Reflexiones desde un reflejo

Somos la ciudad que no duerme, con más bares que habitantes y nuestra constante costumbre de hacer madrileño a cualquiera que pise nuestras aceras.
Somos los del Carrión, los de Metropoli, los de bacalao en Casa Labra y el cocido en Zalacaín o la Bola.
Somos los del mejor Metro de Europa, los de los suicidas en bicicleta y los de los atascos de una hora para comprar el pan.
Más chulapos que un chotis y más valientes que Clara y Manolita el 2 de Mayo.
Somos los de las manifestaciones sin final, los de la bandera de Colon.
Somos más que Esquilache, que no pasarán, que unas manos blancas al Sol por Miguel Ángel.
Los de vamos Rayito, que tenemos un doblete, que como no te voy a querer si somos campeón de Europa por décima vez.
Somos los de todo el mundo al suelo y los de las campanadas de cada final de año.
Somos de Retiro, de Campo del Moro y de ir de un parque en Oeste hasta otro en Oriente.
De rompernos la camisa en Casa Patas y el corazón en Atocha una mañana de Marzo.
Somos los que beben el agua del grifo, los del Ratoncito Pérez, más chulos que un ocho y los de que el ¡Tío Vive!
Somos los que giran la cara al ataque de un ratero y los que okupan Sol para que todo un país se levante.
Los de abuelos en cunetas, los de puño en alto y los de arriba España.
Somos los de Lope, los de Quevedo los de Gongora y los de un tal Muelle escrito por cada esquina.
Somos la Mariblanca, Torre Picasso, Tetuán de las Victorias y los Carabancheles.
Somos los de Velazquez en la puerta y los de los Fenix en el cielo.
Los de un Rastro para cambiar cromos y los de las peleas en el Gasómetro.
Somos de verbenas, de tapeo, de Mahou, de Limonada, de panaderos Vallekanos y de impúdicas Púnicas.
Somos de Majos, Manolas, Chisperos y Petimetres. De diosa Cibeles y Neptuno en Recoletos.
Los de movidas de los ochenta con la falda almidoná y la solapa con lo que quiera.
Somos de todos lados y aquí nos hemos quedado, con los gatos, con las calles, con las Puertas y con todo lo que nos hace saber que de Madrid, sin ninguna duda… al cielo.
Y a pesar de todo lo que somos, no somos reflejo de nada, aunque al igual que esta fotografía, nuestro reflejo sea absolutamente inigualable.


Fotografía del reflejo de la Almudena en una ventana del Palacio de los Consejos


Imagen y texto de Sergio Moreno.

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