el paseante.
El único mérito o curiosidad que la mantiene en nuestra memoria, no es otro que la leyenda que le da nombre.
Cuenta la leyenda que en el siglo XVI vivía en esta calle un adinerado clérigo el cual llevaba una vida apartada de la vida popular junto a su sirviente, quién precisamente no guardaba las preocupaciones de espíritu que albergaba el clérigo. Este no podía evitar envidiar las riquezas de su amo, hasta que un día se decidió a terminar con la vida de éste para apoderarse de sus riquezas y permitirse los caprichos, que el clérigo aún poseyendo semejante disponibilidad no se daba.
Una noche, mientras que éste dormía, le cercenó la cabeza de un solo golpe y salió de Madrid a la huida con todo cuanto el clérigo poseía.
Días más tarde encontraron el cadáver del clérigo con su cabeza separada del cuerpo y ni rastro, ni del criado, ni del dinero, ni de las posesiones del capellán.
Años más tarde el criado regresó a Madrid para resolver unos asuntos de su interés. Con sus ropajes de hombre adinerado se sentía completamente a salvo de que lo reconocieran, y por aquello de que la cabra tira al monte, no pudo evitar acudir a pasear por el Rastro como lo había hecho años atrás.
Durante su paseo se le antojó comerse una cabeza de carnero, así que se la compró y marchó de allí con ella envuelta en un saco de tela. La cabeza comenzó a gotear sangre en su caminar, hasta que se cruzó con un alguacil que le dio el alto y extrañado le pidió que le enseñara el interior de la bolsa.
Pero el criado se quedó helado cuando al sacar la cabeza de la bolsa, ésta ya no era la cabeza del carnero, era la de su antiguo amo al cuál había asesinado con sus propias manos años atrás.
El alguacil lo detuvo de inmediato y lo llevó a la cárcel de la Villa que por aquel entonces se encontraba en la calle Platerías.
Tras ser juzgado y condenado a muerte se le ejecutó en la Plaza Mayor, justo momento en el que al exhalar su último suspiro, según la leyenda, la cabeza retorno de nuevo a su primitivo estado de carnero.
Está claro, que esto sólo fue una leyenda pero según parece al Rey Felipe III le pareció tan verídica como para ordenar construir una cabeza de piedra en la casa donde había habitado el clérigo años atrás para recordatorio del peso de la ley, aunque no duró demasiado ya que los vecinos se sentían aterrados por ella y propusieron cambiarla por una capilla en honor a la virgen del Carmen. Como finalmente así ocurrió.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.






MESÓN DE PAREDES

De la Plaza de Tirso de Molina hasta la Ronda de Valencia, desciende una calle estrecha y empinada que recibe el nombre de Mesón de Paredes. Ésta calle es bastante antigua, ya en algunos planos del siglo XVIII venía marcada su ubicación.
Aunque no está del todo claro cuál es la teoría real de a qué debe su nombre, os voy a contar una de ella, que si bien es cierto que no puedo asegurar que sea la real, si es cierto que es al menos la más divertida de todas las que conozco.
La historia viene de cuando en el lugar aún no existía la calle, en ella se habían levantado una serie de pensiones y mesones que atendían al extrarradio de la entonces Villa, pero era una zona de paso o de punto de parada antes de entrar a la villa .
Uno de estos locales era propiedad de un tal José María Perez, manchego para más señas y de su linda esposa, de cuya fidelidad no estaba el marido del todo seguro. El pobre marido, que según citan las malas lenguas, sus motivos tenía, no podía soportar los celos que por su mujer sufría y por eso la espiaba a todas horas aprovechando para fisgarla en cuanto esta entraba en alguna habitación por los huecos y resquicios que entre los muros de su mesón quedaban por la deficiente construcción de la época.
Los vecinos cansados de verle fisgando, lo comenzaron a llamar con el sobrenombre de "El Paredes", y al final se quedó el nombre a la calle por como conocían los lugareños al santo comercio del celoso de José María, “El Mesón de Paredes”
Como decimos esta anécdota aparte de resultar bastante cómica, no está abalada por ningún escrito que nos de la seguridad de ser la real, pero lo que sí que es verídico es que en esta calle, en el número dos para ser más concretos, nació José de Churriguera, una de las representaciones más brillantes del Barroco Español y autor entre otras muchas obras de maravillas como la iglesia de San Cayetano, el retablo mayor de la Iglesia de las calatravas o el Palacio de Goyeneche de Madrid.
Feliz paseo vecinos.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.

Corrala de Mesón de Paredes 1935

Placa de La calle Mesón de Paredes nº 2.

Fachada de la Iglesia de San Cayetano obra de José Benito Churriguera.





EL BARRIO DE LAS LETRAS

Es posible que no haya existido en todo el mundo, ni en toda nuestra historia, un barrio con mayor cantidad y calidad de genios literarios compartiendo las mismas calles como por el que vamos a pasear hoy.
Sin embargo aunque este barrio, que no es realmente ni barrio, pues pertenece al barrio de Cortes en el distrito Centro; es como decimos, nuestro barrio más intelectual, existen varias contradicciones que lo hacen un poco lioso y que saberlas nos puede servir de guía al recorrerlo. Vamos a intentar ponerlas un poco en orden:
 La casa de Lope de Vega está en la calle Cervantes, concretamente en el número 11.
- Recientemente los restos de Cervantes se han encontrado en el convento de las trinitarias, que se encuentran en la calle Lope de Vega nº 18.
- La casa de Cervantes sí está en la calle Cervantes, pero sin embargo cuando este vivió se accedía a ella por la calle León con la esquina de la calle Francos-
-  La casa Quevedo está en la calle Quevedo como se indica en una placa que allí puede verse, pero realmente él no vivió en ella, quien vivía en ella no era otro que su archienemigo D Luis de Góngora. Según dicen las malas lenguas, Quevedo compró la casa donde vivía éste para darse el gusto de desahuciarlo cuando sus problemas con el  juego lo llevaron a contraer una deuda con su casero. Fuera como fuese este pasó a ser el gran olvidado ya que en nuestra ciudad, no hay ni placa donde vivió, ni practicamente homenaje a su figura.
Pero por el contrario en este Barrio hay otras muchas relaciones con la cultura, que no han llegado hasta nosotros de manera tan confusa y enrevesada, como son por ejemplo el Teatro Español que se encuentra, en la Calle del Príncipe nº 35, en el solar donde en otro tiempo se encontraba el Corral de la Pacheca  y donde se lleva ofreciendo teatro desde mediados del siglo XVI.
La Real Academia de la Historia en la calle León nº 21.
El Palacio del Duque de Ugena (Palacio de Santoña) que fue elevado por Pedro Ribera y que también fue propiedad de José Canalejas. Desde 1933 es sede de la Cámara de Comercio cuando esta se la adquirió a los herederos de Don José.
En la calle Atocha nº 78 estaba el taller donde Juan de la Cuesta imprimió la primera parte del Quijote, allí hay una placa a día de hoy que así lo recuerda.
La iglesia de San Sebastián de la que ya hablamos al comentar el Jardín del Ángel que se encuentra en la calle Atocha nº 39, fue fundada en 1541 y es Monumento Nacional desde 1969 debido a que pese a las penurias que pasó durante la guerra, conserva un importantísimo archivo sobre todos los eventos que allí se han celebrado, como son: 
Los Bautizos de Ramón de la Cruz, Leandro Fernández de Moratín, Patricio de la Escosura, Jerónimo María Usera y Alarcón, Francisco Asenjo Barbieri, Luis Madrazo Kuntz, José de Echegaray y Jacinto Benavente. Las nupcias de Gustavo Adolfo Bécquer y Casta Esteban (1861), Julián Romea y Eloísa Gorriz (1883), Práxedes Mateo Sagasta y Ángela Vidal (1885), Emilio Truiller y María Mata Lereant (1888). Y las defunciones de Miguel de Cervantes (1616), Lope de Vega (1635), Juan Ruiz de Alarcón (1639), Antonio de Pereda (1678), Ventura Rodríguez (1788), Ramón de la Cruz (1794), Juan de Villanueva (1811) y José de Espronceda (1842).
Por último, en el suelo de sus calles podéis ver distintos textos de diversos genios de la literatura, que con letras de bronce hacen de nuestro paseo un homenaje a lo más laureado de nuestra literatura. Curiosamente hay una que en su homenaje contiene dos faltas de ortografía, pero bueno no os lo revelo para que podáis buscarla en vuestra próxima visita al barrio, eso sí siempre que prometáis que no iréis todos a una a matar el comendador.
Bueno pues ya hemos llegado al fin, por ello como os decía, y creo que habréis podido comprobar, ir al Barrio de Huertas o el Barrio de las Letras y dedicarse a charlar con los amigos o tomar algún refrigerio está bien, pero la próxima vez alza la mirada, estas rodeado de una de las mayores concentraciones de nuestra historia y de uno de los barrios con más encanto de Madrid.

Representación teatralizada en la actualidad en la que Shakespeare, una joven doncella y el capitán Ala Triste debaten en la calle León sobre la importancia de Cervantes en nuestra literatura.
(Fuente propia)
Iglesia de San Sebastián (Fuente madridconencanto-sierra.blogspot)


Iglesia de San Sebastián ( Fuente antiguoscafesdemadrid.blogspot)

 Iglesia de San Sebastián derruida por una bomba durante la guerra (Fuente Madrid en Blanco y negro)

Cartel Igesia de San Sebastián (Fuente Panoramio)

Detalle interior Palacio de Santoña (Fuente Canal-Madrid)

Placa taller Juan de la Cuesta (fuente Blog estanciasconarte ) 


 Real Academia de la Historia (Fuente Panoramio)

 Suelo Barrio de las Letras (Fuente Minube)


Teatro Español 1969 (Fuente Revista Villa de Madrid)

MALASAÑA

Alguno estará pensando que voy a daros hoy una lista de bares a los que ir o sitios en los que rescatar la famosa Movida madrileña que durante los ochenta se gestó en este Barrio, pero arriesgándome a su decepción, hoy no voy a hablaros del barrio, sino de la heroína que hoy da nombre a la calle, y popularmente a todo el barrio que oficialmente es el Barrio de Maravillas pero que todos los madrileños conocemos por el Barrio de Malasaña.
Manuela Malasange Oñoro nació en Madrid el 10 de Marzo de 1791, su padre Jean Malasange era de procedencia  francesa y su Madre Marcela Oñoro era una dedicada ama de casa madrileña que realizaba trabajos puntuales como costurera, oficio que su hija heredó y el cual desempeñaba en un taller próximo a su calle. El apellido de su abuelo paterno fue españolizado ya que sonaba demasiado afrancesado como para vivir en un Madrid que no tenía demasiadas simpatías con el país vecino, aunque hay quienes mantienen que este lo españolizaron mucho antes cuando aún no había ninguna revuelta con Francia y sus franceses, en verdad no se sabe realmente cuando se castellanizó su apellido.
Existen dos versiones sobre lo que ocurrió aquel día en que Manuela y su familia pasaron a la posteridad en la memoria popular.
En la primera de las hipótesis, la mañana del 2 de mayo de 1808, cuando Manuela sólo contaba con 17 años, la joven desde el balcón de su calle un cuarto piso del número 18 de la Calle de San Andrés, ayudó a defender el Parque de Infantería de Monteleón. Su padre disparaba desde el balcón y su madre y ella lo abastecían de municiones para que no cejara en su defensa ni un segundo. Un disparo alcanzó de muerte a la joven dejándola tendida a los pies de su padre quién continuó disparando las armas que le proveía su mujer con el cadáver de su hija tendido a sus pies, hasta que éste y su madre también cayeron abatidos.
En la segunda de las hipótesis, y que es la que yo siempre había conocido, Manuela se encontraba trabajando en su taller de costura cuando se iniciaron los levantamientos,  la dueña las negó la salida hasta que se hubieran terminado los enfrentamientos. Ya de regreso a su  casa Manuela fue abordada por  unos soldados franceses que intentaron aprovecharse de la muchacha, la joven sacó las tijeras propias de su oficio,  que llevaba en su falda e intentó defenderse con ellas, no llegó a hacerles nada, pero dado que portar armas estaba totalmente prohibido, los soldados la ejecutaron allí mismo sin el menor miramiento por la muchacha.
Es difícil saber cuál de las dos versiones es la real, puesto que los datos no son del todo esclarecedores, pero lo que sí ha quedado es que Manuela fue registrada como el cuerpo número 74 de las muertes de aquella jornada. Fue enterrada en la iglesia de la Buena Dicha en la calle Silva que por aquél entonces era un hospital, donde también fue enterrada Clara del Rey, otra heroína de aquella jornada que sin embargo no ha pasado a la posteridad con el mismo renombre que Manuela Malasaña.
Hay una curiosidad sobre el Barrio de Malasaña que mucha gente desconoce, y es la de que la primera fábrica de nuestra cerveza Mahou, la más castiza, estaba en la Calle Amaniel de este Barrio, aunque todavía no se la conocía como Cervezas Mahou sino que se llamaba Hijos de Casimiro Mahou, fábrica de hielo y cerveza. Y Bueno, hasta aquí nuestro recorrido hoy por la imagen de esta pobre niña que de fuera cuál fuese el modo en que murió ya se ha ganado un trocito de nuestros corazones.


Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.

Manuela Malasaña (Fuente Edicioneslibreria)

Malasaña y su hija batiéndose contra los franceses (De Eugenio Álvarez Dumont)

  Camión de Hijos de Casimiro Mahou, fábrica de hielo y cerveza  (Fuente Madrid en Blanco y Negro)

Gran Parte del movimiento conocido como "La Movida madrileña" se gestó en el Barrio de Malasaña (Fuente sdelbiombo)

LA CALLE MONTERA

¿Quién no ha pasado alguna vez por la calle Montera? Pero... ¿sabes a qué se debe su nombre? Pues bien tres son las hipótesis que han quedado en el tiempo sobre su origen.
La primera alude a que antes de que los límites de Madrid llegasen a esta calle, se decía que el horizonte que se dibujaba desde ella hacia las afueras parecían los picos de una montera.
La segunda a que una montera fue perdida o robada por el rey Sancho IV el Bravo al inicio de la calle y de ahí quedó su nombre. Incluso existen unos versos que rezan sobre esta hipótesis  «Al pasar esta vereda, perdió el rey la montera» y «Como Don Sancho era bravo, caminó con grande enfado».
Pero la tercera y sin duda la que tiene más encanto, alude a que en esta calle residía la mujer (viuda en otras versiones) de un montero mayor de Felipe III (un montero era un oficio similar al de cetrero). Por lo visto la mujer en cuestión además de ser guapa a raudales, se presentaba en público con atuendos provocativos, lo cual provocaba que un gran número de hombres deambularan por la calle constantemente paseándose bajo su balcón para solicitar sus favores. 
Aunque no existe registro de que la citada dama aceptara los requerimientos de galán alguno, sí que se tiene constancia de que llegaron a generarse incluso duelos a muerte entre los followers de la citada dama. La señora llegó a tener restringidas sus salidas a la calle a sus visitas a la iglesia, dado que generaba tales revuelos que la calle era un clamor y los galanes daban estocadas a su paso con tal de robarle una mirada.
No se sabe si fue el propio rey o la inquisición (según la hipótesis que se tome) quién tomó cartas en el asunto, pero el caso es que la señora fue invitada a abandonar la calle en la que residía e invitada a mudarse fuera de la corte a la que no volvió nunca más, aunque parece que con el tiempo, aún no se ha conseguido que el gentío masculino deje de deambular por la calle en busca de mujeres de vestimenta provocativa.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.


Ascensor de la Red de Metro de San Luis, en la Calle Montera, era gratis de bajada y de pago de subida. De desmontó piedra a piedra en 1970 tras cincuenta años de servicio, se llevó a Porriño (Galicia) ciudad natal de su arquitecto Antonio Palacios 

Cátedra publica en el Ateneo de la Calle Montera nº 32.

Calle Montera en el año 1895



Obras de Pavimentación y retirada del tranvía en la calle Montera.


CALLE MARQUÉS DE CUBAS

Desde el año 1900 el Ayuntamiento de Madrid puso este nombre a esta peculiar calle que va desde la calle de Alcalá hasta la plaza de las Cortes. Anteriormente se llamó calle de los Siete Jardines, de los Jardines y también calle del Turco, ya que en ella se alojó el embajador de Turquía. Cuando la calle aún conservaba este nombre, en 1870 el Presidente Prim fue asesinado en un atentado al ser alcanzado por nueve tiros, aunque una autopsia realizada a su cuerpo muchos años después, reveló que este no había muerto de estas heridas sino que murió de estrangulamiento. Otra tercera autopsia más reciente aún, mantiene que no fue estrangulado sino que murió por la infección en una de las heridas de bala, pero esta tercera autopsia borra de un plumazo las pruebas que se encontraron en la segunda sobre el estrangulamiento y dice que no hay marca alguna, cosa difícil de explicar sin pensar que, o bien la segunda, o bien la tercera, o todas ellas, han sido fallidas. ¡¡¡Menudo jaleo de autopsias!!!
Pero bueno volvamos al marqués que da nombre a la calle. El Marqués de Cubas que respondía al nombre de Francisco de Cubas y González-Montes, nació en Madrid en 1826. Su título le fue otorgado por el propio Papa León XIII como compensación a sus inmensas obras benéficas. Fue pensionado en Roma y en 1858 obtuvo la Primera Medalla en la Exposición Nacional de las Bellas Artes. En 1870 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en la que fue presidente de la sección de Arquitectura. Pero si hay algo por lo que el marqués ha pasado a nuestros días, es por ser el Alcalde más efímero y productivo de todos los que han regido la ciudad de Madrid. Vamos uno de esos que todos desearíamos en nuestros días pero que parece difícil de encontrar.
Su mandato al frente de la casa de la Villa duró tan solo 25 días, llegó a la alcaldía a los 64 años un 6 de noviembre de 1892 en sustitución de Alberto Bosch y se dedicó todos y cada uno de esos pocos días, a desenmarañar toda la corrupción que este había tejido durante su mandato. Raro era el día que no salía desfilando algún funcionario corrupto o algún puesto que había hecho la vista gorda en algún asunto turbio.  En esos 25 días también inauguró la Biblioteca Nacional y realizó la primera memoria sobre el presupuesto Municipal, principal problema por el que se escapaba el erario público al no existir un detalle exhaustivo de las cuentas municipales.
Tras limpiar todo lo limpiable bajo sus dominios, dimitió del cargo renunciando a su sueldo íntegro, cosa que aunque no era nada para su bolsillo, ya que era un hombre bastante acaudalado, si es cierto que no es común ver ni en aquellos, ni en nuestros días.
En su faceta profesional además de arquitecto y un excelente hombre de negocios, dedicó gran parte de su dinero a restaurar y edificar grandes edificios de nuestra ciudad, alguno de los cuales lo realizó también de manera gratuita.
De su labor salieron edificios tan importantes como:
- Las obras de rehabilitación de las Salesas Reales en la calle Santa Engracia nº 18
- El museo Antropológico en Alfonso XII nº 68
- El Palacio Arenzana (Actual embajada de Francia) en la calle Salustiano Olozaga nº 9
- La iglesia del Sagrado Corazón en Claudio Coello
- El convento de las Siervas de María de Tudela.
- La universidad de Deusto en Bilbao
- El Mausoleo de los Duques de Alba en Salamanca.
- O el proyecto definitivo de la reforma de la Catedral de la Almudena a la que se dedicó en cuerpo y alma durante los últimos días de su vida.
Tras todo este inmenso legado, el bueno de Francisco falleció en su Madrid en 1899 y sus restos junto a los de sus esposa tienen un hueco en el mausoleo de la Catedral de la Almudena a la que debemos parte de su gran esplendor y bajo la que se encuentran los restos de uno de los políticos más éticos y generosos que jamás hayan gobernado esta villa y corte.
Por ello aunque su historia no esté plagada de anécdotas y curiosidades, creo que su persona en sí es lo suficientemente interesante como para ser recordada y traída como ejemplo a nuestros días.



Imagen del Marques de Cubas

Imagen del asesinato de Presidente Prim en la calle del Turco

Placa de la calle donde se informa el lugar del atentado

Azulejo con el nombre de la calle




DON GIL Y SUS POLLAS

¿Sabías que el término gilipollas es una expresión madrileña?
Pues así es, aunque no sea para nada nuestro mayor orgullo, ni la mejor contribución a la riqueza lingüística de nuestro idioma, parece ser que el origen de esta expresión nació en las calles de Madrid.
El inicio viene del siglo XVII en aquella época vivía en Madrid un fiscal del Consejo de Hacienda que respondía al nombre de Don Baltasar Gil Imón de la Mota, y el que da nombre a una pequeña calle que va desde la Ronda de Segovia al Paseo Imperial, bueno realmente la calle tomo el nombre de uno de los portillos y puertas de Madrid el cuál se llamaba el Portillo de Gil Imon o de Gilimón, y se encontraba en el mismo sitio donde comienza la travesia cercana a la calle y ésta sí que tomaba el nombre de nuestro personaje en cuestión.
Bueno al grano, por lo visto, el bueno de Baltasar tenía  tres hijas, dos de ellas sobre todo, las cuales no eran demasiado agraciadas, ni poseían una inteligencia capaz de deslumbrar a ningún hombre casadero. Las jóvenes que respondían al nombre de Fabiana y Feliciana, además de no ser demasiado inteligentes ni deslumbrar por su físico, eran bastante aficionadas a las bromas de mal gusto y a hacer gala de lo poco que habían tomado de la educación que sus padres les dieron, solían dejar al bueno de su padre en constante rubor público sin importarles demasiado el daño que esto le provocaba.
Don Baltasar, que de amor de padre estaba sobrado, lejos de resignarse en dejar a sus niñas sin catar las mieles del matrimonio, solía pasear con ellas del brazo por cualquier lugar donde la soltería madrileña se mostrara.
Tal era su insistencia del padre, que en las calles de Madrid comenzó a hacerse habitual el comentario en tono de sorna de... “por ahí camina Don Gil con sus pollas” (polla refiriendose, según sigue a día de hoy recogiéndose en el diccionario de la Real Academia Española, a coloquialmente hablando, una mujer joven).
Tanto se repitió la mofa de “Don Gil y sus pollas” que acabó derivando en el actual gilipollas que se utiliza ya como un insulto con la mayor naturalidad sin saber que en verdad se refiere a las hijas de Don Gil Imón y a los repetidos escarnios que el pobre padre tuvo que pasar por el bien de sus hijas. Así que ya sabes, cuando estas refiriéndote a alguien por el término gilipollas, no haces otra cosa que traer al recuerdo los pesares del pobre Baltasar para con sus hijas.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.


 Revista Blanco y Negro del 4 de marzo de 1917, se incluye un poema titulado "Las Gilimonas", de Tomás Luceno

Cuadro de la calle Gil Imón en el siglo XX (Autor Sacha)

Recorte del ABC.

Plano del portillo de Gil Imón


LA PLAZA DE LA CEBADA.

La Plaza de la Cebada, situada en el concurrido barrio de La Latina, es una de las plazas más antiguas de Madrid, hoy en día está prácticamente ocupada por su Mercado, dicho mercado ocupa esta ubicación desde el siglo XVIII aunque ya desde el siglo XVI se tiene conocimiento de la ocupación de la plaza por vendedores que situaban sus puestos en dicha plaza para vender sus alimentos. En 1958 se instaló el actual mercado mucho más colorido que sus predecesores.
El nombre de la plaza viene dado ya que en la calle cercana del mismo nombre, se separaba la paja del grano de cebada para utilizarla como forraje para los caballos. Con toda seguridad el grano se vendía en la plaza en los citados puestos callejeros junto con verduras, legumbres y tocino y el forraje era enviado entre otros lugares a las caballerizas reales.
También en ella se instaló una de las fuentes que servía de suministro de Agua a los madrileños. Esta se conocía como la Fuente de la Abundancia y abasteció de agua a los madrileños hasta el 27 de marzo de 1840 en que se inició su demolición.
Pero la Plaza también tiene su lado oscuro ya que durante años fue escenario de diversas ejecuciones públicas. En ella dieron su último respiro diversos maleantes y bandidos como son el célebre Luis Candelas y Pedro Chico. En la época de Fernando VII rara era la semana en la que no se instalaba en el centro da la plaza su patíbulo y las iglesias de San Millán y Nuestra señora de Gracias avisaban a los vecinos con sus campanas el desenlace definitivo de los reos.
La Plaza durante los años de la República se denominó la Plaza de Riego, en homenaje al militar y político Manuel del Riego defensor de la constitución de 1808 ante el gobierno de Fernando VII, pero lo cierto es que aunque en ella sí se ajustició al héroe nacional, para asombro de los madrileños este no se mostró frente a su desenlace con la misma valentía que había demostrado durante su vida militar y política.
Por suerte estos espectáculos en nuestros días son vistos como una auténtica locura, cosa que no pasaba en aquellos días, donde poder presidir una ejecución desde alguno de los balcones de la Plaza, estaba a la altura de poder presidir una corrida de toros en la Plaza Mayor.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.

 Plaza de la Carros al fondo se ve la Plaza de la Cebada foto de 1925.


 Fuente de la Abundancia en la Plaza de la Cebada

 Mercado de la Cebada

 Plaza de la Cebada en el Plano de Texeira.

Imagen de la Plaza y su mercado

EL PRINCIPE DE VERGARA.

Es difícil encontrar un madrileño que no haya pasado alguna vez por la calle Príncipe de Vergara, pero más complicado es encontrar alguien que sepa su nombre o a qué debe el honor de dar nombre a tan famosa calle.
Pues bien el Príncipe de Vergara no es otro que Joaquín Baldomero Fernández Espartero, más conocido por el General Espartero.
La fama de Baldomero se inició cuando se enroló como voluntario en la guerra con los franceses, de allí cruzo el charco para hacer las Américas donde llego hasta el rango de Brigadier. A su regreso a España tras la muerte de Fernando VII pasó a ser capitán del ejército cristino en defensa de Isabel II que luchaba contra los carlistas. En 1839 junto con Rafael Maroto, protagonizó el famoso "Abrazo de Vergara" mediante el que se puso fin a la guerra de los Siete Años entre ambos bandos.
Llegó a ser regente de España en dos ocasiones y en 1870 llegó a tener grandes y poderosos seguidores que apostaron por que fuera suya la corona española. Prácticamente fue protagonista en todas las disputas militares del siglo XIX, lo cual le llevó a atesorar distintos títulos y honores.
Pero aunque su título nos ha llegado hasta nuestros días, debido a sus grandes hazañas que da nombre a su calle con más fuerza que su propio nombre, lo que si que ha perdurado durante la historia han sido los atributos de su caballo. 
Es popularmente conocido el dicho "Tienes más huevos que el caballo del Espartero" la cual se utiliza para alabar la valentía de alguien, y que en verdad se refiere literalmente a los atributos del equino en la estatua que el susodicho y el  General posee en la esquina de la Calle Alcalá con O`donell. Dejando de lado si estos se merecen o no tanto renombre, en cuestión de medidas me declaro incompetente para el juicio, el caso es que así han quedado en nuestro recuerdo cultural y es una expresión muy popular que segurente has utilizado sin saber a que caballo y a que General se refiere.
El último tributo que se conoce al caballo y por consiguiente a su montura, se lo hizo el grupo Mecano, quienes escribieron una canción, la cual nunca llegó a publicarse, sobre el punto de vista del caballo de los famosísimos atributos y las cosas que ocurrían frente a su mirada.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.






CALLE DE LA ABADA.

Muchos reconocerán a simple vista esta callecilla por las que muchos hemos pasado, pero que casi ninguno conoce, ni su nombre, ni su historia, las cuales están directamente ligadas. Para los que no caigan o no la identifiquen, esta calle va desde la Gran vía hasta la plaza del Carmen y su nombre es el de Calle de la Abada.
Existen varias leyendas sobre el origen de su nombre pero todas están directamente ligadas por lo que vamos a comentarlas.
La más extendida cuenta que unos titiriteros portugueses llegaron a Madrid y decidieron dejar pastar a un rinoceronte que traían para su espectáculo, dentro de un cercado en los pastos que ahora dan lugar a esa calle y que en tiempos eran las eras de un convento.
En cierta ocasión un muchacho bastante graciosete que trabajaba en el horno de la Mata, decidió dar de comer un pan abrasando al animal. El rinoceronte, bien por estar poco acostumbrado a estas bromas, bien por el ardor de estómago, que no mata pero incomoda, la emprendió con el chico mandándolo para el otro barrio.
Otras versiones de la historia cuentas que el rinoceronte fue un regalo del gobernador de Java, pero o bien el animal duró un siglo o se trata de historias distintas con dos rinocerontes.
También en otra versión de la historia el animal se escapa, dando muerte en su huida a varias personas.
Fuera como fuese la calle se quedó con el nombre de Abada dado que es como se llama en portugués al rinoceronte hembra.

Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.



Fotografías propias