Normalmente cuando edito estos foto-montajes de "Ventanas en el tiempo" suele ser para recordar algo de Madrid que ya no existe o para traer el recuerdo a nuestra memoria de un momento que ya no volverá.
Sin embargo en esta ocasión, me he encontrado un montaje en el que posiblemente el local actual, ha superado con creces, al que existía en tiempo de nuestros abuelos.
Es el caso de este local ubicado en la Cava Baja nº 35 y que antaño nos deleitaba con el Mesón Segoviano y ahora nos maravilla con los manjares de Casa Lucio.
Por separado, fueron y son dos maravillas de nuestra gastronomía y ahora con este montaje se fusionan para el deleite más de nuestros ojos que de nuestro paladar.
Si alguien conoce el autor de la fotografía antigua, agradecería su comentario para poder incluir su autoría.
FRASES Y REFRANES DE MADRID (parte 8)
Continuamos con otra entrega de nuestra
recopilación de frases madrileñas. Como siempre al final os añadiré el enlace a
las anteriores por si alguno no las pudo ver en su día.
Hasta
el cuarenta de mayo no te quites el sayo. Esta expresión
siempre se ha entendido que se refería al clima, y en ella nos avisaba de
guardar prudencia para no meter el abrigo en el armario hasta el 10 de junio,
ya que hasta esa fecha son habituales en Madrid chaparrones y días de frío.
Sin embargo, hay quienes mantienen que dicha expresión no
tiene nada que ver con el clima, y se refiere a un exitoso burdel que existía
en Madrid (posiblemente por la calle Montera) y que respondía a ese nombre “40
de Mayo”. Según se mantiene en esta teoría con ello se quería indicar a los que
no eran de Madrid, que no se quitaran la ropa hasta llegar a este burdel, pues
era el de más calidad. No he encontrado demasiados datos al respecto, pero me
ha parecido tan curiosa la anécdota que aquí os la dejo.
Eres
más agarrao que un chotis. Posiblemente sea la frase más castiza
que podamos encontrar, con ella se hace una semejanza entre lo junto que la
chulapa y el chulapo bailan nuestro baile regional por excelencia y el término “agarrao”
que se refiere concretamente a lo que le cuesta a un individuo concreto gastar
su dinero o invitar a sus amigos.
Hay
gente pa tó. Esta expresión seguro que se ha venido usando
desde hace muchos años y que su procedencia es posible que no sea ni si quiera
madrileña, pero la incluyo en esta recopilación al respecto de esta famosa anécdota.
Una tarde fueron presentados en una terrza de la Plaza de
Santa Ana el insigne filósofo José Ortega y Gasset y el afamado torero “El
Gallo”. Este último que andaba sobrado de valor pero no de estudios pregunto a
Don José que a qué se dedicaba, y este con su consabida educación y respeto le
indico que era filosofo. “El Gallo” no entendía muy bien a qué se estaba
refiriendo por lo que le contesto un célebre “Filo… qué, Ozu!!! hay gente pa tó”
y de ahí la referencia de la expresión a la ciudad de Madrid.
Aquí
hay gato encerrado. Esta frase nos viene a indicar que algo
guarda un misterio o mantiene más sustancia de la que aparenta a simple vista.
El origen de la misma data del siglo XVI cuando se le
llamaba “gato” a la bolsa que se anudaba en la cintura para guardar el dinero,
ya que era la piel de este animal la que muchos se veían obligados a usar. Los
madrileños solían guardar dicha bolsa entre los ropajes y por eso entre los
ladrones comenzó a usarse la expresión “Aquí hay gato encerrado” para referirse
a aquella persona que se sospechaba que llevaba una gran bolsa escondida.
Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.
José Ortega y Gasset y el torero el Gallo (Fuente ABC)
Gran Vía
Vamos con otros fotomontaje más de estas ventanas del tiempo dedicadas a la Gran Vía. En este caso además de permitirnos recobrar los locales perdidos como el Pasapoga o el cartel de Camel en el edificio Carrión, también nos traen unos coches de poca e incluso ese divertido coche de carreras que parece que sin remisión acude a estrellarse contra nuestra realidad más reciente.
Espero que disfrutéis del contraste.
Foto nueva Sergio Moreno.
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Ventanas en el tiempo.
MOBY DICK EN MADRID.
Cuando vives en una ciudad, tu cabeza raramente para a detenerse en que las calles donde vives no siempre estuvieron allí. En la zona de Moncloa por ejemplo, hasta hace bien poco no se levantaban todas las casas y edificaciones que hoy en día forman parte de nuestro paisaje más natural. Esta zona era una mera explanada en la que era totalmente habitual que se levantaran exposiciones al público de carácter más o menos temporal.
Una de estas exposiciones, fue la que trajo a Madrid a Moby Dick, una ballena que había sido capturada en el Atlántico Norte y que llegó a Madrid el 13 de Junio de 1954 exponiéndola allí para deleite de todos los madrileños, bueno, de todos los madrileños dispuestos a pagar las dos pesetas que costaba la entrada.
La ballena fue colocada sobre tres caballetes e incluso se le dejó la boca abierta para que los madrileños, poco duchos en aquel entonces en anatomía animal, pudieran entender bien su fisonomía, así como que los más pequeños pudieran disfrutar en el interior del animal. Frente a la entrada se colocaron unos grandes carteles describiendo los veinte metros de lago del animal, así como sus 60 toneladas de peso o sus hazañas marítimas.
El problema, fue que los organizadores no contaron con los calores propios de Madrid en verano y a los pocos días, el animal comenzó a exhalar un tufillo propio de su descomposición bajo el sol de infierno del verano madrileño.
Los vecinos comenzaron a elevar quejas sobre la insalubridad de vivir en la zona, incluso comenzó a correr en Madrid el dicho de “Aquí huele a ballena” para referirse a un lugar de olor desagradable.
El caso es que sin saber cómo, ni a donde fue a parar, una mañana desapareció el cuerpo del cetáceo, que junto con su pestilente hedor, evaporó las intenciones recaudatorias de los promotores de traer a tan extraño puerto de mar el cuerpo del animal.
Como complemento a la historia, os facilito este vídeo del NO-DO de la web de TVE, en el que entre otras noticias, nos muestra imágenes grabadas de la exposición del animal. (pincha sobre este texto para verlo) Tras la noticia del buque Esmeralda se encuentra la de nuestro animal.
Una de estas exposiciones, fue la que trajo a Madrid a Moby Dick, una ballena que había sido capturada en el Atlántico Norte y que llegó a Madrid el 13 de Junio de 1954 exponiéndola allí para deleite de todos los madrileños, bueno, de todos los madrileños dispuestos a pagar las dos pesetas que costaba la entrada.
La ballena fue colocada sobre tres caballetes e incluso se le dejó la boca abierta para que los madrileños, poco duchos en aquel entonces en anatomía animal, pudieran entender bien su fisonomía, así como que los más pequeños pudieran disfrutar en el interior del animal. Frente a la entrada se colocaron unos grandes carteles describiendo los veinte metros de lago del animal, así como sus 60 toneladas de peso o sus hazañas marítimas.
El problema, fue que los organizadores no contaron con los calores propios de Madrid en verano y a los pocos días, el animal comenzó a exhalar un tufillo propio de su descomposición bajo el sol de infierno del verano madrileño.
Los vecinos comenzaron a elevar quejas sobre la insalubridad de vivir en la zona, incluso comenzó a correr en Madrid el dicho de “Aquí huele a ballena” para referirse a un lugar de olor desagradable.
El caso es que sin saber cómo, ni a donde fue a parar, una mañana desapareció el cuerpo del cetáceo, que junto con su pestilente hedor, evaporó las intenciones recaudatorias de los promotores de traer a tan extraño puerto de mar el cuerpo del animal.
Como complemento a la historia, os facilito este vídeo del NO-DO de la web de TVE, en el que entre otras noticias, nos muestra imágenes grabadas de la exposición del animal. (pincha sobre este texto para verlo) Tras la noticia del buque Esmeralda se encuentra la de nuestro animal.
Entrada a la exposición.
Recorte del ABC publicitando la exposición.
Calle Gran Vía.
Hoy vamos a recorrer este segundo homenaje a nuestra Gran Vía.
Cuando se me ocurrió este idea de realizar fotomontajes de viejas fotos de Madrid, con otras de nuestros días, una de las cosas que más me atrajo fue el poder rescatar antiguos comercios, que hubieran supuesto algo para todos nosotros pero que sin embargo estuvieran cayendo en el olvido con el paso de los tiempos.
Sin duda, uno de los primeros que llegó a mi memoria, fue el mítico SEPU, en el que pasé horas y horas con mi madre, y en el que como muchos, yo también me perdí, para aventura fijada en mis recuerdos, y para histeria de mi madre, que jamas volvió a permitirme separarme de su lado durante nuestras compras.
Espero que os guste este sencillo homenaje.
Cuando se me ocurrió este idea de realizar fotomontajes de viejas fotos de Madrid, con otras de nuestros días, una de las cosas que más me atrajo fue el poder rescatar antiguos comercios, que hubieran supuesto algo para todos nosotros pero que sin embargo estuvieran cayendo en el olvido con el paso de los tiempos.
Sin duda, uno de los primeros que llegó a mi memoria, fue el mítico SEPU, en el que pasé horas y horas con mi madre, y en el que como muchos, yo también me perdí, para aventura fijada en mis recuerdos, y para histeria de mi madre, que jamas volvió a permitirme separarme de su lado durante nuestras compras.
Espero que os guste este sencillo homenaje.
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Ventanas en el tiempo.
En carro por la Gran Vía.
El foto montaje de hoy personalmente me parece muy tierno, ya que aunque la Gran vía no sea, para nada, una de nuestras calles más antiguas, en esta ventana en el tiempo, nos trae cuando por ella era habitual ver vehículos de tracción animal recorriendola.
En este caso vemos a una pobre cestera que sobre su carreta parece venir de ofrecer sus artículos en el Nebraska, mientras que un coche de época, se encuentra atosigado por un taxista impaciente a las puertas del Rey León.
Por los edificios, prácticamente ningún cambio, todo sigue igual.
Fotografia antigua Fransesc Catalá-Roca.
Fotografia moderna Sergio Moreno.
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Ventanas en el tiempo.
MODESTO TRIGO.
Normalmente, suelo “aburriros” o “entreteneros” con mis aportaciones sobre efemérides,
fotografías o curiosidades de Madrid, pero de vez en cuando, me gusta detenerme
en algún personaje o pequeño comercio de nuestro día a día, que bien por su
labor o por su modo de llevar a cabo su trabajo, me parece que merece una
especial mención.
Este es el
caso de Modesto Trigo, un pintor de ascendencia gallega que entre otros muchos
temas, ha invertido parte de su tiempo y todo su arte, para poner a Madrid
retratado en varios de sus cuadros. Vais a poder ver nuestros lugares más emblemáticos
casi aún más bonitos de lo que se levantan ante nuestra mirada.
Espero que os sorprenda tanto como me
sorprendió a mí al descubrir su obra, seguro que pasado un rato, seguiréis buscando en
alguno de sus cuadros algún detalle que os revele que no son fotografías. Un
artistazo como la copa de un pino.
Reflejos de Gran Vía 100 años después. (Óleo sobre lienzo 100x100 cm)
Asfalto 2, (Óleo sobre lienzo 195x130 cm)
Después de la tormenta,. (Óleo sobre lienzo 81x100 cm.)
Estación de Atocha, simetrías. (Óleo sobre lienzo 195x130 cm.)
Asfalto 1. (Óleo sobre lienzo. 97x146 cm.)
También os dejo sus datos de contacto para que podáis seguirle:
Para contactar con el Autor: modesto@mtrigotrigo.com
www.mtrigotrigo.com
https://twitter.com/ModestoTrigo
https://instagram.com/trigomodesto
https://www.pinterest.com/mtrigotrigo
https://plus.google.com/u/0/+ModestoTrigoTrigo_mtrigotrigo
https://www.tumblr.com/blog/mtrigotrigo
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Calle Montera desde Sol
Sin duda las imágenes de nuestra guerra incivil, nos pesan en el corazón sobremanera, pero cuando las incluimos dentro de nuestra cotidianidad más habitual, se tornan absolutamente desgarradoras. Esta imagen, es un homenaje a todos los parientes que en ambos bandos dieron su vida por un sin sentido absoluto. Ya no se trata de que no se vuelva a repetir, que también, se trata de que aprendamos a cerrar las guerras del pasado, para que no continúen siendo guerras presentes. Se trata de que con lo que ha llovido, seamos capaces de entender que ningún bando gano nada, y ambos bandos lo perdieron todo.
Medir en una balanza el peso de la sangre o el grado de lo cruento en que se perpetró cualquiera de sus atrocidades, sólo es un reflejo de los complejos que continuamos sin superar.
Espero que lo valoréis o si no sois capaces de hacerlo, que al menos la veáis como un homenaje a todos los caídos. El día que lo consigamos empezáremos a entender que el sufrimiento de nuestros hermanos tiene el mismo peso que el nuestro, exactamente el mismo.
Quien sabe igual algún día nuestro odio prescriba de una vez por todas.
Si alguien conoce el autor e la fotografía antigua, agradecería su comentario para poder incluir su autoría.
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Ventanas en el tiempo.
Puerta de Toledo.
Madrid tiene una patrona, la Almudena, y una Virgen popular, la Paloma; del mismo modo le ocurre con sus Puertas, tiene la puerta de Alcalá, protagonista de todas las canciones, postales y souvenirs, pero también tienen la Puerta de Toledo, que es para los madrileños una parte fundamental de su patrimonio urbanístico y popular y seguramente uno de sus monumentos más queridos..
En este foto montaje, la Puerta de Toledo nos retrotrae a su antiguo uso cuando era puerta de paso bajo sus arcos. En ella podemos ver como un tranvía se encamina hacia ella, e incluso parece mostrarnos como un grupo de madrileños de otra época totalmente distinta, invade la actual zona azul de aparcamiento, ajenos a su lugar trucado en el tiempo.
Espero que os guste.
Nota. Hace una semana edité esta misma fotografía, pero gracias a Antonio de la Peña, descubrí un error que había cometido en ella. Por su amabilidad en la observación, me vais a permitir que le dedique este nuevo montaje.
Si alguno conoce el autor de la fotografía antigua, agradecería su comentario para poder editar la entrada incluyendo su nombre.
En este foto montaje, la Puerta de Toledo nos retrotrae a su antiguo uso cuando era puerta de paso bajo sus arcos. En ella podemos ver como un tranvía se encamina hacia ella, e incluso parece mostrarnos como un grupo de madrileños de otra época totalmente distinta, invade la actual zona azul de aparcamiento, ajenos a su lugar trucado en el tiempo.
Espero que os guste.
Nota. Hace una semana edité esta misma fotografía, pero gracias a Antonio de la Peña, descubrí un error que había cometido en ella. Por su amabilidad en la observación, me vais a permitir que le dedique este nuevo montaje.
Si alguno conoce el autor de la fotografía antigua, agradecería su comentario para poder editar la entrada incluyendo su nombre.
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Ventanas en el tiempo.
Glorieta de Pirámides 2
Como complemento a la anterior entrada que compartía con vosotros de esta sección "Ventanas en el tiempo", en la que divisábamos a un grupo de militares atrincherados en la Glorieta de Pirámides, os dejo este nuevo foto-montaje. No nos hemos desplazado de lugar, ni posiblemente de época, ya que en la imagen, también aparecen soldados asentados en la plaza. Sin embargo en esta ocasión, estos no están esperando el asedio del enemigo, sino que aparecen relajados e incluso sonrientes, disfrutando de una gramola que este instante de paz (seguramente dentro de una guerra), les brindó la suficiente tranquilidad, como para que uno se ellos acercara una gramola al puesto, cosa que sin ninguna duda era todo un lujo para el momento retratado en el instantánea.
Espero que disfrutéis de este momento que sin ninguna duda hoy sería algo totalmente impensable.
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Ventanas en el tiempo.
Calle Galdo.
En esta ocasión esta "ventana en el tiempo" no nos deja demasiados cambios entre el presente y el pasado. Es más, si no fuera por el tranvía y por el coche que aparece en la imagen antigua, bien podría parecer que había simplemente manipulado la fotografía para quitarle el color en la parte central.
Hoy se trata de una instantánea de la calle del Carmen desde la calle Galdo, en la que este tranvía entra de manera intemporal para recorrer su último viaje ante nuestra mirada.
Espero que la disfrutéis.
Si alguno conoce el autor de la fotografía antigua, agradecería su comentario para poder editar la entrada incluyendo su nombre.
Hoy se trata de una instantánea de la calle del Carmen desde la calle Galdo, en la que este tranvía entra de manera intemporal para recorrer su último viaje ante nuestra mirada.
Espero que la disfrutéis.
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Ventanas en el tiempo.
Glorieta de Piramides.
Vamos con otro foto-montaje de esta sección Ventanas en el tiempo.
En este caso se trata de una instantánea de la guerra civil en la que unos militares están atrincherados en la glorieta de Pirámides. La casualidad ha querido que al hacer el montaje parezca que están esperando el asedio de lo que se les viene desde el Vicente Calderón. Esperemos que sea ese el único asedio que vuelva a repetirse en nuestra historia.
Fotografía antigua: Guillermo Zúñiga.
Fotografía moderna: Sergio Moreno.
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Ventanas en el tiempo.
PEDRO DE RÉPIDE.
Dudo que exista algún amante de la
historia de Madrid que no haya oído hablar del protagonista de hoy, Don Pedro
de Répide, pero para la mayoría, aunque son muchas las historias que hemos
heredado de él, muy pocos conocen gran cosa de su figura.
Hoy vamos a dedicarle este humilde
homenaje a uno de los grandes de nuestra historia, no por ser protagonista de
ella, sino por ser uno de nuestros mejores contadores.
Pedro de Répide y Cornaro nació el 8
de febrero de 1882, de descendencia italiana por parte de madre, como a él
mismo le gustaba recordar descendiente directo de la última reina de Chipre.
Estudió Derecho, Filosofía y Letras en la Soborna donde también fue
bibliotecario de una Isabel II que ya se encontraba allí en su destierro.
Además de poseer el título de
Cronista de Madrid otorgado por el Ayuntamiento fue uno de los fundadores del
diario “La Libertad” en donde fue poco a poco escribiendo una de sus
principales obras “Las Calles de Madrid” que curiosamente estuvo escondida
durante años entre las páginas del diario, hasta que un buen amigo suyo, el
también ilustre madrileño Federico Romero, los recopiló en el grueso volumen
que a día de hoy a casi ninguno nos falta en nuestra biblioteca.
Pero esta no fue la única obra del
gran escritor y periodista, junto a ella destacan otros muchas publicaciones
como sus poemas “Las Canciones”, sus primeras novelas “La enamorada indiscreta”,
“”No hay fuerza como el amor”, “El agua en cestillo” e incluso otros libros y
novelas sobre su amada Madrid como son “Del Rastro a Maravillas” “El Madrid de
los abuelos”, “los cohetes de la verbena” o “los picaros de Amaniel” entre
otros muchas publicaciones que fue acopiando desde los diecinueve años.
Durante la guerra civil se vio
obligado a emigrar a las américas, pero su amor por Madrid no le permitió vivir
demasiado tiempo alejado de nuestra ciudad por lo que regreso para fallecer al
poco tiempo, el 16 de febrero de 1948.
Como fue descrito por una
publicación de la época “Su figura, su chaqueta ajustada, su capa airosa, su
paso resonante, parecen todavía vagar por alguno de los barrios madrileños,
aquellos de los organillos y los bailes chulescos, de las tascas oscuras
pintadas de rojo y puertas de cristal esmerilado, de taburetes y mesas
embadurnadas de pintura roja y mostrador de cine, donde se alineaban las
frascas de tintorro”.
Sirva este recuerdo, como homenaje a
uno de los personajes a los que más curiosidades y recuerdos debemos. Descanse
en paz.
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Curiosidad,
Historia
FRASES Y REFRANES DE MADRID (parte 7)
Continuamos con otra entrega de nuestra
recopilación de frases madrileñas. Como siempre al final os añadiré el enlace a
las anteriores por si alguno no las pudo ver en su día.
Tiene
más salidas que la puerta de Alcalá. Es
una frase muy castiza y hace un paralelismo entre la rapidez mental de una
persona y la nueva Puerta de Alcalá, que al ser mandada hacer se la dispuso con
más arcos (salidas) que la anterior y que sus homónimas. Además al tener dos
caras distintas, da la impresión de ser dos Puertas en una. También algunos
historiadores indican, que el termino salidas, se refiere a que en aquella época la puerta de Alcalá era la
que más salidas tenía pues de ella partían numerosos caminos que te llevaban a
distintos sitios y por lo tanto era la que más salidas tenía, por ser a la que
más destinos te llevaba.
Hacer
el primo. Esta expresión se utiliza para indicar que
alguien se está equivocando debido a su carácter tontorrón o simple. El origen
de la expresión viene de los enfrentamientos del 2 de Mayo de 1808. Ese día el
mariscal Joaquin Murat envió una carta al infante y a la Junta de Gobierno en los
siguientes términos:
“Anunciad que todo el pueblo en que un
francés haya sido asesinado será quemado inmediatamente... Que los que se
encuentren mañana con armas, cualesquiera que sean, y sobre todo con puñales,
serán considerados como enemigos de los españoles y de los franceses y que
inmediatamente serán pasados por las armas."
Como despedida de dicho escrito se leía lo
siguiente: "Mi primo; señores de la Junta; pido a Dios que os tenga en
santa y digna gracia".
En aquel entonces según el protocolo de la
Casa Real, el rey utilizaba la expresión Primo para referirse a los grandes de
España en cartas y documentos, tanto oficiales como privados.
El mariscal en un intento de mofa utilizó esta
expresión para referirse al Rey, sin saber que cuando la carta fue descubierta
pasó a ser él el primer Primo de la historia, cambiándole radicalmente el
significado a la expresión.
A
buena hora mangas verdes. Este dicho proviene de
los Reyes Católicos, los cuales crearon el cuerpo de la Santa Hermandad, el cual
se encargaba de dar auxilio en caso de
emergencia. Estos en su uniforme llevaban unas bocamangas de color verde. El
caso es que su impuntualidad era tan habitual que el dicho A buenas horas
mangas verdes, comenzó a usarse de manera peyorativa para aludir a cualquier
demora a un llamamiento. Es difícil mantener si esta expresión se originó en
Madrid, pero la he incluido dado el alto uso que se hizo de ella entre nuestros
vecinos.
Picar
muy alto. Esta expresión se utiliza para indicar que
las pretensiones de alguien son más altas que lo que su condición le permite.
El origen viene de que según cuenta la
rumorología, Juan de Tasis, conde de Villamedina, tenía un romance con Isabel
de Borbón, esposa de Felipe IV. AL parecer en una corrida en la Plaza Mayor de
Madrid, el conde participó en una corrida de rejones en homenaje al cumpleaños
del rey. En un lance de la misma su amada se emocionó tanto que exclamó un
sentido ¡Qué bien pica el conde! A lo que el Rey no con falta de sorna
respondió “Pica bien, pero pica muy alto”
Expresión que corrió como la pólvora por
toda la ciudad.
PRIMERA GUARDERÍA DE MADRID.
Cuando llega el verano y los niños pasan
grandes cantidades de tiempo entre sus padres, es cuando estos realmente
valoran la importancia de las guarderías, pero ¿se te ha ocurrido pensar cuál
fue la primera guardería de Madrid y una de las primeras de toda España?
Pues bien, esta guardería se la debemos a
la mujer de uno de los reyes menos valorados de nuestra historia, nos referimos
a María Victoria dal Pozzo della Cisterna, mujer de Amadeo de Saboya, cuyo
reinado no llegó a durar ni tres años, debido al poco interés que los madrileños
en particular y los españoles en general, despertaban sobre su figura, más o
menos implantada tras el derrocamiento de Isabel II.
La buena de Victoria, intentó desde un
principio ganarse la simpatía de su pueblo pero estos no estaban por la labor y
lejos de reconocerle sus esfuerzos, la emprendían con saña sobre su figura con
motes como “La reina húmeda” como mofa a sus apellidos o el de “La Reina de las
Lavanderas”.
Este segundo mote es el que nos trae a la
historia de hoy y le vino pues en uno de sus paseos por la ciudad, observó a
las lavanderas que en la orilla del Manzanares ejercían su profesión a la par
de que, con mil ojos, miraban a sus hijos que correteaban entre las aguas salpicándolo
todo y escondiéndose tras las telas tendidas al sol.
Victoria quedó fascinada por la dedicación
de aquellas madres trabajadoras, que aunque deslenguadas y muy poco cultas
(llegaron a tener la prohibición mediante el Real Decreto de 1790, de gritar
mientras trabajaban, debido a los improperios que soltaban por sus boquitas) lo
cierto, es que eran unas madres dedicadas y que se preocupaban por no poder dar
a sus hijos, ni el cuidado, ni la vigilancia que debían o les hubiera gustado.
A la reina se le ocurrió la idea de fundar
con fondos propios, la que sería la primera guardería infantil. En ella las
lavanderas podían dejar a sus hijos por la mañana y recogerles al terminar la
jornada para llevarlos a casa
Para ello, el 13 de Enero de 1872 junto a
la Glorieta de San Vicente abría las puertas La casa del Príncipe, más conocido
como El Asilo de Lavanderas. En él que con la ayuda de las Hijas de la Caridad,
los 300 niños que tenían capacidad en él, además de estar en un lugar más
seguro y sano, que la orilla del Manzanares, también comían diariamente un
plato de comida caliente (un verdadero lujo para mucho de ellos) y recibían
leves conceptos de educación básica. El asilo también tenía unas seis camas que
la reina decidió instalar, para que si alguna lavandera tenía algún accidente
laboral, pudiera reponerse acompañada allí por su hijo y que este no quedara
durante esos días al amparo de la providencia.
Lamentablemente el asilo fue derribado
durante la guerra Civil y aunque en 1946 se volvió a abrir otro para el mismo
uso en la esquina del Paseo de Pontones con el Paseo Imperial, la poca
existencia de Lavanderas en Madrid, transformó su uso en un asilo para hijos de
mujeres trabajadoras, independientemente de su profesión, el cual mantuvo esta
actividad hasta que a principio de los años setenta cerró definitivamente.
En 1981 el ayuntamiento llegó a barajar la
idea de reconstruir el antiguo Asilo de Lavanderas como homenaje a la figura de
aquella tan poco reconocida reina, pero suponemos que finalmente la idea no
cuajó y andará en algún cajón del consistorio, esperando que alguien la desempolve
y saque a la luz.
Nueva Escuela Asilo de las Lavanderas 1945.
(Fuente el Pais)
Lavanderos entre el punte de Toledo y el Puente de Segovia.
Casa del Príncipe o Asilo de las Lavanderas 1934.
(Fuente Libertad Digital)
María Victoria y Amadeo de Saboya
(Fuente forum.alexanderpalace)
LA CALLE DE LA VENTOSA.
En los paseos que estamos haciendo por las
calles de Madrid, hemos visto distintos y variopintos motivos que han dado
origen a sus calles, como el error de traducción de la Calle Espejo, los celos
en Mesón de Paredes, o las distintas leyendas e hipótesis sobre la calle
Arganzuela, pero el protagonista de hoy es aún más extraña si cabe, pues es
posiblemente una de las pocas calles del mundo cuyo nombre se debe a un
timador, bueno en este caso a una timadora o curandera que trabajaba y vivía en
lo que hoy es esta calle sobre el siglo XVIII.
Según cuentan los historiadores, vivía en
esta calle que anteriormente se llamaba Calle de la Paloma Baja, una curandera
que respondía al nombre de Juana Picazo. Juana había sido adiestrada en las
cualidades sanadoras de hacer cataplasmas con un vaso de cristal, al que con
una vela se sacaba el oxígeno y al poner sobre la zona afectada producía un
efecto ventosa, que en teoría era sanador y curaba algunos males.
Aquel método novedoso comenzó a ser muy
popular entre la población madrileña, ávido de remedios nuevos que los sanasen
de sus dolencias y que les permitieran trabajar para mantener a sus familias.
El principal problema, no eran las
cataplasmas, que alguna cualidad sanadora se le ha otorgado a lo largo de la
historia y de hecho aún se siguen utilizando para algunas dolencias musculares,
el problema era que Juana cobraba por ello unas cantidades ingentes de dinero y
que desconocedora de cualquier otro remedio, las usaba para prácticamente cualquier
dolencia. Según decía ella los vasos que utilizaban habían sido propiedad de
San Isidro, por lo que eran capaces de curar cualquier dolencia, pues sus
beneficios venían por las cualidades mágicas que el santo había depositado
sobre ellas y no de la técnica en sí.
Como suele ocurrir con los caraduras y
timadores todo tiene un fin, por lo que en un momento dado sus clientes se
cansaron hasta tal punto, de las engañosas artes de Juana, que la raparon el
pelo, y subida a un burro la hicieron desfilar por las calles de Madrid, untada
con alguna sustancia pringosa, que habían embadurnado en sus ropajes para cubrirla
de plumas. De aquella guisa la fueron llevando por las calles de Madrid,
mientras que los engañados por la timadora la insultaban y golpeaban en su
recorrido.
No se sabe muy bien que acabó siendo de la
curandera, pero lo que sí está claro es que aprendió su lección o al menos que
nunca se volvió a saber de sus malas artes en las inmediaciones de Madrid.
Aun así, la casa y calle eran ya tan
conocidas por todos como “la de las ventosas”, que se quedó con el nombre hasta
nuestros días.
Siéntete libre para comentar, compartir
e indicar tu parecer.
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Calles,
Curiosidad
PEPE BOTELLA.
El 5 de julio de 1808 Napoleón, otorgó oficialmente el reino de España a su hermano José
I Bonaparte, el cual tenía por aquel entonces cuarenta años.
Si
lanzáramos hoy en día una pregunta sobre su persona, el 90% de los españoles, te
responderían sin ninguna duda con su apodo “Pepe botella”.
Y es
que éste es sólo un retazo que ha perdurado en el tiempo de todo lo que se dijo
de él durante su reinado, bueno mejor dicho de todo lo que inventaros de él sus
detractores. De él llegaron a decir:
Que
era un enfermo sexual, que era tuerto, glotón, ludópata, violento y amante de
lo ajeno, incluso en alguna publicación malintencionada se le tacha de
patizambo y de tener un poco de joroba.
Sin
embargo el bueno de Pepe, no era nada de esto ni mucho menos. En verdad era un
hombre bastante atlético y de buen ver, que tenía bastante fama con las
mujeres, por lo que no es que fuera un enfermo sexual, sino que tenía un enorme
éxito entre las mujeres de la época más allá del encanto y sex appeal que suele
acompañar al poder.
Era
un hombre pacifista, nada dado a la violencia que de él se manifestaba.
Bastante culto, amante de las letras y que intentó ganarse el cariño de los
madrileños por todos los méritos, aunque esa era una batalla ya perdida de
antemano. A pesar de ser profundamente antitaurino, reinstauró las corridas de
toros que habían sido abolidas por Carlos IV, e incluso promulgó que estas
fueran de bajo coste (e incluso alguna gratuita) para que su pueblo pudiera acceder a
ellas.
A
pesar de tener fama de ser bastante tontaina, la verdad es que era un hombre
obsesionado con la cultura y el embellecimiento de Madrid, apoyó fuertes
excavaciones arqueológicas e invirtió cantidades muy importantes de dinero en
educación, en proyectos científicos y en hacer grandes obras para engalanar Madrid, como fue la construcción de la Plaza de Oriente, su mayor deseo urbanístico, la cuál ideó como el más precioso hall de entrada al Palacio Real, pero que también en este caso le sirvió como elemento de ataque a sus detractores, valiéndole el sobrenombre de Pepe plazuelas.
Pero
desde luego, lo más chocante sobre su figura es su mote más conocido, “Pepe botella”, pues a
pesar de que es lo más popular que ha llegado de él a nuestros días, lo más
curioso es que era mentira, era un hombre prácticamente abstemio muy poco dado
a las fiestas. Sí es cierto que organizaba grandes fiestas, pero no era por su
tendencia a la bebida sino por ganarse el apoyo y defensa de las altas esferas
madrileñas.
Seguramente
el culpable de que su adicción haya llegado a nuestros días, es que fue él, en febrero de 1809, quien aprobó la liberalización de las bebidas espirituosas, lo
que rápidamente se extendió por todo el pueblo de Madrid como un intento de
poder beber lo que se le antojara sin problema alguno, ni tener que pagar
impuestos, cuando en verdad como decíamos, el bueno de Pepe era muy poco tragón y
prácticamente abstemio.
Es
posible que si José Bonaparte hubiera gobernado en otra época y circunstancia,
hubiera sido uno de nuestros reyes más honrados y queridos, pero que le vamos a hacer, el
pobrecillo nació gabacho y en el peor tiempo para serlo en aquella España.
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Curiosidad,
Historia
LA PIERNA DEL TATO
Corría
el 7 de junio de 1869 en la plaza de la Puerta de Alcalá, cuando el cuarto toro
de la ganadería de Vicente Martínez envistió la rodilla derecha del diestro
Antonio Sanchez “El Tato”.
La
herida de cuatro centímetros de largo por tres de profundidad, sobrecogió al
tendido cuando el torero cayó al suelo tras los tres intentos que el torero
había tenido de terminar con la suerte del astado.
Hasta
aquí todo hubiera quedado en un simple lance, de los muchos que se han escrito
en la crónica del toreo, pero la curiosidad llegó cuando la cosa se complicó y
los médicos del torero, siete días después del incidente, decidieron que la
única vía para salvar la vida del torero era amputarle aquella pierna.
Al
parecer según los galenos de la época, cuando el toro Peregrino embistió al
torero, éste tenía los cuernos manchados de la sangre fresca de un caballo
enfermo de arestín y por éste motivo aquella herida infectó con tanta rapidez,
al adentrarse en ella el virus del caballo.
Fuera
como fuese la pierna fue amputada, sin anestesia por especial rechazo del
torero, y llevada a una botica de la calle Fuencarral nº 11 para que allí fuera
embalsamada.
El
boticario realizó el encargo y colocó la pierna en su escaparate que estaba
situado en lo que hoy en día es el Edificio Telefónica de la Gran Vía, a la
espera de que el torero se recuperara y decidiera qué quería hacer con su
pierna perdida.
Al
parecer según contaban los diarios de la época, la gente se agolpaba frente al
escaparate para ver la pierna del famoso torero, convirtiéndose sin duda en uno
de las campañas de marketing más macabras de la época.
Pero
la reliquia, para desgracia del farmacéutico que había encontrado una auténtica
mina en aquel encargo, no duró demasiado, puesto que un incendio tan solo un
mes después del incidente, 13 de julio de 1869, arrasó la botica quedando reducidas
a cenizas tanto la pierna como todo lo que se encontraba en el interior del
local, llevando a la ruina al pobre boticario que tan feliz se las veía con el
reclamo de la pierna del Tato.
Por último, la expresión no ha venido ni el Tato, se refiere a este mismo torero, el cuál era tan habitual encontrarlo en los carteles de la época, que se empezó a usar esta expresión para indicar la ausencia de personas a un evento
Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.
El Tato posando en postura torera
Presunta pierna del Tato expuesta en la botica.
(No hemos podido verificar que sea la real)
Grabado del momento de la cogida
LAS UVAS DE FIN DE AÑO
De
entre todas las tradiciones madrileñas, hay una que sin ningún tipo de dudas es
la que más rápidamente se ha extendido por todos los rincones del país y parte
de Sudamérica, esta es la tradición de despedir el año tomando doce uvas para
dar la bienvenida al año nuevo al son de las doce campanadas con las que el
reloj de la Puerta del Sol despide al año que nos deja.
Pero
esta tradición, que para nosotros lleva prácticamente toda la vida, es mucho
más moderna de lo que podríamos imaginar. Como ya comentamos cuando hablamos
del reloj de la Puerta del Sol (pincha si quieres leerla), éste fue un regalo del relojero afincado en
Londres Don José Rodríguez Conejero, que lo regaló a la ciudad de Madrid en
1866, para suplir al que se había instalado en el edificio de Gobernación, tras
el derribo de la iglesia del Buen Suceso y el cual daba de todo menos la hora
exacta.
Por aquél entonces, según la primera de las hipótesis que corre, en Francia existía la tradición de despedir el año viejo tomando
champan, éste se solía acompañar de uvas para bajar los efectos del licor. Por
lo que un grupo de madrileños decidió, como mofa de
la costumbre francesa, tomar uvas en la Puerta del Sol. Al parecer alguno de
los madrileños que acudieron aquella noche se le ocurrió aquello tan madrileño
de retar al resto de sus acompañantes a ver cuál era capaz de tomar una uva con
cada campanada, y por arte de magia, y bajo aquello tan castizo de “A que no
hay huevos…” todos los que allí de encontraban comenzaron a realizar el
intento, originando sin quererlo la tradición más extendida de todo nuestro país.
Pero esta primera hipótesis ha sido totalmente desmentida por las averiguaciones del blog Historias Matritenses, quienes nos han permitido conocer, que la tradición se originó debido a que el precio de las uvas comenzó a bajar tanto debido a la crecida de las cosechas, que estás llegaron a tener un precio prácticamente irrisorio. Incluso algunas publicaciones mantienen que algún recolector viendo el precio tan ridículo, llegó a regalar racimos de uvas entre los que habían acudido a celebrar el fin del año a la Puerta del Sol y que éstos tomaron aquellas primeras uvas al son de cada campanada originaron esta tradición.
Aunque en aquel Madrid de final de siglo existían dos vertientes muy pronunciadas: una que adoraba todo lo francés por resultar muy cortes y envuelto en cierto aire aristocrático y otra más popular, que constantemente se mofaba de toda costumbre que llegara del país galo, por estos mismo motivos, es innegable que la labor de investigación desarrollada por el citado blog, pone en duda lo que en muchos casos habíamos dado por correcto.
Aunque en aquel Madrid de final de siglo existían dos vertientes muy pronunciadas: una que adoraba todo lo francés por resultar muy cortes y envuelto en cierto aire aristocrático y otra más popular, que constantemente se mofaba de toda costumbre que llegara del país galo, por estos mismo motivos, es innegable que la labor de investigación desarrollada por el citado blog, pone en duda lo que en muchos casos habíamos dado por correcto.
Noche vieja de 1912 en la Puerta del Sol.
(Fuente ABC)
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Curiosidad,
Historia
EL ABANICO. A VECES REFRESCA Y A VECES CALIENTA.
Dice
un refrán que “En Madrid nueve meses de invierno y tres meses de infierno”. Por
este motivo no es de extrañar que en Madrid durante el siglo XVIII, no hubiera
dama de las altas esferas que saliera de casa con este maravilloso invento
maravillosamente adornado y conjuntado con la vestimenta que cada señorita llevara.
Pero
lo cierto, es que el abanico era utilizado para algo mucho más importante que
el apaliar los sofocantes calores del verano madrileño. Las damas del Madrid de
la época, al igual que las de otras muchas capitales Europeas, tenían que salir
siempre de casa acompañadas de sus padres o de sus carabinas, las cuales eran
las responsables de salvaguardar el decoro de sus jóvenes damas. El problema
para las carabinas, es que la carne siempre ha sido fuerte, y las jóvenes y
virtuosas damiselas comenzaron a utilizar sus abanicos para crear todo un
enrevesado sistema de comunicación con el que poder hablar con sus furtivos
amantes, sin que sus guardianas se percataran de lo que ocurría. El lenguaje,
obviamente requería que el amado también lo conociese, ya que en caso contrario
podía generar confusiones aún mayores, pero éste llegó a ser tan utilizado que
se llegaron a registrar cerca de cuarenta contraseñas con las que los amantes
podían comunicarse sus desvelos en cada momento.
Aquí
os dejo las que yo he conseguido reunir a día de hoy, pero es posible que
existan algunas que no hayan llegado a mis manos e incluso que algunas se hayan
perdido en el tiempo para siempre.
Abanicarse
rápidamente. Daba a entender que
te amaban.
Abanicarse lentamente. Significaba que ella era una persona
comprometida y no deberías seguir en el intento.
Cerrar despacio. Significaba "Sí".
Cerrar rápido. Significaba "No".
Dejar caer el abanico. Significaba soy tuya
Tirarlo al suelo. Significaba
que se había acabado y que no quería saber nada más de ti
Levantar el pelo o el flequillo
con el abanico. Significaba que
estaba pensando en tí o que no te olvidaba
Contar varillas sin
un número determinado de varillas. Quería decir que estaba interesaba en hablar contigo
o que tenía necesidad de ello
Contar varillas o
abrir el abanico con un número determinado varillas. Te fijaba la hora a la que
podíais quedar, siendo el número de varillas la hora
Cubrirse del sol con
él. Significaba que no
le gustabas
Mostrártelo cerrado. Era como preguntarte si la
querías de verdad.
Apoyar el abanico
sobre la mejilla. Si era sobre la
mejilla derecha también significa que "Si". Y sobre la mejilla izquierda quería decir que
"No".
Prestar el abanico. Si se lo prestaba a un
acompañante quería decirte que algo malo estaba ocurriendo. Si se lo daba a su
madre estaba rompiendo la relación y ya podías olvidarte.
Dar un golpe. Si daba un golpe con el abanico
sobre un objeto te mostraba su impaciencia
Si sujetaba el
abanico con ambas manos.
Significaba que vuestro amor era imposible y que debías olvidarla.
Taparse los ojos. Significaba que te quería.
Taparse una parte de
cara con el abanico. Significaba que
fueras con cuidado ya que os estaban vigilando.
Taparse toda la cara
con el abanico. Quería decirte que
la siguieras cuando saliera.
Pasarlo por los ojos. Significaba que Sentía lo
ocurrido.
Pasarlo por los ojos justo tras
cerrarlo. Era en cambio una
pregunta y significaba que cuando te podía ver.
Abrir el abanico y
mostrarlo. Te quería decir que
la esperaras a la salida del lugar en el que estuvieras.
Ponerlo sobre la oreja izquierda. Te rogaba que no rebelaras vuestro secreto
Dejar el abanico a medio abrir
sobre los labios. Significaba que se
moría de ganas por besarte o que te daba permiso para ello en el siguiente
encuentro
Dejar el abanico cerrado sobre
los labios. Quería decirte que no le parecías trigo limpio
y que no se fiaba de tus intenciones.
Pasarlo por la
mejilla. Significaba que
estaba casada.
Abrir y cerrar el abanico muy
despacio. Significaba que no
estaba interesada en la proposición.
Abrir y cerrar el abanico muy
deprisa. Significaba estoy
comprometida. Pero no obligatoriamente me es molesto el cortejo.
Pasarlo sobre los
ojos. Significaba que te
fueras.
Mano
izquierda. Llevarlo cerrado en la
mano izquierda quiere decir te invitaba a que buscaras la manera de conoceros.
Mano derecha. Llevarlo cerrado o moverlo con
la mano derecha, significaba que su corazón era de otros y que no tenías
oportunidad alguna
Pasarlo de una mano a
otra. Significaba que
estabas pasándote en el coqueteo y que no le estaban empezando a gustar tus
insinuaciones
Darle vueltas en la
mano derecha. Significaba que le
parecías feo.
Tocarse la palma de
la mano con el abanico.
Quería decir que estaba jugando contigo y que pensaba hacerse de rogar.
Sobre el pecho. Si ponía el abanico sobre el
pecho te quería decir que te amaba tanto que la estaba doliendo la situación.
Darse en la mano
izquierda. Significaba que te
daba permiso para que vuestro amor siguiera adelante.
Mirar los decorados
del abanico. Significaba que le
gustabas mucho y que no quería perderte
Bajarlo hasta el
pecho. Significaba que
sólo te veía como a un amigo y que no quería nada más
Cerrarlo sobre la
mano izquierda. Quería decir que se
casaría contigo.
Ponerse en el balcón con el
abanico abierto, salir al balcón abanicándose o salir de la sala abanicándose. Quería decirte que estaba viendo
la manera de poder salir de allí. Si lo hacía con el abanico cerrado, era todo
lo contrario y quería decir que la era imposible salir de allí.
Siéntete libre para comentar, compartir e indicar tu parecer.
Fuente fotografía lauramcalister
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