CARTA DE UN CHISPERO A DON NAPOLEON 1808

Cuando comentamos la Casa de tócame Roque ya hablamos ligeramente sobre el carácter un pelín peleón que tenían los chisperos, estos vivían en Madrid, afincados mayoritariamente en lo que hoy serían las inmediaciones del barrio de Malasaña. 
Pero bueno hoy quería dejaros este impresionante documento que me ha envió hace años un amigo y que se encuentra en la Hemeroteca Municipal y cuál me gusta compartir con vosotros cada 2 de mayo. Para aquellos que tengan el gusto y paciencia de leerla íntegra, podrá hacerles entender mucho mejor que cualquier explicación mía el carácter de los famosos chisperos. Ahí os la dejo que la disfrutéis.  
Me he tomado la libertad de, tras cada página, trascribir literalmente su contenido para que os sea un poco más fácil su lectura y comprensión. Espero que os guste.

MURIÓ YA LA MADRES QUE LES PARTA.

Señor fanfarrón, señor matasiete, señor perdonavidas,
señor baladrón, señor espadachín, seo guapo, seo Bonaparte ó calabaza, que es lo mismo: ya que no tuvo usted espíritu para venir á presenciar la tremenda marimorena que tuvimos en esta corte el dia 2 de Mayo , con zarrapastrosa y miserable gavilla de rateros, rapiñadores que defienden á usted; y ya que, gracias á Dios pude yo librar mi pellejo, le contaré a usted, (aunque parezca que no viene al caso) algunas de las cosillas que el engolletado , el casquivano, el faramallero , el fantastico , y el desenfrenado garañón de Murat ó Muladar como le llamamos por acá, se habrá dexado en el tintero al dar parte á usted. de tan sonada sarracina entre su despilfarrada tropa, (como llevo dicho) y nuestro resalado exercito chisperial. Pues señor vaya de cuento: habiendonos querido comulgar con ruedas de molino , el susodicho agente zurcidor de voluntades, y correveidile de usted. (con su acuerdo , y el de otros muchos picaros que comen pan ) para encarxarnos encima de las costillas una albarda muy pesada , y no siendo nosotros ni ningún buen español gente que sufra pulgas agenas; se nos subió el humo é las narices, nos arremangamos los brazos.


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metimos mano á nuestras escopetas , á nuestras pistolas, á nuestras espadas, á nuestras mondadientes de Albacete, y  á algunas hachas de partir leña ; y sin mas acá ni mas allá, sindecir oxte ni moxte, y en un quítame allá esas pajas, nos encaxamos de trompón encima del alma de los señores vencedores de Austerlitz y Gena , y de los que sacaron a usted de apuros en tantas batallazas, con que usted nos quería engatusar y soplar la bata, y aunque ellos no quieran confesarlo, lo sierto y seguro es, que los zurramos bien la badana. La culpa se tienen ellos, los que se fian en usted, porque se ha visto por experiencia  que á quantos se han puesto en sus manos, que a la larga ó á la corta, siempre les ha salido la galga capada, pero ¿no les ha de salir si no mira usted mas que por el numero uno?::: No cortemos el hilo: vamos al grano. Pues como digo de mi cuento, así que vi a mi maestro el tío Chamberga , en las garras del lobo dixe para mi ¡cascáras! ¿esas tenemos? Y sin saber como ni como no, rompo por entre la turba multa, arremeto como un toro al perillán, que le iba á hacer la mostaza , agáróle bien por los cabezones , y sin decir agua va , le soplo por el gañote una mojada , tan á mi satisfacción , que en un santiamen, y como quien no quiere la cosa, le dexé en el suelo despatarrado, como una rana- ¿Y que sucedió despues? que el tío Chamberga , como es hombre de pelo en pecho y por nada se acoquina, ponese hecho un demonio; apechuga con toda la canalla que se le pone por delante, empieza a tirar tajos y reveses, y á este quiero, y á este no quiero, la verdad 


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sea dicha, no dexó títere con cabeza, y de ellos, el que libró mejor salió tan completamente magullado, que quedó de pies á cabeza mas blando que una breva. Lo que decian aquellos atufados , y estropeadisimos campeones no lo pude entender, porque no entiendo su chapurrada xerga; pero les oí repetir á menudo sus tristes y descompasados gemidos , los oí refunfuñar de lo lindo, y los vi hacer unos gestos, y unos visages tan estrambóticos,  que parecían á los que hacen los ahorcados quando les aprietan el pescuezo.  Por parte me daba lastima , y por parte tentación de risa al ver a un monseur de la germandad de las uñas largas con el bandullo de fuera , revolcándose sobre otros lobos de su misma carnada , y despidiéndose de este mundo echando mil pestes contra usted : á otro , apretándose los chichones y abolladuras que le hizo la culata de una escopeta: á otro, buscando media cara, que le rebanó una hacha de partir leña: a otro yendo á la rastra porque dos pedazos de plomo bien endilgados le hicieron desprenderse de las dos piernas, que le traxeron á matar españoles: á otro:::: pero dexemos esto, porque no diga usted que soy un majagranzas de primera clase, y vamos a concluir mi relación con lo que sucedió á mi amigo el tio Cascajo, para que acabe usted de regodearse y relamerse. Pues, señor, este pobre albañil, á causa de sus continuas zangarrianas, hace muchas navidades que está muy flojo de piernas; pero como tiene mucho amor á su patria, y nopuede ver las maldades que usted hace, ó queria hacer con ella, 


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sacó fuerzas de flaqueza, y echó tambien su capa al toro: mas no bien hubo empezado la chamusquina , quando étele que cae circuncirca de las herraduras de un caballo, que llevaba encima de sí , á uno de esos soldados del nuevo cuño, que vistió usted de coraceros, el qual, si he de decir lo que siento, se me figuro un verdadero retrato de D. Quixote de la mancha, pues hasta su rocín estaba tan desmirriado, que parecia una sardina con patas de alambre. El tal caballero de la triste figura, ó desfacedor de entuertos, quiso embestir á mi querido Cascajo, mas quando iba á dar sobre él, le hicieron mudar de pensamiento dos primorosas vanderillas de fuego. que planté debaxo de la cola á su semi-etico rocinante. Así que se vió éste tan engalanado y favorecido, empieza á respingar, y á dar saltos de carnero; arroja al ginete por las orejas: dexale en el suelo descoyuntado, tocando tabletas, y haullando como un perro: y sin mas, ni mas toma el portante mas que de paso brincando sin cesar, y tirando coces porque no se podia rascar donde le picaba. Por fin, salió sano y salvo el tio Coscajo, quedó muerto del zaparrazo el don Quixote, y ensartados en mi tizona (como pollas en asador) tres enfurruñados y furiosos compinches suyos que venían á defenderle. Su amigóte de usted el cascaciruelas de Murat, quando estábamos, la gente de la cascara amarga, agarrados de firme con la gentuza de su mando , estaba (según se supo despues) como quien ve visiones, metido debaxo de siete estados de tierra , y tan muerto de

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miedo que se le baxo toda la sangre á los zancajos. Yo le aseguro á usted que si el tal principe de cocina hubiera caído en mis manos, Ó en las de algunos de mis
camaradas , ya le hubiéramos pegado un chincharrazo que le hubiera hecho ir antes y con tiempo á las calderas de Pero Botero á recibir el galardón de los beneficios que nos ha hecho , y á disponer la habitación para usted y todos los de su pandilla; pero no tenga vuestra majestad imperial y real cuidado, que pronto les llegará á ustedes su san Martin , y si no hubiera sido porque el cerote que tenia el desarmado principe del estropajo le hizo valerse de enjuagues, andróminas y engañifas , para que nos cortaran el revesino, á la hora de
esta, ya estaría harto de haberse calentado (con toda la morralla que le defendía) en los braseros de Satanás. Pero los satélites de éste , ¡qué tizonazos le han de pegar á usted quando le echen en la zampa, por haber sembrado tanta cizaña con sus papelajos, por haberse metido a cucharetear en negocios ágenos y delicados, y en fin, por ser la quinta esencia de los malvados y arrastrados, que se han paseado y se pasean por el mundo ! 
Ya me parece que estoy viendo á usted leer esta mi carta, y poner la cara de color de azufre; desencaxar los ojos; arrugar la frente; inflar las narices; poner los dedos como garabatos de candil; abrir la boca , queriendo engullir a España, y pateando de rrabia porque hasta la gente de escalera abaxo se sube á las barbas. Pero amigo,

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no tiene usted mas remedio que aguantar la mecha, ya que tiró el diablo de la manta, y se descubrió el pastel. Y tenga usted entendido, seo archipámpano bergante, que en mi nación murió ya la madre que las paría, como dice mi texto; que no nace ningún español sin bigotes, y que aquí no nos mamamos el dedo. El haber sido los españoles prudentes, humanos y generosos, ha dado margen á que nos tenga por zopencos y zamacucos, ¡ pero qué bravo chasco se va usted á llevar! : y sino al tiempo doy por testigo. Sepa usted que por mas  calendarios que haga, paseándose, de arriba abaxo por los salones de su palacio, devanándose los sesos, y por mas consultas que tenga, con esos quitapelillos y lagoteros de su misma calaña ( que continuamente  le rodean, llenandole la cabeza de viento ) y por mas que proyecte y maquine contra nosotros, y contra las demás naciones que saben del pie que coxea ; no dexará usted de salir siempre con el rabo entre las piernas.
    Sepa usted también, que aunque murieron en el susodicho zipizape, y poco menos que á traicion, Antoñuelo el legañoso; el tio Pingajos, el tio Potrilla, el tio Cochifrito, la tía Tiritaña , la tía Tarángana, y su hermana la tía Taravilla ; ha quedado una infinidad de gente del bronce, que tiene el corazón bien puesto; á saber: El tio Piruétano, el tio Sacatrapos, el tio Carlancas, Calforras el barquillero, el tio Ladillas, el tio Zampona, y su muger la tia Rasca moños, la tía Rechupete , y su marido al tio Tizones, la tia Taparrabos, y su hermana la tia 


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Sanguijuela, la tia Sandungera, y su marido el tio Cosquillas: y sobre todo nuestro famoso y nunca bien ponderado capitán Cachiporra, con muchísimos millares de españoles de todas clases, que aman á qual mas su religión , su Patria y su Rey; todos los que le harán á usted soltar, mas que le pese, la preciosa alhaja que nos ha robado; es decir, á nuestro muy amado Fernando Septimo. Conque restituyanos usted á éste, y todo lo demás bueno que nos ha robado, y no sea usted tonto, pues lo demas es ir fuera de camino, y lo mismo que tirar coces contra el aguijón. Los franceses, y demás vasallos de usted que tengan caletre, quiero decir, les que piensen como hombres de juicio y de razón, no podrán menos de estar llenos de disgusto y avergonzados, al ver que usted con su cabeza de chorlito les hace cada día más infelices; y sobre todo al verse gobernados por un zurriburri, y emperador de chicha y nabo, como vuestra majestad imperial y real. Basta de conversacion, que bien le he calentado á usted las orejas; pero concluyo diciendo á usted otra vez, que nos restituya a nuestro amado Fernando Septimo, y quanto bueno nos ha arrebatado usted. Este es el único medio de que pueda vuestra majestad imperial y real sacar siquiera los pies del berengenal en que le han metido su ambición y sus marañas. Si no toma usted el partido de restituirnos tan preciosa alhaja , tiemble usted, muérase de vergüenza; y si su natural orgullo, le hace tener á menos, el morir á manos de los que han visto con horror las funestas consecuencias de las entruchadas, alicantinas y za!agardas con que usted




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queria casarnos, tirase usted un pistoletazo, y santas pasquas. De este modo quedan todas las naciones en paz, usted se quita de ruidos y malos ratos, y evita el verse hecho el juguete y el dominguillo de los que quisieran verle frito en aceyte , y uno de tantos es éste su mas acendrado, y verdadero enemigo.
El tío Ventosa.




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